-
Notifications
You must be signed in to change notification settings - Fork 0
/
Copy pathRelatos_Benvenutto.csv
We can make this file beautiful and searchable if this error is corrected: Any value after quoted field isn't allowed in line 2.
1819 lines (1819 loc) · 463 KB
/
Relatos_Benvenutto.csv
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66
67
68
69
70
71
72
73
74
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
86
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
100
101
102
103
104
105
106
107
108
109
110
111
112
113
114
115
116
117
118
119
120
121
122
123
124
125
126
127
128
129
130
131
132
133
134
135
136
137
138
139
140
141
142
143
144
145
146
147
148
149
150
151
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
164
165
166
167
168
169
170
171
172
173
174
175
176
177
178
179
180
181
182
183
184
185
186
187
188
189
190
191
192
193
194
195
196
197
198
199
200
201
202
203
204
205
206
207
208
209
210
211
212
213
214
215
216
217
218
219
220
221
222
223
224
225
226
227
228
229
230
231
232
233
234
235
236
237
238
239
240
241
242
243
244
245
246
247
248
249
250
251
252
253
254
255
256
257
258
259
260
261
262
263
264
265
266
267
268
269
270
271
272
273
274
275
276
277
278
279
280
281
282
283
284
285
286
287
288
289
290
291
292
293
294
295
296
297
298
299
300
301
302
303
304
305
306
307
308
309
310
311
312
313
314
315
316
317
318
319
320
321
322
323
324
325
326
327
328
329
330
331
332
333
334
335
336
337
338
339
340
341
342
343
344
345
346
347
348
349
350
351
352
353
354
355
356
357
358
359
360
361
362
363
364
365
366
367
368
369
370
371
372
373
374
375
376
377
378
379
380
381
382
383
384
385
386
387
388
389
390
391
392
393
394
395
396
397
398
399
400
401
402
403
404
405
406
407
408
409
410
411
412
413
414
415
416
417
418
419
420
421
422
423
424
425
426
427
428
429
430
431
432
433
434
435
436
437
438
439
440
441
442
443
444
445
446
447
448
449
450
451
452
453
454
455
456
457
458
459
460
461
462
463
464
465
466
467
468
469
470
471
472
473
474
475
476
477
478
479
480
481
482
483
484
485
486
487
488
489
490
491
492
493
494
495
496
497
498
499
500
501
502
503
504
505
506
507
508
509
510
511
512
513
514
515
516
517
518
519
520
521
522
523
524
525
526
527
528
529
530
531
532
533
534
535
536
537
538
539
540
541
542
543
544
545
546
547
548
549
550
551
552
553
554
555
556
557
558
559
560
561
562
563
564
565
566
567
568
569
570
571
572
573
574
575
576
577
578
579
580
581
582
583
584
585
586
587
588
589
590
591
592
593
594
595
596
597
598
599
600
601
602
603
604
605
606
607
608
609
610
611
612
613
614
615
616
617
618
619
620
621
622
623
624
625
626
627
628
629
630
631
632
633
634
635
636
637
638
639
640
641
642
643
644
645
646
647
648
649
650
651
652
653
654
655
656
657
658
659
660
661
662
663
664
665
666
667
668
669
670
671
672
673
674
675
676
677
678
679
680
681
682
683
684
685
686
687
688
689
690
691
692
693
694
695
696
697
698
699
700
701
702
703
704
705
706
707
708
709
710
711
712
713
714
715
716
717
718
719
720
721
722
723
724
725
726
727
728
729
730
731
732
733
734
735
736
737
738
739
740
741
742
743
744
745
746
747
748
749
750
751
752
753
754
755
756
757
758
759
760
761
762
763
764
765
766
767
768
769
770
771
772
773
774
775
776
777
778
779
780
781
782
783
784
785
786
787
788
789
790
791
792
793
794
795
796
797
798
799
800
801
802
803
804
805
806
807
808
809
810
811
812
813
814
815
816
817
818
819
820
821
822
823
824
825
826
827
828
829
830
831
832
833
834
835
836
837
838
839
840
841
842
843
844
845
846
847
848
849
850
851
852
853
854
855
856
857
858
859
860
861
862
863
864
865
866
867
868
869
870
871
872
873
874
875
876
877
878
879
880
881
882
883
884
885
886
887
888
889
890
891
892
893
894
895
896
897
898
899
900
901
902
903
904
905
906
907
908
909
910
911
912
913
914
915
916
917
918
919
920
921
922
923
924
925
926
927
928
929
930
931
932
933
934
935
936
937
938
939
940
941
942
943
944
945
946
947
948
949
950
951
952
953
954
955
956
957
958
959
960
961
962
963
964
965
966
967
968
969
970
971
972
973
974
975
976
977
978
979
980
981
982
983
984
985
986
987
988
989
990
991
992
993
994
995
996
997
998
999
1000
Capitulo Texto
"La Placita de la Recoleta
" "A Francisco Mendoza y Canaval
SALIENDO DE LA CALLE DE BELÉN, la mejor y más aristocrática de las calles de la capital, residencia de las familias de buen tono: Soyer y Cabero, Álvarez Calderón, CanavalSoria, Alayza, Irribarren, etc., etc., entre las cuales se ha venido a colar, no se sabe cómo, una fabrica de cigarrillos, la del gordo judío alemán Cohen, propietario de las afamadas marcas “Garibaldi”, “Almirante Grau” y “Huáscar”, y “como quien se va” a la exposición, se llega a un trozo de peña colocado en la esquina a manera de guardacantón y sobre el que todos los chicos del barrio cada vez que pasan junto a él, tienen la ineludible obligación de dar un airoso “salto peruano con patada” o sin ella"
"La Placita de la Recoleta
" "Después ”como quien tuerce a mano derecha, se toma” una callecita llamada Tambo de Belén formada de un lado por la pared de la iglesia de Nuestra Señora de Belén y una serie de tiendecitas con “altillo”, todas iguales, en las que se vende en unas carne, en otras ponche de leche y chocolate “con canela encima”; del otro lado más tiendas. A la mitad de la cuadra está chingana de don Cesar Barbieri “capitano de lungo corso” viejo de lobo mar, siempre amable, atento y bueno. Vieja remembranza de sus andares la chingana tiene en lo alto un letrero en el que está su nombre: “La California”. Al pasar por ella se oye el canto de unos negros “mistrels” transeúntes de pura casualidad en Lima, a quienes al pasar atrapó el viejo, que dice:
“Que me voy a Taboga
Si ñaña
Con los remo de popa
Si ñaña
Chumbay, pobre de mi
Chumbay, amor pa ti
Mientras que al lado en el largo callejón de “Las Pulgas” se oponen a los negros marineros los negros criollos cantando:
“Yo tengo un chiquitito
Que se llama Nicolás,
Tan chiquito y tan gordito
Se parece a su papa,
Y si quieres verlo
Ven a Lima y lo verás”
O sino:
“El mes de febrero
Se casa Montero
Con una señora
De gorrasombrero"
"La Placita de la Recoleta
" "Arriba Montero
Y abajo Montero
Que compró zapatos
Para un año entero"
"La Placita de la Recoleta
" "Gritan los mocitos
Por todo el “Cercau”
¡Traigan a Montero
Pa´ hacerlo “Caucau!”
Muestras inapreciables del folklore limeño que con la gracia de Segura y Asciclo Villarán, lleva a la jarana jirones de nuestra vida política. Más allá de la chingana en la vieja fonda, ña Lucianita despacha las viandas criollas por excelencia: los sabrosos cebiches de bonito y de conchas, el olluquito con charqui, el caucau, la carne en adobo, la huatia y la jalea de pescado con mote, colocados en una rústica mesita junto a la entrada, despiden un riquísimo olor que el viento se encarga de repartir por todo el barrio; aquí podemos saborear aún el “Zanguito de ñaju y la mazamorra de reciento”"
"La Placita de la Recoleta
" La plazuela se presenta la vista: al frente una columna como de cinco metros de altura sostienen una ramada, bajo el cual está el Mercado con puestos de carne, papas, legumbres, telas... Más al centro de la plazuela hay una pila, clásica en todas las plazas de Lima, una pila de aguas cantarinas en donde se provee el negro aguador ño José Santos, jinete en un burro y propietario de dos barrilito que hace su negocio suministrando el claro liquido a toda la vecindad carente de los novísimos caños de cobre Kemish y Melson
"La Placita de la Recoleta
" Al frente levántase el “Hospicio para mujeres vergonzantesV” según reza la placa que está en su fachada que la caridad de D. Bartolomé Manrique construyera en 1866, y que sirve de albergue a señoras pobres que han sido de “lo mejor” a quienes derrumbaron económicamente las guerras civiles y la guerra nacional. Nombres ilustres resuenan bajo el portalito acogedor. Es el Hospicio un refugio de viejas tradiciones, es el sitio especial para saber desde la manera de elaborar un guiso criollo ya olvidado, hasta la genealogía de todos los habitantes de Lima, y el lugar único donde se encuentra una novena del Padre eterno ( o “Vénzalo todo su poder”) o un terciario de San Francisco de Paula
"La Placita de la Recoleta
" "Percibese en el Hospicio cierto ambiente de casa grande que recuerda a las señoras recogidas propias que la desgracia les arrebató. En el zaguán se alzan dos estatuas de mármol, la Fe y la Esperanza; su compañera la Caridad, queda al fondo del patio. Bajadas las gradas una pila de bronce rodeada de jardincillo alegra y perfuma el establecimiento. Un pasadizo a la izquierda lleva a la capilla espaciosa con palanganas media naranja y capulino y con recuerdos delicados que alguna limeña antigua relata al instante; “Don Bartolomé, el fundador, quiso que la capilla se levantase en el mismo sitio en que sepultaron el cadáver de Fray Martín y muchas de nuestras amigas se disputaron regalarnos todo lo necesario: alfombras, melodio, candelabros, efigies y ornamentera bien provista de vestiduras y vasos sagrados...”
La siguiente casita tiene, por Pascua, en la ventana de reja, un gran nacimiento cuyos cerros que llegan al techo causan asombro en la chiquillería. Por sus laderas de tela encolada y pintada pasan marciales los bomberos de “Lima”, zaqueo ve pasar al Señor camino de Jerusalén y a su lado hay varias pilitas con agua corriente. Los dueños convidan a los visitantes vasos de chicha pintorescamente llamados “orines del Niño” y ésos agradecidos por la atención depositan una moneda en el platillo puesto con ese fin sobre una columnita de madera"
"La Placita de la Recoleta
" Más allá en la casa solariega que hace esquina y va hasta la calle de la Cruz, viven la familia Gómez y la poetiza de raza Manuela Villarán de Placencia
"La Placita de la Recoleta
" A la izquierda en primer término se halla la entrada al callejón de “La Venturosa” que tiene fama no muy por el obscuro color de sus moradores, y por sus relaciones con gente “non sancta”. En el interior hay una capillita en la que se da culto a un Señor Crucificado, de misteriosa aparición en la acequia que atraviesa el solar. Encomendada de cuidar de la limpieza del pequeño santuario es “misia” Angelita, feliz mortal que se encontró en el turbio acequión una vela enrollada; la pintura de una imagen de Jesús en la Cruz, no profanada por las aguas. Mitad tambo de hacienda, mitad callejón de suburbio, “La Venturosa” tiene su propio y peculiar aspecto no imitado en ningún otro lugar de Lima siglo XIX. En los días de fiesta misia Angelita hace repicar la campanilla de la capilla mientras los “quitasueños” entonan su música de vidrios rotos y los cohetes de arranque revientan en lo alto después de caer con vertiginosa velocidad, al mismo tiempo que dos negras viejas se adelantan para recoger la pitita quemada, “que quita como con la mano” el reumatismo, amarrándose con ella la parte adolorida
"La Placita de la Recoleta
" Siguen a esta callejón unas casitas en que viven el notable músico don Pedro Fernández, cetrino y corpulento, amable y decidor, que viene siendo hace cuarenta años el profesor de baile por excelencia, músico inspirado compone las melodías que sus discípulos bailarán (en todo los salones de lima resuenan “Le daré esta flor”, “Me entusiasmo bailando”, “Al fin solos”, y tantos otros valses, polcas y mazurcas tan caras a la juventud limeña); don Manuel de Odría y Zalduondo, y la negra “ña pancha” vendedora de dulces y mazamorras
"La Placita de la Recoleta
" "Encontramos en el callejón llamado de Chiquinquirá y la portera sale a recibirnos, nos enseña el viejo lienzo devoción de la casa, nos cuenta su aparición y los portentosos milagros de la Madre de Dios en la advocación de Chiquinquirá. Al salir depositamos en la mano de nuestra guía un mugriento billete de a sol y en agradecimiento ella nos obsequia con un curioso folletito:
“Modo de rezar
la novena y culto devoto
a la Rosa del Cielo
María Santísima
del Rosario
en su milagrosa imagen
de Chiquinquirá
del Nuevo Reino de Granada"
"La Placita de la Recoleta
" "A cuidado y solicitud del
Padre nuestro
Fr. Domingo Barragán del sagrado orden de predicadores"
"La Placita de la Recoleta
" "Con las licencias
Necesarias
En Santa Fe de Bogotá"
"La Placita de la Recoleta
" "Reimpreso en Lima: por su devoto mayor
Domo en la Real Casa de Niños Expósitos
Año de 1816”
que contiene unos interesantes versos del gusto de la época a manera de gozos y cuyo estribillo es:
“Pues sois de los pecadores,
El consuelo y la alegría
¡Oh Madre clemente y pía!
Escuchad nuestros clamores”"
"La Placita de la Recoleta
" En el lado derecho está una chingana “La Botijita” con una muestra de madera representando un barrilito colgado delante de la puerta, tiendas de chinos donde se vende té con pan “bien calientito” por una moneda de níkel, y en la esquina una suntuosa residencia con preciosas rejas de bronce, ocultas bajo una capa de pintura verde desde la ocupación de Lima por el ejército chileno
"La Placita de la Recoleta
" "Cuando las sombras de la tarde comienzan a caer sobre la plazuela y se aparee rápidamente el farolero con su larga escalerita al hombro, sus paquetes de fósforos “chalacos” en el bolsillo del saco blanco y sus lustrosos pantalones de donde prende aquéllos con suigeneris movimiento, encendiendo los faroles de gas, rompe en notas alegres el piano de la academia de baile de Pedro Fernández; don Manuel Odría y Zalduondo inicia su paseo, de un extremo a otro de la calle, vestido de negro, con levita larga, luciendo brillosa cadena de pelo trenzado y las manos llevadas a la espalda; silenciosa y grave, “ña Pancha” enciende el farol colgado en su puerta para anunciar la venta de champuz de leche y agrio, mazamorras morada y de cochino, manjarblanco, camote con dulce, tejas y dulce de membrillo; queda solo abierto el postigo del Hospicio y rosquetero corre pregonando su mercancía, farolito en mano:
“Caramanduca caliente,
Para rechinar los dientes
¡Revolución caliente!
Por esta calle me voy
Por esta otra doy la vuelta,
Y la china que me quiera
Que tenga la puerta abierta”"
"La Placita de la Recoleta
" Más tarde todavía los placeros celosos de sus bienes llegan a dormir sobre sus puestos y si una señora de la vecina “Casa de Pobre” pasa algo retrasada y oye los ronquidos de los guardias cuidadosos se persigna y apura el paso mascullando una jaculatoria. Contrasta con el profundo silencio de los bajos del Hospicio el ruido de las altas tertulias que en los altos, sobre el obscuro y solitario portalito ofrecen el General iglesista Rafael Ramírez y el Coronel Noya; algunos vecinos de la calle de la Amargura como don Francisco García Calderón en cuya residencia el día 22 de Febrero del 81, ciento catorce notables, vale decir, civilistas, eligiéronlo presidente de la República; don Francisco de Paula Muñoz, don Mariano Castro Zaldívar y el médico político don Adán Melgar que pasa contando por milésima vez el asesinato de don Manuel Parco, deteniéndose a ratos para explicarlo mejor, van a recogerse en sus casas y después de un largo silencio turbado de vez en cuando por el pitazo del celador llamando a un superior o el rodar de algún coche que pasa camino de su corral, las sombras y el misterio invaden la placita hasta el siguiente día...
"La Plazuela de la Salud
" "A Baltazar Caravedo y Carranza
LA PLACITA RECOLETANA se une a la plazuela de la Salud por el “Callejón Largo suigeneris callecita y media, formada en su lado izquierdo por una casa vieja y húmeda con zaguán y patio en forma de rampa, que sigue a la casona solariega de los Gómez Córdova, y por una hilera de tenduchos en los que se alberga gente pobre, mulatos en su mayoría"
"La Plazuela de la Salud
" En la esquina de la Cruz hay una pulpería inevitable en todas las esquinas de nuestra ciudad propiedad de un italiano genovés de alguno de los innumerables pueblecitos de la “costa levante” o de la “ponente”, que se expresa en una jerga pintoresca empedrada de “Dio mío”, “ma”, “saprisi” y “madonna” y que en mangas de camisa o con blusa marinera comparte le trabajo de la venta y de las “yapas” con sus dependientes: dos “pichines” coloradotes y risueños
"La Plazuela de la Salud
" Como buen garibaldino quizá uno de los mil don Bartolo ha colocado en la testera el armazón dos baratas oleografías de Víctor Manuel uniforme de general, condecoraciones rutilantes, grandes mostachos en punta y de Garibaldi roja camiseta, ancho capote, gorra inclinada para que desde allí contemplen el negocio del antiguo compañero de batallas, que liberal, franco trabajador sin tasa ni medida y amigo de lo criollo corteja perpetuamente a las buenas mozas talladas en ébano y que acuden diariamente a su mostrador
"La Plazuela de la Salud
" "En la acera opuesta existe una tienda muy animada, donde ha sentado sus reales un viejo zapatero remendón que se gana la vida poniendo medias suelas, tapas de taco, estaquillas y remiendos a todos los zapatos, botas o botines de la vecindad. Zambo picaresco de ascendencia “chala” o “Mozambique” y de pasado alegre, conoció en su juventud a todos los “niños” de Lima y los tuteó, mientras que hoy, entre un regaño a uno de sus numerosos hijos y una contrata de “obra”, se pasa el día canturreando al compás de los golpes de martillo coplas populares, tonderos mozasmalas:
“Qué bonita plaza de armas
Tiene mi general,
Donde forma el ejército
Y el general Colás"
"La Plazuela de la Salud
" "Colás, Colás
Me miras y te vas,
Pero no me dices
Cuando volverás”
“ Si quieres comer iguana
Yo te la saldré a buscar
Que en las pampas de ña Juana
Se salen a calentar”"
"La Plazuela de la Salud
" El ruido que hacen los platos al chocar, los gritos y el rumor de voces nos dicen de la existencia de una fonda de chinos. Al entrar se ven varias mesas mugrientas, ayunas de mantel y encima de ellas dos pomos que contienen el uno vinagre y el otro... lo mismo; el aceite por su precio esta desterrado del convoy. Los mozos unos “macacos” que llevan mandiles de increíble suciedad lanzan unos gritos destemplados pidiendo a la cocina “conserva tu male”, “conserva tu hijo” por conserva de tomate o de higos, “caldo solo con concho”, “lomito montau”, etc, creando así primitivos calembourgs criollos, delicia de los mataperros del barrio. Detrás del mostrador el dueño José Alay, un chino asmático fumando un cigarrillo de “chamico”, vigila el movimiento de su fonda
"La Plazuela de la Salud
" "En la Calle de la Cruz ya cerca de la esquina, en el solar “La Nueva Rosita” hay una pequeña fábrica de caramelos y confites. De allí salen las “pepelmas” y los “caracoles” con versos. Son las “pepelmas” unas pastitas cuadradas, casi siempre de color blanco o rosa, selladas, con tinta roja, que llevan frases, máximas y otros giros para sostener una silenciosa conversación. “Los caracoles” multicolores tienes todos en el centro un papelito enrollado a donde van a parar muchos curiosos versos criollos, tales como:
“Reparen bien a Elenita
Como la mira el sujeto,
Voy a darle una copita
Pero guárdenme el secreto”"
"La Plazuela de la Salud
" "“Tan alto la vi volar
A la garza palomera
Y después la vi bajar
Más humilde que la tierra”"
"La Plazuela de la Salud
" "“Estaba una lagartija
Arrimada a la pared"
"La Plazuela de la Salud
" "Vino el lagarto y le dijo:
Bueno es vivir para ver”"
"La Plazuela de la Salud
" "que tendrán el honor de ser comentados con alusiones personales a los asistentes de los “faes” y de los “santos” de “gente de medio pelo” donde se sirven alternados con las hojitas limeñas de Field y si la cosa es más elegante con la exquisita repostería conventual... Después de las “pepelmas” y dulces vendrán las copitas del afamado vino de Moquegua marca J.L.T. (que hace levantar a los muertos) o del no menos afamado moscatel marca Ward, moqueguano también, y una buena taza de té comprado en Bodegones donde Wing On Chong. Cerrará la fiesta, con llave de oro por supuesto, una de las niñas de la casa Doloritas o Carmencita entonando con la mímica correspondiente y con ciertas caiditas de ojos dirigidas directamente a su “piquín”, alguna de las canciones de moda, ésta por ejemplo:
LA RUBITA
“A una rubita bella y sin par
Hacia su casa la vi pasar,
Era tan linda que la seguí
Y estas palabras le dirigí:
Casa magnifica yo te pondré
Como ante un clérigo el si me des"
"La Plazuela de la Salud
" "Y si es católica tu religión
Irás al tálamo con bendición"
"La Plazuela de la Salud
" "Nadie en el mundo jamás sintió
La ardiente llama que siento yo"
"La Plazuela de la Salud
" "Tu amor ton sólo me hará vivir,
si me lo niegas voy a morir”"
"La Plazuela de la Salud
" "Si es morena, escogerá otra del repertorio en uso, el estrambótico y estrafalario valse de notas, pariente cercano de los acrósticos que ciertos conventos dedican las monjitas a la Madre Abadesa en su cumpleaños:
VALSE DE NOTAS
“Dotada estas de hermosura Do
Resalada incomparable Re
Mi querida inolvidable Mi
Famosa y bella criatura Fa
Solo te estos exhalando Sol
Latidos del corazón La
Siempre te estoy repitiendo Si
Do, re, mi, fa, sol, la, si
Salid bella niña al balcón
Y alegres cantemos
Si, la, sol, fa, mi, re, do”"
"La Plazuela de la Salud
" Estas canciones dan lugar a que se luzca en el acompañamiento la tía Gertrudis educada en el colegio de la Bausejour en el que aprendió música así como las voces del piano familiar, uno de esos que está fabricando ahora don Luis Freundt en la calle de la Higuera, por más señas, como dice la acompañante, pasada la casa de doña Pancha (doña Francisca Diez Canseco de Castilla), pianos que están dando mas de un dolor de cabeza a don Guillermo Brandes, acostumbrado a surtir de los Blúthner a toda la ciudad
"La Plazuela de la Salud
" "Pasada esta esquina se entra en una callejuela muy angosta, de veredas empedradas, el “Callejón Largo”, propiamente dicho. Allí está el jardín del italiano Luis Lombardo, experto en hacer coronas, palmas y cruces para las ceremonias fúnebres, en confeccionar ramos para las tertulias y ramitos de toda forma para el ojal, ramitos que no faltan en las bodas y bautizos de la gente “decente”. Don Luis cultiva en su jardín, en macizos especiales bien abonados con polvos de tabaco procedente de las fábricas “El Perú”, “Garibaldi” y “El Bombero”, varias especies de sus famosos “jazmines del Cabo”: ¿Qué elegante deja de lucirlos, por la tarde, en el ojal de la solapa, parado en la puerta del “Hotel Americano” de los hermanos Grellaud, ese hotel en cuya pilita del patio se exhiben las tortugas para la sopa y las ranas para el caldo?... Del jardín de Lombardo también salen las violetas eternas que luce día y noche don Andrés Avelino Aramburú, director de La opinión Nacional, iglesista “a outrance”.
Sigue al jardín un corralón, depósito de la “Empresa el Agua de Lima”"
"La Plazuela de la Salud
" En la esquina de la Salud, al centro de la calle, una cruceta de madera impide el paso de vehículos por ella
"La Plazuela de la Salud
" La plazuela de trágicos recuerdos en los días de la ocupación chilena tiene la forma de triángulo y está rodeada de casas de un solo piso, salvo la estación de la Salud del F.C. Inglés de Lima al Callao. Durante la invasión chilena ciertos barrios como los de San Isidro y la Cruz se hicieron célebres por la encarnizada persecución que hacían sus vecinos todo soldado chileno que caía por allí en tardes horas de la noche. Habiéndose repetido los asesinatos el Gobernador militar Patricio Lynch quiso suprimir estas manifestaciones de la indignación popular contra los invasores, de una manera radical; para esto se apresó a varios sospechosos de esos barrios, se les quintó y fueron unos fusilados junto a la tornería de don Carlos el Alemán, y otros en la pared fronteriza, ya para entrar en la calle de Bravo. Clavadas en lo alto de la pared dos cruces empéñanse los pintores ramplones en cubrir con pintura al temple, color amarillo del rey recuerdan tan luctuosos recuerdos
"La Plazuela de la Salud
" "“Dime que bastón usas y te diré quien eres” es lo que hemos sacado en limpio de nuestra conversación con don Carlos. Nos explica don Carlos cómo la clase de madera de cada bastón corresponde exactamente al carácter de las personas que lo llevan:
El nudoso ”lloque” lo llevan los zambos soplones y “tomadores de mesas”"
"La Plazuela de la Salud
" El amarillo layo, los guardaespaldas de algún político influyente
"La Plazuela de la Salud
" El listado “palo peruano”, los futres que se gastan ínfulas de conquistadores de... celosías
"La Plazuela de la Salud
" La negra quebradiza “chonta”, la clase media, empleados, clérigos e indefinidos
"La Plazuela de la Salud
" Los aristocráticos “palo de cruz”, “marapinina” y “palo del Brasil” son maderas preferidas de magistrados, autoridades y canónigos de nuestra santa Iglesia Catedral... En estos últimos bastones es indispensable el agujerito para la cinta y borla de oro
"La Plazuela de la Salud
" "La estación el ferrocarril Inglés tiene dos salones de espera primera y segunda clase con bancas que todo el día permanecen llenas de ociosos. Las horas más interesantes son la llegada y salida del “tren de baños” asaltado por una turba de hombres claros pantalones Waterloo, sacos obscuros y sombreros de paja del país y mujeres vestidas de colores claros, sombreros de paja Sarah Bernhardt, abanicos de papel pintado obsequio de “Au Bon Marché” y del almacén de Denegrí clientes todos de los baños de chalacos de “La Salud” y de “Chucuito”.
De tarde en tarde hacen su aparición en la plazuela rubios marineros de los buques de guerra que llegan al Callao, quienes son insistentemente solicitados por los mataperros para guiarlos por unos cuantos “níqueles” de propina, a las casas de diversión de las vecinas calles de Bravo y Monopinta, antes conocidas con los nombres de Iguereta y Cuatro Cositas, respectivamente. Atraviesan en grupo la plazuela mientras los chicos por delante van cantando a toda voz:
“Estaba la muerte en cueros
en medio del mar sentadita
y los ingleses le dicen:
Trinkin fortis Margarita”.
Como una llamada a la jarana el pianito ambulante “Chimborazo” (llaman así a los mejor templados y no sabemos por cual razón) suena a lo lejos"
"La Plazuela de la Salud
" "A las nueve de la noche sale de la estación de San Juan de Dios y pasa por la Salud en último tren al Callao, se cierran las puertas y desaparecen los transeúntes, pero no por eso goza la plazuela del tranquilo sueño de su vecina, la placita de la Recoleta, el ruido de las maquinarias de la fábrica de gas, distante apenas una cuadra y trabaja de seis de la tarde, a seis de la mañana se lo interrumpe a cada momento. Los alrededores de la fábrica, en su mayoría abandonados, han sido cuna de obscuras y trágicas leyendas en las cuales aparece casi siempre un asesino que escapa a la justicia, como:
“El negro Matamandinga
por la fábrica del Gas
(que) hiso siete muertes juntas
y lo dejaron fugar”"
"La Plazuela de la Salud
" "u otro como el negro:
“Taita Huaranguito
(que) mató a du mujer
con cuchillito
del tamaño de él”"
"La Plazuela de la Salud
" Un olor especialísimo mezcla de alquitrán y espiritu de carbón de piedra satura el aire haciéndolo casi irrespirable y para colmo de males la gente dice que ese aire cura la tos convulsiva, las abuelas viejas de manta, con un cigarro corbatón en los labios y marcado aspecto de brujas entre un concurso de variadas toses, llevan a sus nietos a curarse aspirándolo. La plazuela de la Salud es, pues, entre todas las de esta curiosa Lima la que ha visto y oido toser más y mejor.
"La Plazuela de San Carlos
" SALIENDO DEL ANTIGUO TEATRO “POLITEAMA”, propiedad del voluminosos italiano Nicoletti y atravesando la calle de “Gallinacitos” antes llamada del “Campanario” se llega a la plazoleta de San Carlos
"La Plazuela de San Carlos
" El teatro Politeama está en estos días de moda. Una compañía francesa de drama, la de Sarah Bernhardt ha venido como dicen los elegantes, aunque mal hablados concurrentes a “sentar sus reales” en él. El joven don Emilio Gutiérrez d Quintanilla vuelca a espuertas su asombrosa erudición sobre el público desde las columnas del diario de Melchormalo, El Nacional, en donde escribe las reseñas teatrales. Su pequeña y simpática figura, su barba negra cerrada, cuidada con esmero, sus distinguidos modales y su parla tan castiza y amena, hacen acoger su entrada en la sala con murmullos de admiración, al lado, en veces, de la alta y gruesa de don Pedro Soldán y Unanue ofrecen ambas un marcado contraste que va hasta sus escritos tan diferentes también. Con la compañía de Sarah Bernhardt no solamente se han puesto de moda los “canotiers” sino también se expande el idioma francés aprendido en el colegio de monsieur Garnier, en la calle Virreina, por el que han pasado tantos de nuestros jóvenes. “ Le maitre des forges”, y “frufru”, “epatant”, “et merveilleux”, detonan al lado de cada “catay” y de cada “chichirimico” que es un encanto y el “mon cheri” ha pasado a ser moneda más corriente en Lima que lo níqueles y los incas. Los gringos comerciantes que saben sacar tan buen partido de nuestra novelería comienzan a bautizar con el nombre de la comediante todas sus mercaderías. Así el género blanco “tres pericotes” que vendía Jochamowitz, en judíos, lo llamaban ahora donde W. Grace “Sara Bernhardt”
"La Plazuela de San Carlos
" A la derecha levántase la iglesia de San Carlos que perteneció a la casa de Probación de San Antonio Abad, noviciado de los jesuitas, santo cuya imagen se puede ver en una de las hornacinas de la fachada. La iglesia carolina es muy visitada por los extranjeros, que van a admirar en ella dos magnificas obras de talla de estilo Churrigueresco: el retablo del altar mayor y el púlpito de coba que es, sin disputa, el mejor que existe en Lima
"La Plazuela de San Carlos
" "La fachada de la Universidad edificio contiguo a la iglesia no tiene nada de particular. En los dias de la ocupación chilena la Universidad fue convertida en cuartel y los chiquillos, y también los adultos en reprimidas explosiones de furor antiaraucano, escribían en la pared del costado versos insultantes a los invasores, algunos de ellos obra de “El Murciélago”. En un rinconcito medio borrachos ya leemos los siguientes:
“El doctor Altamirano
Prueba, en discurso profundo
Que el poto de cualquier “roto”
Es el más roto del mundo”"
"La Plazuela de San Carlos
" A la izquierda la placita es un martillo, se angosta para formar la calle de Inambari, mando de él, que nos conduce a la “gruta de Lourdes” aneja al colegio de Santa Rosa fundado por el chileno coronel de milicias don Pedro González Candamo, tronco de la familia en el Perú
"La Plazuela de San Carlos
" En la esquina está la botica del ciudadano suizo don Alberto Tiravanti, quien amen de boticario es estudiante de Jurisprudencia y de Ciencias Políticas y Administrativas. Allí, en su trastienda, sentado los concurrentes en un gran canapé y varios sillones de resbalosa “cerda negra”, se hace la tertulia. Don Juan Lama y otros catedráticos van apareciendo y echan una mano de charla saboreando una copita de “bitter de coca”, especialidad de la casa. Cada día que pasa los estudiantes le inventan una anécdota al catedrático Lama
"La Plazuela de San Carlos
" Ya es aquella que cuenta cómo teniendo un bastón demasiado largo quiere para achicarlo que se lo corten del lado del puño y no del regatón, pues es por aquel lado que le está grande, ya es aquella otra que cuenta como ordena en “La Bella Jardinera” camisería de Seguí en la esquina de Mercaderías marcar la primera de una docena de camisas con sus iniciales J.L. y las once restantes con un ibídemídem. Don Juan las sabe muy bien pero se sonríe paternalmente de ellas..
"La Plazuela de San Carlos
" En el centro de la placita frente a frente de la puerta de la iglesia hay una escalinata de piedra y sobre ella un paralelepípedo espera inútilmente la estatua del clérigo rebelde Francisco de Paula González Vigil. En las gradas, los muchachos “vaqueros” los más de ellos de los colegios municipales de la vecina calle de Guadalupe que dirigen don Gregorio Siguas y el cíclope clérigo Durán se sientan a jugar al “montadito” con figuritas que forman las cajas de fósforos de cera: colecciones numeradas e inacabables de la historia italiana desde la fundación de Roma al Assedio di firenze y desde las Cento citta d´italía a la Vita Nuova del Dante... El juego consiste en empujar desde lo alto una “figurita” para que caiga y tape completamente otra de las que ya están en el suelo; el que tapa gana y se las lleva todas. Nos hemos detenido largo rato a contemplar las incidencias curiosas que para los mataperros jugadores no tienen interés, y si lo tienen para nosotros: aquí una pareja que baila ”Cancan” cubre del todo a una dogaresa de cabello color cobre y más allá Don Quijote de la Mancha en una aventura no soñada jamás por don Miguel de Cervantes Saavedra desaparece completamente cubierto por un mendigo napolitano que duerme feliz al sol..
"La Plazuela de San Carlos
" La calle de San Carlos propiamente dicha comienza con la finca de la esquina, residencia del caballero limeño don José Manuel Barrenechea y Morales García de la Plata casa de zaguán empedrado, arco de reja de hierro, patio grande con macetas, callejón a un costado y al fondo de él, “la piedra paiteña”, la ventruda tinaja y su destiladora seguida de otras más del mimo estilo. Don José Manuel acaba de fallecer, como el señor La Jara, en la catástrofe de la aduana del Callao de la cual eran ambos vistas producida por el descuido de los peones al manejar unos cajones de dinamita que estallaron horriblemente. La segunda casa es la residencia del doctor Santa Gadea, casado con una de las Gómez de Córdova
"La Plazuela de San Carlos
" En la tercera habita la familia del Coronel Noriega, un pierolista fanático por el caudillo. Su hijo Panchito tipo rubio, menudo y muy simpático es el amigo obligdo de todos los estudiantes que en las mañanas apostados en las puertas de la Universidad conversan animadamente con el apasionado pierolista. Panchito sabe de memoria todos los versos criollos que se han escrito loando a “Don Nicolás” que con las corridas de toros, constituyen sus dos vehementes pasiones
"La Plazuela de San Carlos
" "“Tomaremos un cocktail
Very well
Por el “Huáscar” del Perú
Very good"
"La Plazuela de San Carlos
" "Muera el Almirante inglés
Yes
Con su Amethyst y su Shah
Hurrah
29 de Mayo glorioso
Fecha ilustre que hoy honra el Perú
En que Piérola supo animoso
Defender el honor nacional"
"La Plazuela de San Carlos
" "Tomaremos un cocktail
Very well
Por el “Huáscar” del Perú
Very good"
"La Plazuela de San Carlos
" "Muera el Almirante inglés
Yes
Con su Amethyst y su Shah
Hurrah
es una de sus “creaciones” (por la manera de recitarla) celebérrimas. Para conservarse en pa con Panchito hay que ignorar que alguna vez existió un Justiniano de Zubiría autor de La Expedición del Talismán o un “Murciélago” que escribió un Ramillete o repertorio su último dardo emponzoñado. Mentarlos ante él provocarían un lance de honor. Una referencia al libro de don José Antonio
García y García “El Monitor rebelde Huáscar sería para Panchito un cartel de desafío. Como todos los pierolista, en los cuales no caben ni la tibieza ni el desengaño, Panchito seguro y confiado ver al caudillo ceñirse nuevamente la banda bicolor...”
La plazuela tiene como todas las de Lima un par de ”zonzos”, últimos retoños de la estirpe de los “Manongos” Cortiguera, Cogoy y Moñon.
Don Manuel “Págame lo que me debes”, viejo y barbudo, pringoso, bajo de cuerpo, es un tipo popular muy curioso. Lleva en el vestido, sobre todo en los pantalones, cosidas al forro monedas de níquel e “incas” de plata y espera pacientemente que la reina Victoria de Inglaterra llegue en la “escuadra” para casarse con él y fundar entrambos la “República del Mundo” de la cual él sería ¡claro! el presidente. Muy cortés, dentro de su completa locura, solamente “arde en rabia” y se “desata en desvergüenzas” de todo género cuando alguien le interroga casi siempre después de hacerlo sobre su salud y la de su novia ¿Y don Manuel cuándo me paga esa cuentecita que me debe?.."
"La Plazuela de San Carlos
" "Zoila, vendedora ambulante de vestidos femeninos usados, corsés “Persephone” pufs, guantes, mitones, puntas y jockeys de punto, es alta, fuerte, tuerta, fea y hombruna, y a pesar de todo esto, espera con no menor paciencia que Manongo a un mozo apuesto y bello: el genio que se ha de casar con ella. Su familia de abolengo colonial y de bastante dinero la ha dejado abandonada a su suerte y se gana la vida vendiendo lo que unas niñas “no se ponen” a otras niñas que “todavía se lo ponen”; pero esto hace a espaldas de Genio “porque Genio es muy celoso y enamorado como ninguno”. ¿De qué remotas lecturas de las Mil y una noches vendrá la pacifica locura de esta pobre mujer?...
No faltan en la vecindad, desde luego, hasta tres hospicios la casa de los señores arzobispos fundada por Biedma, el asilo de doña Dolores Herdoyza y el hospicio de Guadalupe que el caritativo coronel Juan Nepomuceno Vargas legó para mujeres desvalidas y varios callejones llevándose de entre éstos la prelacía el de San Antonio. En uno de aquellos sus últimos días María de Abascal, apodada la “papita con ají” a quien las malas lenguas hacen, aunque sin fundamento al parecer, fruto de trapicheos del sagaz asturiano don José Fernando. Dice “misia” María que el “enemigo” en figura de traviesos ratoncitos la molesta toda la noche, pues éstos se ponen a bailar y a reírse de ella haciéndole “morisquetas” delante de la cama... ¡Que lisura de Pateta!"
"La Plazuela de San Carlos
" En el viejo hospicio de Guadalupe, cercano a la iglesia de los franceses y a la cárcel pública, vivía hasta hace poco misia Jesús Bravo, natural de Monsefú, persona alta, delgada, blanca, de tez muy arrugada y de cabello crespo. Vestía de continuo el hábito mercedario y llevaba su vida arreglada a la moral católica haciendo bienes, asistiendo a todas las distribuciones religiosas y recibiendo al señor a diario. Cierta vez que le falto una moza insolente en respuesta a sus denuestos se arrodilló para que la golpease diciéndole: “Pega, pega”... Tal actitud no desconcertó en el instante tal como debiera a la precoz mujer que llegó a estropearla. Este año ha regresado a su tierra después de una emocionante despedida de las viejecitas del hospicio en el cual ha vivido desde la batalla de la Palma
"La Plazuela de San Carlos
" La vida de la placita es tranquila
"La Plazuela de San Carlos
" Por la mañana los alumnos conversan quedamente en grupos; tras la celosías de la ventanas de reja las niñas de la vecindad observan la calle un tanto y otro tanto murmuran del prójimo; un viejo “Erard” rompe el silencio con la polca “Saludo al 86” de Pedro Fernández; más allá en otra “reja” aprende una estudiosa a tocar el piano por el indispensable método de Bertini. A las once irrumpe en la Plazuela la muchachada de los colegios de Guadalupe que la llena con sus gritos, mientras unos se ejercitan en el salto peruano con patadita “sobasoba”, “tintero” y “mordiscón” y otros juegan a “dado y cuarta” con bolas de cristal y piedra y con “cholones” (los boliches negros e imperfectos no pasan). En la tarde pasado el sol don Alberto saca de su tienda un aparato de madera especie de escalerilla o cruz con su hermosa y parlanchina lora y la deja en el pedestal a que tome aire”. Como el burgués ricachón que toda su vida había hablado en prosa sin saberlo, don Alberto B. Ironiza diariamente sin doble intención nuestra famosa costumbre de las primeras piedras a las cuales la última piedra viene si es que viene tan tarde unirse. Luego Tiravanti en una bicicleta formada por dos ruedas: la una muy grande y la otra pequeñita hace su diario paseo para regresar a la tertulia de las seis, También la pareja Santa GadeaGómez sale a pasear por la plazuela acompañada de su lora que la señora lleva graciosamente (si en esto cabe gracia) en el puño de su sombrilla..
"La Plazuela de San Carlos
" Más tarde la plazuela se anima con el pasaje por ella de los militares caceristas que vuelven al cercano cuartel de Santa Catalina. Tipos arrogantes con toda marcialidad que les han dado seis continuos años de guerra. Esteban de Lazúrtegui, Pedro Ernesto Muñiz, Juan Norberto Eléspuru, Eulogio Cavero y otros cien más entusiastas partidarios del brujo de los Andes, que fueron mozos a la guerra y han regresado hombres, caminan erguidos envueltos en obscuros que no cubren del todo los rojos bombachones pantalones con franja y el dormán azul o negro. El tradicional y popular Kepís rojo colocado a la pedrada o ladeado dales un aire un si es no es truhán, de sus labios en donde un “Garibaldi” o un “negro bueno” humea, brota casi sin pensarlo el requiebro criollo –indispensable e imprescindible al paso de una bella limeña que vuelve a casa del “comercio” o el trisagio de los Huérfanos
"La Plazuela de San Carlos
" "A las ocho de la noche, un corneta de Santa Catalina sale a la puerta del fuerte y llama a las tropas a pasar lista. Un chiquillo que oye desde acá el toque se pone a gritar:
“Oficiales al cuartel
Que los llama el coronel
Al cuartel... Al cuartel...”
A las nueve el silencio de la plazuela se interrumpe con las marciales notas de un airoso paso doble. Por la esquina de las “Latas” regresa al cuartel, precedida de la “crinolina” desarmada y llevada en hombros de los soldados, la banda que acaba de dar retreta en la plazuela de Santa Teresa, seguida por toda la chiquillería del barrio, que cortésmente la acompaña hasta la puerta de su casa"
"La Plazuela de San Carlos
" Recupera después San Carlos su plena normalidad. Recostado en la gradería del pedestal un borrachito, repleto de copitas de “guinda”, “cascarilla” y vasos de “vino de Chincha” bebidos en la vinería del Noviciado del jorobadito don Juan, ronca soñando con quien sabe qué pleito de comadres y musita palabras cortadas
"La Plazuela de San Carlos
" "Acercándose se le puede entender:
“Como se ríe el talón
Cuando la media está rota”."
"La Plazuela de Santa Catalina
" "A Alfonso Espinosa y Palacios
EN ESTA CIUDAD DE PLAZAS Y PLAZUELAS, la de Santa Catalina es una de las más grandes y curiosas: una plazuela pampa, sin jardines, sin pila ni “casas grandes”, enteramente populachera y jaranista, llena de soldados y de “rabonas” errantes y resignadas. Tiene la peculiaridad de poseer solo tres frentes pues el lado que consistiría el cuarto es la calle del General y una de sus esquinas.
A la izquierda se levantan el monasterio fundado por doña Lucía Guerra de la Daga y su hermana doña Clara y ayudadas por el clérigo Robles en el siglo XVII y la iglesia aneja a él. El coro bajo el templo es bastante espacioso y está adornado con antiguas pinturas de algún mérito. Una milagrosa imagen del Crucificado se venera en una capillita interior del convento; las solícitas monjitas prestan a sus conocidos el sudario de la imagen para aplicarlo a las personas enfermas y obtener sí su rápida curación. San Catalina es célebre por los hermosos “ramos de pila” que para “cumplir con sus amistades” confeccionan las religiosas. Algunos de ellos son casi monumentales, de cuatro o cinco pilas de jazmines, rosas, madreselvas, flores de chirimoyo, multiflores, aromas, ”tumbitos” y “capulíes”"
"La Plazuela de Santa Catalina
" En estos días se han celebrado grandes fiestas novenarios y procesiones en honor de la “estrella dominicana” Rosa de Santa María por conmemorarse el tercer centenario de su nacimiento. Los muchachos se hacen lengua contándonos cómo fue la iluminación que hizo el “pichin” de la esquina con vasitos de colores siguiendo las líneas de la fachada blancos y rojos de un lado, verdes, rojos y blancos del otro, rodeando la imagen de la santa limeña colocada en un marco central. Entramos en la portería del convento siempre ocupada por regañonas mandaderas para “cambiar” un “detente” y la hermana tornera, muy gentil, nos proporciona un precioso recuerdo de las solemnes fiestas, los sermones de don José Antonio Roca y Boloña que se publicaron en tres folletos “como obsequio a la obra del centenario”. Ya admiraremos con despacio la clásica prosa de monseñor Roca
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Una callejuela separa el convento el cuartel limeño politiquero por excelencia. Animado es el fuerte de Santa Catalina por la pintoresca población de “rabonas” o “amorosas” como tambien se les llama. Las hay de todas las provincias del Perú y conservan los trajes regionales mientras que siguen a sus maridos los veteranos cholos caceristas en sus andares por todo el país, sirviéndole “tanto para un fregado como para un barrido”, limpiándoles el uniforme, pegándoles los botones de reluciente cobre con el escudo nacional, lavándoles el uniforme de verano que es por supuesto de “tela de batea” y las camisas que como las del hidalgo montañés don Pascual Pérez Quiñones “eran nones y no llegan a tres” guisando el “yaco chupe” con bastante “muña” tostando “cancha”, habas y frijolitos, pelando “mote” y por último dándoles “huahuas” que apadrinará el capitán de la compañía. Junto al torreón de la izquierda una plaquita que recuerda la construcción del fuerte dice:
“El viernes 29 de agosto día de S"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Timoteo se principió la obra de esta quar
Tel de Artillería de Santa Catalina
en Lima siendo virrey del Perú el Ex"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Señor don José Fernando Abascal. Sub
Inspector interino el cuerpo en este
Departamento del Coronel don Joaquín de la
Pezuela”"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Del lado derecho está formado por una casa de vecindad muy poblada conocida con el nombre de la casa de Gómez Sánchez, a la que siguen algunos tenduchos chingana, sastrería, etc. y la “pulpaya” de la esquina que da a la calle de “Artesanos”.
El rio Huática sigue su curso a lo largo de la plazuela, los viejos y ruinosos balcones de la casa de Gómez Sánchez dan sobre él. En uno de estos días la señorita Aranzáez que habita en los altos de esa casa, subió al viejo balcón para dar de comer a su canario y al hacerlo resbaló, cedió a su peso la baranda y ¡cataplún! Fue a dar con su cuerpo al rio de aguas no muy cristalinas por cierto"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "La plazuela se llena de vendedores con especialísimos y pintorescos pregones desde la mañanita. La primera en pasar es la tinajera que jinete en un asno y provista de varias ollas de barro con tisana “bien hechecita”, con “achicoria”, cebada, “juan alonso”, rajitas de piña y cerecitas, van anunciando su
mercancía. ¡Se va la tisanera! ¡La tisanera...! Todos aquellos que se “sobrepasaron”, es decir, que bebieron licor más de lo natural, no dejan, por cierto, de acudir presurosos a tomarse un buen vaso de la saludable tisana con bastante limón. También para “cortar la bilis” la tisana resulta indispensable"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Por la tarde con su tablita en la cabeza pasa la caramelera, que según el decir de las viejas “más tiene de loca que de cristiana”. Con voz atiplada pregona sus caramelos de coco, piña, rosas, fresas, limón, todo riquísimo como que quien los hace ”tiene unas manos”... Los muchachos pertinaces en aburrirla no dejan transcurrir un instante sin gritarle ¡Espanta la Virgen!. Hay que taparse los oídos para no escuchar las procacidades con que responde a las burlas de la chiquillería caramelera. En el barrio nadie sabe el origen de su apodo mas alguien supone que en sus mocedades usara siempre algún ejemplar muy exagerado de las redecillas llamadas “espanta la virgen” compañeras indispensables del “sígueme pollo” de moda allá por el setenta y tantos.
Un tipo muy curioso es García el de los imperiales; recortadito con dos canastas en los brazos y voceando ¡Imperiales de lúcuma, de chirimoya! Mientras que de cada ventana y cada zaguán grítanle los “pie de judas” ¡Imperiales de carbón, de basura! Y él indignado detiene su apresurada marcha para replicar: son Imperiales de sinvergüenza, de muerto de hambre, de “arrastrao”! reanudando la interrumpida marcha que, de fijo, se la estorbarán más allá otros muchachos malcriados"
"La Plazuela de Santa Catalina
" La zonza del barrio es Carmen Moreno, baja de cuerpo, desmedrada, tuerta, mal vestida, enamorada y siempre de prisa como es corredora de objetos de relance. Perpetua compradora en los remates de las casas de préstamo de la Buena Muerte de don Gelacio Guerzoni u italiano cerrado en el hablar, de enormes anteojos de oro, saco cruzado siempre abrochado del todo, con el cuello envuelto en una larguísima bufanda de vicuña y que monologando sin cesar es un tipo de enfermo imaginario que ya hubiera querido conocer Moliére; de hoyos de don Francisco Picasso, y el Arzobispo, de don Miguel de Orueta paisano de Azpeytia venido a “hacer la América” y que más que hacerla la está despojando de todas sus joyas de valor para sumirlas en su caja de fierro “Chubb”. Esmeraldas inverosímiles, perlas perfectas, antiguos aderezos lucidos en los bailes echeniquistas, vienen a dormir en la obscuridad de los compartimientos secretos de las cajas de don Miguel, el tozudo vizcaíno siempre sonriente y siempre sin cuello en la camisa. Curiosas, curiosísimas estas limeñas casas de préstamo en donde “se da plata sobre toda clase prendas” al módico interés de un real por sol al mes
"La Plazuela de Santa Catalina
" La guerra nacional no ha dejado a los limeños en la condición de ser todos clientes de las joyerías de Hugo y de Sigmundo Jacoby, y como siempre hay santos, bodas y bautizos, es necesario “cumplir con las amistades” haciendo que por poco precio “salga uno del compromiso”
"La Plazuela de Santa Catalina
" A la niña que quiere obsequiar algo al novio, Carmen le suministra una relojera de paja pintada, de Cajamarca, o una de mostacillas bordada con el imprescindible monograma del propietario que lo sabe muy bien hacer una niña que ha quedado huérfana y vive de eso o una cigarrera tejida de fibra bombonaje en Chachapoyas, a cuadritos imitando el petate chino, tan usado hoy en los hogares modestos
"La Plazuela de Santa Catalina
" Para regalar a una beatita de las que llevan hábito, correa, cruz al pecho y rosario a la cintura, tiene Carmencita sortijas de coco y de hueso con un ancla, un corazón y una cruz que simbolizan la fe, la esperanza y la caridad rosarios con indulgencias, denarios y crucifijos de los Santos Lugares para hacer en casa el Vía Crucis
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Carmencita no vende para obsequiar a la vieja tía acostumbrada a mejores tiempos los dijes de porcelana, restos del naufragio de las casas coloniales, regularmente del Buen Retiro y Talavera llamados “muñequitos de consola”. (A las personas atildadas y elegantes el pueblo las llama también “muñequitos de consola”.)
Las “obras de pelo”, ya sean una cadena con engaste de oro, un anillo o un par de aretes, una peineta de azabache, un antimacasar tejido a crochet o de malla o un rodapié para las sábanas cameras, autenticas curiosidades limeñas, son otras de las muchas cosas de relance que vende Carmen"
"La Plazuela de Santa Catalina
" Para obsequiar al papá o al tío, Carmencita puede buscar o indicar el sitio en donde se venden cajitas de rapé en las que la fantasía y la riqueza de los materiales es enorme y los mecheros de oro, plata o marfil desde luego con su eslabón y su pedernal. Hemos oido decir que existe en Lima una célebre colección de tabaqueras que fue propiedad del General don Luis La Puerta una figura que perteneció a Napoleón I
"La Plazuela de Santa Catalina
" Los antiguos marquitos de cuero de Córdova y de terciopelo en donde se colocaron desde el año cincuenta los primeros daguerrotipos y que rotos y perdidos éstos, sirven hoy para las modernas fotografías de Richardson, Courret, Chocano y Maunoury, son todo una especialidad para la zonza que no lo es por cierto, al tratarse de sus ventas, pues si en este momento le preguntan por el novio, dice: “Dejemos eso, por ahora, niña, vamos al negocio”. Cae “la bendita casualidad” que toda la ropa usada que vende Carmencita es, según lo afirma, “nuevecita y que no tiene ni dos “puestas”, pues se deshacen de ella, no por necesidad, no señor, sino porque a las pobrecitas, que le encomiendan su venta, les ha caído luto cerrado.”
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Por la tarde los oficiales del cuerpo de artillería del cuartel y de otros cuerpos que en él se alojan salen a hacer tertulia a la puerta. Ruidosas carcajadas corean una lectura que un desenvuelto teniente hace en un antiguo periódico de la Tablita Pitagórica pícaros y profetas versos de “El Chico Terencio” quien no es otro que el doctor Pedro Antonio Varela abogado y periodista de nota:
“Dos por una, dos
La situación es atroz"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "Tres por una, tres
Pronto vendrá don Andrés.
(Andrés Alfredo Cáceres)
Cuatro por una, cuatro
Yo a Monseñor idolatro.
(El Clérigo don Manuel Tovar)
Cinco por una, cinco
El gobierno dará un brinco
Seis por una, seis
Aguardad y lo veréis
Siete por una, siete
Miguelito ¡vente! ¡vente!
(Don Miguel Iglesias)
Ocho por una, ocho
Tovar se comió un bizcocho
Nueve por una, nueve
En la sierra truena y llueve
Diez por una, diez
¡Ay Jesús, qué candidez!
Nos detenemos en la esquina para ver pasar la caravana de coches que repletos de alegres pasajeros regresan de la “Chicha Corral” famosa picantería en la cual han pasado todo el día agotando los picantes, las chichas de jora y maní bien cabeceadas y el repertorio de los bailes y cantos nacionales, desde la danza del pavo hasta la rebautizada “marinera” y desde “palmero sube a la palma” hasta la popular:
“Se quebró la jarra ´ e plata
Que costo tanto dinero”
curiosos tonderos y mozas malas de nuestro interesante mundo jaranero"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "La fama jaranista que posee San Catalina data de muy antiguo. En el Colegio, allá por los cincuenta y tantos aprendían, de memoria, los mataperros esta espinela, obra de quien sabe qué poeta popular:
“Acabando de cenar
Y de tomar aguardiente
Cuando cayó derrepente
Francisco con su mujer"
"La Plazuela de Santa Catalina
" "La “Simplito” dio a correr
Por eso de la “Asesina”
Y dijo la “Albarracina”
Ya ese Bañón se nos fue
Porque esta noche hay minué
Allá en Santa Catalina”"
"La Plazuela de Santa Catalina
" Suavemente tintinea la oración la campanita del vecino monasterio. El Ángel del Señor anunció a María... y la plazuela huele a sahumerio y flores
"La Plazuela de Santa Catalina
" A las ocho, después de la llamada a lista se cierran los portones del cuartel y el barrio queda silencioso, interrumpido su sueño únicamente cada hora por los gritos de los soldados que velan en los vetustos torreones tan mentados en las consejas populares y en los cuentos de las abuelas por el fraile y la monja que se buscan cada noche la cabeza cortada entre las manos trémulas ¿Centinela alerta? ¡Alerta está...!
"La Plazuela de San Pedro
" CURIOSA CALLE es en verdad la que antiguamente se llamó de la Compañía y hoy se conoce con el nombre de San Pedro
"La Plazuela de San Pedro
" En la acera derecha encontramos en primer término el taller de encuadernación del Comandante Moreno, a quien seguramente la paz ha hecho cambiar de oficio como a tantos otros militares. Este taller está situado en la finca que antiguamente perteneció a los marqueses de San Miguel de Hijar, en otra de cuy tiendas don José Brondi encuaderna libros y dora nombres y letras iniciales en las carteras de cuero de Rusia del vecindario elegante
"La Plazuela de San Pedro
" "Siguen a estos establecimientos varias pintorescas platerías. Difícilmente en cualquier otro sitio se pone tan de manifiesto el espiritu ascético y conventual que aún subsiste en Lima, mostrando tal cantidad de objetos destinados al culto divino que en una de nuestras limeñas platerías. Tras el mostrador trabajan afanosamente cincelando los nobles metales el maestro y los aprendices arcaicos términos del vocabulario de los gremios medioevales y en las vidrieras en grandes azafates de plata se exhiben los primorosos trabajos que salen de las manos de los maestros Montalbán, Bolarte y otros no menos afamados vecinos de San Pedro. Descubriremos los más notables:
La “potencias”, delicados alfileres figurando haces de luz que penetran simétricamente en la cabeza de la adorada imagen. Son un juego de tres como las del alma, para las imágenes del Niño Dios y uno de dos para el legislador Moisés"
"La Plazuela de San Pedro
" Los “rayos” que no vienen a ser otra cosa que aureolas y que tienen igual destino que los anteriores
"La Plazuela de San Pedro
" Las “diademas” discos con aureolas—que lucen las retocadas imagenes de madera pintada o vestidas de San Antonio, San Jacinto y San Ramón Nonato
"La Plazuela de San Pedro
" "Las coronas de forma real que sólo usan con propiedad Nuestra Señora en sus diversas advocaciones y San José patrono de los casados, como que ambos pertenecen a la casa del rey David. Las coronas de cualquier otro titulo de nobleza quedan excluidas de dicho servicio.
Las cantoneras, abrazaderas que se ponen en las extremidades de los crucifijos de talla o de ébano y marfil y que representan al señor muerto en su agonía indispensablemente en todo hogar limeño en la cabecera de la cama o al lado de la vela del bien morir obsequia el día de la Candelaria de la palma bendita y de la Bula de la Santa Cruzada comprada en la tiendecita de judíos"
"La Plazuela de San Pedro
" Los “Glorias”, plaquitas recortadas en forma diversa, de bordes ondulantes, en cuyo centro luce la bíblica aleluya ¡Gloria in excelsis Deo! Que se colocan sobre el pesebre o portafolio en todo nacimiento de los buenos
"La Plazuela de San Pedro
" Las varas de azucena símbolo de la pureza que llevan las imágenes de los castos San José y San Antonio de Padua
"La Plazuela de San Pedro
" En milagros se exponen en los azafates una gran variedad, ya que, para las distintas gracias sobrenaturales que Dios concede por intermedio de sus santos existen sus correspondientes exvotos. Los hay en forma de corazones, casas ante las cuales se detienen prodigiosamente las llamas de un incendio, piernas, manos, ojos, hombres y mujeres arrodillados, sandalias y otras figuras que expresan primitiva e ingenuamente los milagros obtenidos por los fieles gracias a algunas venerada intercepción
"La Plazuela de San Pedro
" Otros objetos de culto fabricado por los viejos plateros limeños, conservadores e la tradición litúrgica católica, que acompañan a los ya citados en las amplias vidrieras de la entrada de la tienda, son las navetas para guardar el incienso, los incensarios pendientes de largas cadenas para quemarlo, las calderillas o acetres provistos de su correspondiente hisopo, las patenas, los cálices y las custodias y copones en donde las piedras preciosas deslumbran la vista de los fieles con el brillo inigualado de sus rayos. Se comprende cómo el siglo pasado calles enteras estaban ocupadas por platerías y cómo subsiste hasta hoy su recuerdo: calle de Plateros de San Agustín, calle de Plateros de San Pedro y otras
"La Plazuela de San Pedro
" Aparte de los objetos de culto guardan las platerías otros dignos de llamar la atención de los curiosos, nos referimos a algo exclusivamente nacional y fuera del país es rarísimo encontrar: la filigrana ayacuchana, cubiertos cuyos mangos son unas filigrana de encajes, canastitas, portamonedas, cigarreras, tarjeteras artísticamente ideadas y tan levemente tejidas que veces se tiene miedo de tocarlas creyendo deshacerlas... Espuma, copo, encaje convertido en plata. Mueblecitos, arañitas con pequeñísimas velas, estrellas de filigrana que se usan en el adorno de la “urna” rodeando “el misterio” del nacimiento sobre la cómoda de “buche de paloma” taraceada de maderas diversas o con incrustaciones de cobre. No hay viajero de gusto que no compre algunas piezas de éstas como recuerdo de su paso por las tres veces coronada ciudad
"La Plazuela de San Pedro
" Especial atención merecen los zahumadores de plata que tanto lucen en las celebres procesiones limeñas y particularmente en la del Señor de los Milagros. Las formas clásicas son dos: la del pavo real y la de la manzana, pero la fantasía los fabrica de mil otras diferentes. Para hablar del zahumador seriamente es necesario colocarlo en manos de la devota y ante las andas, como lo haremos, dios mediante, en otra ocasión
"La Plazuela de San Pedro
" La Casa de Ejercicios siguiente a las platerías tiene por patrono al Corazón de Jesús y está regida por el virtuoso clérigo don Amador Sotomayor que sucede dignamente al no menos santo oratoriano y celebre predicador Mateo Aguilar (abogado ilustre que dejó la toga por la sotana). Los muros del zaguán y el patio de este típico cenobio están cubiertos por frescos que representan bíblicas escenas: la curación del leproso, la enfermedad de Job, la última cena y otras que hagan recordar a las beatas los ejemplares “pasos divinos”
"La Plazuela de San Pedro
" La mansión solariega de los TorreVelarde es un precioso modelo de nuestros albergues coloniales cuyo exterior malogran hoy las tiendas de don Manuel María Hurtado de Mendoza y de don Pedro Labaud que están reemplazando a las antiguas y clásicas ventanas de rejas
"La Plazuela de San Pedro
" El almacén de Don Pedro Labaud, espécimen de los baratillos de cosas viejas en los que se venden, sobre todo libros en mescolanza con llaves, chapas, pestillos, alhajitas y herramientas, es un digno rival de aquel otro que su dueño ha llamado “El Arca de Noé” situado en la inquisición poco antes de llegar al viejo local del Senado
"La Plazuela de San Pedro
" "Más allá se abre la oficina (sic) del reputado agente de domésticos “afianzado en la prefectura” como siempre se cuida de avisar al marchante don Manuel María Hurtado de Mendoza, de ascendencia virreinal, bajo de cuerpo, ceceoso, vestido constantemente de pantalones muy anchos, levita negra y chaleco de color las más veces encarnado con gruesa cadena de sellos y guardapelo sobre el voluminoso abdomen, de “tongo” en los días de trabajo y de “tarro de unto” en los días de fiesta y en los que por cualquier otro motivo repican gordo... La tienda pequeña y mal oliente, de techo muy bajo, pues hay “altillo”, obscura y desaseada tienda de paredes cubiertas por antiguos lienzos, retratos de sus antepasados, condes, marqueses de la época colonial pintados de cuerpo entero, marquesas y condesas de igual manera, que irrumpen en la tela, entre el rojo cortinaje y el escudo nobiliario, con aspecto agobiado quizás si por el peso de tanto nombre de pila, apellido y titulo, que desde luego, no ha dejado de consignar en el típico cuadrito oval el respetuoso pincel del artista. Como las paredes no alcanzan para sostener tanto cuadros, al pie de ña mampara de vidrios que separa a la tienda del interior de ella, dos los mejores de ellos recostados, graves, montan la guardia ante el asombro de los chiquillo y aún de los grandes y ante la “non chalance” de la morena cocinera que canturreando la canción en boga:
“La que vive en la cocina
Y trabaja en el fogón,
“En horrible chamusquina
Me ha dejado el corazón..”
viene a buscar una casa en que cocinar y en donde los patrones “¡ Por Dios señor Mendoza, no sean fregados porque si no qué será de uno!”. El señor agente conociendo su grave dirección de una “casa grande” en la que la señora y las niñas no se “meten para nada con la servidumbre” y tienen buena despensa. “Apúrate hija”exclama en voz alta hace una semana que no tienen cocinera y hay que traer la comida del “Hotel de Francia e Inglaterra” de don Juan Terré y esto es muy fastidioso porque queda muy lejos de la casa...
En esta ciudad, digna rival de la arequipeña en cuanto se refiere a poner apodos, parece que don Manuel María los tiene a pares, pues no solamente le conoce todo San Pedro por “Palomo” sino que también se llama ”Pichón de Avestruz”. Las mismas criadas que suelen aprovechar sus servicios son las primeras en extender todos los sobrenombres por toda la población: “Si señorita, don Palomo” mismito dejó de tocar el piano y de cantar para mandarme donde usted”. En efecto, tras la mampara de su oficina un viejo Steinway de media cola sirve al agente para distraer sus ocios"
"La Plazuela de San Pedro
" Si los plateros de San Pedro fabrican las joyas que han de adornara las imágenes de nuestros templos, los bordadores de la vecina calle de Beytia se encargaban de vestirlas realzando con primorosos bordados las túnicas y mantos... Genero Corso, el chiquitito Navarro y Puente Arnao tienen establecidas sus bordadurías en Beytia. El aspecto de todas ellas está cortado por el mismo patrón: una gran tabla colocada sobre dos banquitos delante una silleta en donde se sienta el “mestro” a bordar y dos vidrieras cercanas a la entrada destinadas a guardar las maravillas que salen de sus manos: los mantos, túnicas y sudarios para las imágenes de los santos, las capas pluviales, casullas, humerales y dalmáticas que usan los sacerdotes en las ceremonias del servicio divino y los estandartes que en desfiles y procesiones han de lucir cofradías, sociedades de auxilios mutuos, compañías de bomberos y cuerpos del ejército y de la marina
"La Plazuela de San Pedro
" "La vida de este barrio es un tanto atareada por su cercanía al mercado central a donde se dirigen desde las primeras horas de la madrugada las cholas placeras y los italianos verduleros abastecedores de éstas, con el fin de encontrar un sitio cómodo para efectuar sus ventas en “Paz Soldán”, “Zavala”, o el “Capón”.
Por la mañana la plazuela cobra animación debido a la numerosa concurrencia que acude a las misas que cada media hora se celebran en la iglesia, pagadas por la “ilustre Congregación de Seglares de Nuestra Señora de la O”. Entre los asistentes a la de once que es la más favorecida por los fieles no falta jamás el pelucón de don Nicolás de Pando de quien dícese (y está probado) que tiene sus “cangilones” y que en el 86 persiste en vestirse a la moda del 39 con levita color ciruela, pantalones muy estrechos, chalecos de Casimira y zapatos de listón. El pelucón es de nobilísima ascendencia colonial y cuenta entre sus antepasados al célebre ministro de Bolívar don José María de Pando. Siempre que sus andanzas revolucionarias o sus obligados destierros no lo aparten de la capital tampoco falta a esta misa con el fin de oírla devotamente su colombroño don Nicolás de Piérola, atildado, correcto, de barbas recortadas a la española dejando ver las líneas del prominente mentón, vestido de americana obscura, corbata blanca de plastrón que lleva en su centro un fino mosaico veneciano o un antiguo prendedor de camafeo y calzando esmeradamente botines de aperillado tacón, Diversos y encontrados tipos: el de una aristocracia que agoniza y el de una democracia que comienza. Su presencia en el atrio es una lección de cosas que no aprovecha quizá la joven concurrencia masculina, más interesada en ver salir de misa a las niñas y sus mamás para luego acompañarlas en su paseo por el centro antes de almorzar.
Por la tarde trafica la plazuela la turbamulta que acude al vetusto Palacio de Justicia en la calle de la Aduana. Litigantes, tinterillos, escribanos, notarios, abogados de nota o meros firmantes, testigos falsos y graves magistrados pasan por San Pedro descubriéndose respetuosamente delante de la puerta mayor. Pedro Antonio Valera que tiene su estudio en Negreiros es a nuestro modo de ver el que más veces pasa por aquí y más veces se descubre la cabeza al pasar ante la casa de Dios. Don Federico Garcés más chalan aficionado que juez de paz recorre siempre el barrio jinete en brioso caballo blanco de paso.."
"La Plazuela de San Pedro
" Figuras harto conocidas en la plazuela son las de don Ricardo Palma el “bibliotecario mendigo”, alto, trigueño, ojitos centellantes tras las antiparras de oro que cabalgan la roma nariz, mostachos gruesos y descuidados, el cabello crespo bajo el lustroso “tarro de unto”, larga capa obscura con vueltas de pana roja dirigiéndose a su amada Biblioteca acompañado de Luis Cisneros, José Antonio Lavalle o algún otro escritor amigo suyo y la de don Luis Carranza el sabio ayacuyano exministro de guerra de Cáceres en la Breña, director de El Comercio, alto de cuerpo, cargado de hombros, que buen padre de familia no falta a las horas de almuerzo y comida a su residencia de la calle de Gato
"La Plazuela de San Pedro
" Algo más tarde, a las cinco, varios lujosos coches particulares, con soberbios troncos de caballos, hacen fila delante de la iglesia esperando que sus dueños señoras aristócratas y devotas presidentas de sociedades católicas salgan de confesarse con el padre Cappa o el padre Garcés, jesuitas de gran reputación como “padres de espiritu” entre los elementos femeniles
"La Plazuela de San Pedro
" Por la noche suelen encontrarse los trasnochadores que se retiran a sus casas por este barrio, cercano al “comercio”, con una extraña aparición: unos hombres bajitos, de gorrita encajada hasta las cejas, envueltos en grandes capotes azules, que van aplicando a todas la chapas y candados la luz de una pequeña linterna después de haberle dado un recto empujón a la puerta, miembros todos ellos de la muy santa y respetable institución llamada “Guardianía de Comercio” ayudante nocturna de los somnolientos celadores
"La Plazuela de San Pedro
" "La fantasía popular los podía considerar “duendes” salidos de alguna casa en la que hay niños “moros aún no devueltos a la vida de la gracia por las lustrales aguas del bautismo. La maledicencia murmura que los escogen bajitos para ahorrarles el trabajo de agacharse mucho al revisar las chapas. No falta mozón que con ellos tropieza y les canturrea:
""¿ Para qué son cerrojos,
Puertas con llave
Zamba, si están abiertas
Las voluntades?”
Los guardianes son hombres serios que, por cierto, no hacen caso de las pullas dichas por “volantuzos” trasnochadores y continúan su labor con toda escrupulosidad. Cuando el reloj de los teatinos da las dos y la madrugada se acerca, alguna pareja de ellos, cansada de tanto remecer candados y revisar armellas viene a tomar un pequeño descanso, sentándose en los poyos que hay en la puerta de calle de la casa del rincón, cuya propietaria era doña Manuela Zalduondo de Odría. Los guardianes son por lo regular ya entrados en años, ex policías o militares en retiro y casi siempre nacidos y criados en Lima; sus charlas versan, pues, sobre el pasado, y sin conocer las coplas de Jorge Manrique, convienen con él en que fue mucho mejor que el presente. Las temporadas chorrillanas salpicadas de ocurrencias del Mariscal Cachabotas, el baile de Echenique en la quinta de la “Victoria”, el arreglo de la Alameda a que tanto contribuyó don Felipe Barreda, las temporadas de ópera italiana, las representaciones de comedias de Segura, las batallas de la Palma y del 2 de mayo son recordados melancólicamente en el silencio de la noche obscura. Uno de ellos relata cómo se arruinó precisamente la dueña de esta casa, “misia Manonguita”, solamente por su buena alma. No podía la señora negar servicio alguno y por prestar fianza y “salir de garante” la dejaron sus favores en la miseria. En cambio su hermano Mariano pecaba del defecto contrario. Dejando el farolito en el suelo, cuenta cómo don Mariano, cada vez que se enfermaba, llamaba a su otra hermana Pascuala, en cuya casa vivía, para decirle: “Hermana puede ser que de esta hecha no levante más cabeza, en el corral junto a la pared, tengo unos “ahorritos” en un tarrito de pintura. Sácalos, son para ti”. Varias fueron las veces que tuvo “bis” esta escena y siempre don Mariano recobraba la salud. Hasta que por fin murió. La casa cambió e dueño, corrieron los años y un día que el inquilino médico afamado decidió componer el techo del comedor, al retirarse los apolillados cuartones cayo sobre la cabeza de los asombrados carpinteros una lluvia de oro... Estas si que eran las últimas peluconas de don Mariano.."
"La Plazuela de San Pedro
" En estas y otras charlas sin que falte a veces un “cachorreo” pasan los guardianes las últimas horas de la noche y a las cuatro de la madrugada se retiran somnolientos y cansados a sus domicilios.
"La Plazuela de los Desamparados
" LA PLAZUELA DE LOS DESAMPARADOS no es una verdadera plazuela sino más bien un ensanchamiento del puente de piedra que comienza en ella. Siguiendo la costumbre la designaremos como tal, pero en riesgo de perder nuestra veracidad y oponiéndonos a la opinión general que tanto la alaba, quizá si por su proximidad a Palacio debemos declarar que la plazuela está ahora de “capa caída”. Del arco de triunfo que la adornaba en años anteriores no queda ni vestigios pues un incendio los destruyó totalmente en la madrugada del domingo 10 de abril de 1879 a los cuatro días de la declaratoria de guerra a Chile. Una tradición popular trasmite de boca en boca, tradición que no podríamos considerar exacta hasta tanto que se presentara una prueba cierta de su veracidad, de que el incendiario fue un chileno Cornelio Granados casado con una hija del país
"La Plazuela de los Desamparados
" "El Puente de piedra sobre el rio Rímac construido bajo el gobierno del celoso virrey don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros es una de mejores obras de nuestros alarifes coloniales. Los limeños al hablar de él no sin jactancia consignan los miles de claras de huevo que se emplearon en confeccionar la argamasa con que se unieron sus piedras (sin añadirnos jamás qué fin corrieron las respectivas yemas). Suelen visitar los poyos del puente que resultan cómodos pero fríos asientos vendedores ocasionales de toda clase de objetos y golosinas, desde “rosquetes” y “trompadas” (que las hacen muy buenas la alemana Sofía Mohring y la “negra americana”) hasta libros viejos. Ayer mismo encontramos en uno de los poyos dos muchachos que provistos de un enorme “balay”, de aquellos que usan las planchadoras, lleno de libros forrados en pergamino los ofrecían “a un real al escoger”. A pesar de su baratura no encontraban compradores, nos acercamos a él y nos entretuvimos largo rato en examinarlos: libros místicos en su mayoría, varios escritos en latín, todos llevaban un sello de goma que decía “Gris y Zavala Compra y venta de libros Calle de San Pedro n.82 A.) y algunos además por un segundo sello que tenían indicaban su procedencia de la Biblioteca Nacional destruida innoblemente por el ejército chileno de ocupación. Escogimos dos viejos y maltrechos volúmenes, dimos una peseta y cargamos a casa con ellos:
“Compendio Historial de la Vida la Gloriosa S Rita de Cassia Monja en el Obervantisimo Monas terio de S. María Magdalena de Cassia del Orden de NPS Agustín. Escríbelo El MR PM Fr Mathias Lisperguer y solis calificador del Santo Oficio. Maestro en Artes y Doctor Theologo. En la Real Universidad de S. Marcos, Catedrático (que fue) de Prima de Sagrada Theología en la Univesidad Pontificia de S. Idelfonso Regente General de los Estudios, y Coronista de esta Provincia de el Orden de NP S Agustín Dedícalo a NMRP Fr Pedro de Soto Doctor Theologo en la Real Universidad Prior Provincial de esta Provincia del Orden de NP San Agustín Lleva al fin del novenario de la Santa Con licencia en Lima Por Joseph de Contreras, impresor Real del S Oficio y de la S Cruzada Año de 1699” y “Varios eloquentes libros recogidos en uno Escriviéronlos diferentes autores y los intitularon: Retrato Político del señor Rey don Alfonso el VII El perfecto Privado. Advertencias Políticas y Morales Jacinto Polo de Medina, Gobierno Moral a Lelio Don Joseph Rubio Gobierno Moral a Fabio El RPM fray Juan Bautista Aguilar Gobierno Moral a Lauro. Heráclito defendido Filósofo que lloraba siempre los sucesos del mundo Ponen en el fin del libro la Autoridades que se citan en el Retrato Político, y en el del Prefecto Privado y de los autores que se notan en las advertencias Políticas y Morales Con licencia: en Valencia Año 1711”"
"La Plazuela de los Desamparados
" Son tan diferentes estos viejos libros de los actuales, tanto como libros mismos cuanto por su contenido, que no hemos resistido a la tentación de copiar sus portadas, para que cualquiera que lea esta obra saque las consecuencias del caso, poniéndolas sobre su mesa al lado verbi gratia de unos Aletazos del Murciélago o un diccionario de Peruanismos tan parcos en titulo como aquellos generosos
"La Plazuela de los Desamparados
" Una de las atracciones de la plazuela, al memos para los chicos de la vecindad y aún para los grandes “noveleros”, es el “pigmeo” hojalatero que en nuestra miscegenación étnica no pasaría de un negrito colorado y que se dedica a vender “monitoras”, jarros y anafes, “olletas”, “chocolateras” y “porongos”, faroles (para los callejones y champucerías), alcuzas y candiles, tacitas para ron y otros objetos que fabrica en su tenducho elevado sobre las ruinas del edificio anejo al arco y que desapareció con él. El pigmeo que no mide una vara de alto retaco, gordito y feo vive en la calle de la Manteras y cuando pelea con su mujer una mujer que no merece el muy zamarro, pues es blanca y agraciada y quiere vapulearla, se sube a la mesa de comer y desde allí brinca sobre ella para salirse con su gusto. Diversas veces por haber cometido esa fechoría ha tenido que dormir en la comisaría del cuartel quinto
"La Plazuela de los Desamparados
" Cerca de este tenducho se ha instalado en otro igual, un cigarrero fabricante de Corbatones” viejo canoso que todo el día “tuerce” con uña de lata ayudado por su hija y manda a vender los cigarros en los poyos del puente en paquetes armados con cintas de “totora”, estos cigarrillos envueltos en papel blanco de San Lorenzo son la delicia de las viejas fumadoras muy abundantes en Lima. El humo del tabaco es un consuelo para las ancianas pobres y olvidadas por su parentela... Nuestro buen viejo cigarrero fabrica también los puros de a centavo chico y los llamados de Cartagena, en los cuales, según puede observarse fácilmente, emplea mas engrudo que hojas de tabaco.
"La Plazuela de los Desamparados
" En la bajada sentado sobre el murito de piedra de la vereda se puede ver al frutero brujo ño José Berna zambo, alto, delgado que tiene la asombrosa peculiaridad de vender frutas que no se producen en la estación. De ahí que se le atribuyan horribles pactos con el enemigo (¡vade retro!) y también de ahí proviene que sea tan favorecido por las antojadizas preñadas de meses mayores que se les antoja comer paltas cuando el tiempo es de chirimoyas... Los muñecos de trapo que hace su mujer ña Joaquina verdaderas caricaturas sociales de la dama aristocrática, la hermana de caridad, la niña de primera comunión, el clérigo, la tamalera, el bizcochero, etc., dignas por su fidelidad de copia de un museo de trajes los coloca Berna en pintoresca promiscuidad con las frutas y las pastillas de oropel..
"La Plazuela de los Desamparados
" "Pero nos estamos apartando mucho de la plazuela, subamos al puente para volver a ella, en donde levanta sus ruinosas torres la iglesia de N. S. de los Desamparados y San Francisco de Borja, construida magníficamente merced a la protección que dispensó a su fábrica el ascético Conde de Lemus, quien la inauguró con pompa digna de su rango apadrinando la ceremonia que bendijo don Cristóbal Quirós junto a la iglesia se alza la preciosa portadita el callejón que conducía a las aulas de la latinidad que sostuvieron los jesuitas antes de su expulsión y en la que instruían gratuitamente a quinientos niños, desde el Christus hasta la retórica Latina y la Historia de las Indias.
Instituciones de fin tan piadoso y fundadas por ascetas de la moral rígida como Lemos que respetuoso de la investidura episcopal cuando saludaba al Ilustrísimo Villagómez se ponía casi de hinojos para besarle la mano y el P. Castillo jesuita reputado como siervo de Dios debían tener por irónico contraste de las cosas al correr de los años, de vecino al café Maximiliano frecuentado en las horas nocturnas por gente “non sancta”. Los aires del puente en que resonaban motetes, villancicos, y las graves notas del severo canto llano, vibran ahora con los lascivos sones de la marinera, las alegrías del valse vienés de Strauss o el limeño de Amézaga y las melodías de la canción de moda"
"La Plazuela de los Desamparados
" El salón de cena Maximiliano no cierra nunca sus puertas como que tiene “licencia para amanecer”, se reúne en él todo el pintoresco mundo de la hampa limeña: los badulaques y calaveras de la ciudad, las mujeres malas, sus amantes y toda gente “lechucera” (de media noche) poco conocida de la gente seria y formal. Cuando se acaba la función del teatro los hijos de familia “decentes” que ya tienen llave de puerta de calle y comienzan por esa razón a malograrse trasnochando, aparecen alegremente en el café. Pasada la mampara se extiende un gran salón de mesitas de mármol hechizo con cuatro silletas de esterilla alrededor de cada una. Al fondo un mostrador con vidrieras que exponen a la vista de los concurrentes el “jamón del país” para las butifarras y una serie de fuentes de loza blanca que contienen toda clase de viandas frías y a los lados de la vidriera, en una especie de guardia, dos enormes frascos de “ante con ante” se llenan y vacían varias veces en el transcurso de la noche... Las salas de billar están más al interior y en una suerte de piso alto cuyas ventanas dan sobre la rampa de madera que del puente baja a la Estación de Desamparados. A las once de la noche principia el juego del plato: el de dueño de casa lo trae triunfalmente y lo coloca sobre el verde paño, en el centro exacto de la mesa de billar. Cada jugador se apunta con una peseta, que lo va llenando, y el juego comienza. Hay que hacer una docena de carambolas sin que ninguna de las tres bolas toque el palto, las carambolas deben ser hechas de una en una “y eso” con el mayor cuidado pues un toque al plato hace perder la bolada, el mozo atento a cada vaciada el plato se acerca al ganador para cobrarle el tanto por ciento de lo ganado para la casa
"La Plazuela de los Desamparados
" Mientras dentro los jugadores de billar se entregan a su favorita distracción, afuera las mesas se van ocupando lentamente. “La Venadito”, “La Pericota”, “La Mono con polca”, “La Golondrina”, La Pacapaca” todo un jardín zoológico en apodos acompañadas de otras mujeres de alias tan raros como “La Muladar”, “La Torre de Malakoff”, “La Muerte del burro”, “La Aceituna de botija”, “La aprendiz de maromero” y las demás cuyos nombres sirven mucho para las versadas de nuestros listines de toros, charlan y beben animadamente en unión de sus ocasionales amigos. Es la hora del piano, el maestro Cadenas y el maestro Pepito Bonifaz hacen su aparición la cual es siempre recibida con aplausos por la concurrencia traen un inmenso repertorio y tienen la virtud de satisfacer a todos los gustos. ¡Maestro un valse! Y allá van “Tuyo es mi corazón”, “Embriaguez de amor” o “Vino, mujer y canto”, ¡Una polca maestro! y Bonifaz sonriente ataca “El Huáscar”, “El amor de las limeñas” o “La hija de madame Angot”. ¡Mazurca queremos! “Suspiros de un hambriento”, “Una dulce mirada”, ¡Danzas! “La Bellísima Peruana”, “La Argolla”, “La civilista”, “Porque tengo la cara negra” van haciendo sentir sus melodías en medio de la noche. Es entonces cuando entra en el salón el chinito manicero Antonio
"La Plazuela de los Desamparados
" "Antonio, como casi todos los chinos que hoy viven en el Perú, es protagonista de una trágica historia: “Contratado” por mendaces enganchadores, y en realidad solo plagiado, se le embarcó violentamente con otros mucho paisanos suyos a bordo de un buque incapaz de contener tantos pasajeros y fue durante varios meses de navegación espectador y victima de los abusivos y crueles castigo que se infligieron a sus compañeros, defraudados en el noble y heroico intento de preferir la muerte a una esclavitud hipócritamente simulada con ficciones legales, más no por ello menos humillante y bárbara. Llegó el velero al Callo con su cargamento diezmado por el suicidio, el azote y el hambre, y contra todas las leyes de nuestro país el desgraciado chino fue vendido para servir de peón en una hacienda de la costa. Allí, bajo el látigo de algún desalmado zambo caporal furiosamente poseído del deseo de vengar dobladamente en los inocentes coolies los agravios que recibieron en idénticas circunstancias sus abuelos chalas o mandingas, durmiendo en inmundos galpones y aherrojado por la menor falta siguió viviendo sus penalidades hasta el día día de liberación en que se cumplieron los ocho o más años de su ignominiosa contrata. Después perdió la vista de sus ojos, de esos ojos que habían contemplado hasta donde llegaron la codicia de los hombres aliada con su crueldad, y el desprecio a su raza inteligente y laboriosa de parte de los que titulándose cristianaos olvidaron las puras enseñanzas del Divino Maestro: “Amaos los unos a los otros”... Cuántas veces allá, en el mísero cuartucho de callejón por la calle de Minas cercana al tajamar, de horribles leyendas, que le sirve de habitación meditará su vida y pasarán por su calenturienta imaginación el barracón antro de vicios en el que fuera enganchado, la penosa travesía, los negros días de la hacienda y los más negros aún de su ceguera de hoy victima eterna de los hombres ha tenido que cambiar el costalito en que llevaba el maní tostado caliente por una lata para librarse de inmisericorde rapiña que quiere arrebatarle su infinitésimo capital cinco o seis reales con lo que no gana, quizá ni otros tantos para poder vivir cortándole el saquito sin que lo sienta para que la caliente mercancía se vaya escurriendo de su receptáculo... En el salón Maximiliano, no encuentra, felizmente, Antonio la hostilidad de los mataperros de las callejas de abajo el puente y el contenido de su lata se vacía, llenándose en cambio sus bolsillos de calderilla. No falta nunca tampoco un compasivo trasnochador que le invita una buena taza de café. Al salir del salón cerca de la puerta le canta un concurrente
“Oye chino manicero
Dame medio de maní,
Que mañana te lo pago
Cuando pases por aquí”"
"La Plazuela de los Desamparados
" La vida nocturna de la plazuela queda descrita con el café “Maximiliano” en donde se resume toda ella. En cuanto a la diurna la primera manifestación de actividad se encarga de darla el clérigo capellán que oficia una misa en la iglesia—evocadora constante de los beatíficos días en los que gobernaba estas tierras Lemos el devoto, más tarde por la rampa de la estación trafican los pasajeros del Callao: oficinistas de la aduana cuidadosos del buen vestir como de la caligrafía inglesa con que escriben las notas oficiales y las pólizas de despacho, bañistas hombres y mujeres que van a tonificarse en las aguas de nuestro primer puerto “que tiene mucho fierro”, comerciantes y de vez en cuando algún “vaquero” de rango que puede pagar el pasaje. En las horas de almuerzo “La Gran Tijera Incansable” sastrería del amigo Paganini cercana a la calle de Polvos Azules la calle de los bauleros, está siempre animada con la concurrencia de alegres jóvenes “futres” que vienen a probare la ropa mandada a hacer. Las niñas que regresan de comprar el descuido y con cuidado voltean a mirarles
"La Plazuela de los Desamparados
" La llegada a la vecina estación del trasandino de la fría región chiclina cambia completamente el aspecto de nuestra plazuela: parte del pasaje subiendo por la rampa llena Desamparados de parlanchinas pasajeras que antes de cambiarse la polvorienta ropa del camino van contando sus impresiones de viaje, abrumadas por el peso de las sartas de limas y granadillas que compraron en Surco y San Bartolomé, caseríos serranos esmeraldas entre peñas; negociantes en charqui, huevos y chalona ataviados con lujosos ponchos de vicuña y que traen en las multicolores alforjas obsequios extraños para los compadres limeños y para el tutor encargado de vigilar la educación de sus hijos que están en el “Colegio de la O” de don Pedro Drinot, en el alemán “Instituto de Lima” del doctor Leopoldo Contzen, en el tan conocido francés de “musiu” Garnier en la calle de la Virreina y como nunca falta la nota triste, algunos pobres indios con su “apachico” a la espalda sobre el raído poncho, el sucio ovejón cubriendo la hirsuta pelambre, llegan desde las lejanas Huancavelica y Ayacucho, custodiados por ceñudos gendarmes para su internación en la Penitenciaría Central, en donde van a purgar un abigeato fantástico e irrealizable obra del “tinterillo” bien remunerado por algún enemigo o un crimen, que muchos de ellos no soñaron cometer
"La Plazuela de los Desamparados
" "La otra parte del pasaje, meno numerosa pero mas selecta, prefiere subir por la estación en uno de cuyos salones de primera una esplendida escultura en madera del sueco Young (I) se ofrece a sus miradas profanas incapaces de admirarla conscientemente y van a la esquina de la Pescadería a tomar un coche de plaza que los conduzca a su alojamiento. “Búfalo”, “Pata ´e palo”, “Guacamayo” (todos los cocheros tienen su apodo como sus marchantas las niñas que se divierten) esperan hacer su agosto con la serrana gente...
El señor viajero compra un “Comercio” que en ciertas comunes ocasiones resulta La Opinión Nacional con bastantes “Mentiras y Candideces” del cojo Fernando Soria nuestro primer “mozón”(2), o La Tribuna de Luis Faustino Zegers, y los caballos flacos, bajo los chicotazos del auriga, arranca por la Pescadería rumbo al “Hotel Europa” a la “FranciaInglaterra”. Búfalo va cantando:
“Y esta noche no hay coche
Porque el cochero Pascual
Se ha pegado una mona
Revoleteada por cual”"
"La Plazuela de los Desamparados
" "I)Los años y mas que todo la hostilidad del medio han agriado el carácter de Young. No hemos podido hacernos amigos suyos y obtener algunas confidencias. Lo intentamos tocando la puerta de su habitación Inambari, callejuela que por las chacharitas más perdimos el tiempo pues no quiso abrirnos. Apenas si por la ventana de reja logramos verle: pensativo, la gorra negra, encajada hasta la frente, la pipa humeante entre los labios, pasando las manos inquietas a lo largo de su blanca barba. Young se ha dedicado a la escultura de madera. Obras suyas son el león el café San Carlos, en San Juan de Dios, y varias muestras comerciales de las tiendas centrales, entre las cuales recordamos la de la zapatería de su paisano Malmborg en la Merced, muestra que descansa sobre un viejo reloj inglés formando una pareja de interesantes objetos que demuestran el buen gusto de don Nicolás
2)Fernando Soria debería ser el legitimo sucesor de nuestros más afamados ingenios limeños. Lástima y grande que su incorregible bohemia le impida dedicarse al libro o al teatro. Conoce a fondo nuestro ambiente criollo, maneja bien tanto el español como el “limeño” y tiene inteligencia, valor y corazón. Alto, bien plantado, elegante, de tarro y capa obscura con vueltas rojas, un marapinina con puño de acero toledano adamasquinado entre las manos, se le ve en las tardes charlando en La Opinión Nacional.
Su fácil vena se destaca allí en medio del aplauso de sus amigos. La otra tarde alguien leía que en Constantinopla se había realizado una fiesta en la cual el Sultán estuvo un tanto “alegre” y Soria improvisó enseguida ese delicioso epigrama:
“Avisan de Turquía que el Sultán
Se ha “pegado” una turca de Champán
¿De Champán?... ¡Quien diría
Habiendo tantas turcas en Turquía”"
"La Plazuela de los Desamparados
" "que puede presentarse como modelo de gracia especialmente limeña y que no se parece en nada a los sarcasmos y crueldades de Arona ni a las crudezas ideológicas y de lenguaje que en veces publica Carlos Germán Amézaga, quien sin duda, por su aspecto oriental, su tez morena y su negrísima barba cerrada se firma FiruzShah.
El viaje a pesar de la alegre partida tiene sus intempestivas interrupciones y el canto jocundo de Búfalo cesa a la mitad, pues recordando su querencia los caballos al pasar cerca de uno de los cuatro pilones de la Plaza Mayor, exigen la ración de afrecho y agua que les dan usualmente allí y se niegan a seguir adelante sin recibirla. Hoy se hace de tan hermosos pilones, bien prosaico aprovechamiento. Arrimados a la taza uno o dos costales de afrecho y dos baldes de zinc constituyen todo el capital necesario para un negocio fuera de impuestos y contribuciones de patentes. Despojados de la cabezada y el freno, los pobres animales sumergen la boca en unos bolsones ad hoc que les cuelgan del pescuezo, consumen su medida ración y luego sorben un poco de agua, un relincho de satisfacción da fin al acto y el coche puede continuar. Mientras tal cosa se efectúa los pasajeros reniegan de la tardanza y el negro americano Búfalo suelta sus tacos en puro “gringo” dejando mal a toda la familia del “General Jackson”."
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "A Carlos Alberto Susanibar
LO PRIMERO QUE SE HALLA, bajando el puente a la mano derecha, es el bullicioso “Café de la Línea”, hermano gemelo y rival del “Maximiliano”. La clientela no suele ser tan tranquila como parece dado que la mayoría la componen elementos muy relacionados con las “casas de tolerancia” situadas en el Tajamar, de tan mala fama, faites morenos, musculosos, bien parecidos, y a los cuales no les falta en el bolsillo de cartera de la americana una larga y bien afilada “chaveta” cuya punta resguarda hasta el momento en que sea necesario usarla, un grueso tapón de corcho. Pero no toda es tan mala: El cercano molino de Bucelli y Loero proporciona en ciertas horas del día considerable número de parroquianos honestos, empleados y obreros suyos. El lugar es, sin embargo, simpático. Tiene el café dos balcones que dan sobre el río, circunstancia esta que algún romántico tomará como veneciana, malgrado el escaso caudal del Rímac, sobre todo en invierno, y a las basuras que arrojadas por los vecinos arrastra. El propietario ha convertido los balcones en dos pequeños salones llenos de mesitas de mármol blanco y de silletas de esterilla vienesas (casi todas desiguales en forma y estilo), desde los cuales cómodamente sentado se puede ver perfectamente el antiguo puente de piedra con sus óvalos siempre llenos de gente, la plazuela e iglesia de Desamparados, los balcones e Palacio, las hermosas torres de San Francisco y la esquina de Polvos Azules. Antes de la quemazón del Arco que constituyó para los limeños preciosa muestra del antiguo poderío colonial la perspectiva debía ser mucho más agradable que en el día"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" Un tanto más allá del café, pero en la misma finca está el llamado “Molino del Puente” propiedad italiana de Bucelli y Loero. Desde la mañanita nunca faltan en la puerta varias carretas, bien descargando trigo de Chile o de Australia, bien cargando los blancos costalitos de harina. La señora misia María Enríquez, espiritista huarasina e inventora de una doctrina singular sobre interpretación de los granos que a pesar de su curiosidad no ponemos en nuestro relato por no alargarlo llega diariamente a recoger los granitos de trigo caídos al pavimento, pues ella no puede consentir que la imagen del Santísimo sea pisoteada Así no más”. Sin duda un maleante, de los muchos que por acá existen, que catearía bien a misia María, fue quien en días pasados le arranchó su manta de vapor de seda bordada, cuando ella se dirigía a la misa de cuatro en los Descalzos
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" El callejón de Romero, una calleja angosta, sucia, mal enlozada y peor empedrada, residencia de mujeres del mal vivir (en su totalidad viejas feísimas) y de rufianes es un horror. Y al final de ella, ya para torcer a Chiclayo, existen dos establecimientos de baños tibios y frio como los anuncia pomposamente un gran letrero en la pared que también, por lo sucia y descascarada, ha menester de un baño de pintura, únicos lugares en que se puede ver entrar a gente formal
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" Al terminar la calle de la bajada, la bodega de “La Pilita“ nos detiene un rato. Imitador del celebérrimo enciclopedista don Valentín Compán, vendedor de licores y de aceitunas en la calle de trapitos y de quien tanto se burlan Federico Elguera y Federico Blume (F+F), el bodeguero ha instalado sobre el mostrador una pilita de lata, acuario de algunos pececillos multicolores, asombro de los chicuelos compradores de “carne de membrillo” y de “garibaldis” y aun de los señores que pasan a la trastienda a saborear su “moscorrofio”..
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" " Frente a “La Pilita” sobre el murito de piedra que separa la vereda de los raíles, más en alto que aquella, vienen a sentar sus reales antes del Carnaval y del jueves de compadres, los ocasionales competidores de “ño Berna”, bien provistos de ruda para contrarrestar los “daños” que éste pudiera hacerles porque le quitan el negocio. Allí extienden a la vista del público la serie inacabable de “muñequitos de compadrazgo”: negritas, toreros, militares, marineritos y sirenas de cola plateada y áurea cabellera a fuerza de purpurina. La mayor parte de estos muñeco y sobre todo los toreros son retratos (o caricaturas, mejor dicho) tomadas al natural. Ángel Valdez “el Maestro”, Mariano Soria “Chancayano”, Pastrana, el jorobadito Asín y don José M. de la Columna, el célebre “Papito” jinete de toros bravos, hacen sus fachas y sus conocidas caras trabajadas en trapo con la feliz aguja de alguna viejecita artista desconocida, tal vez vecina del hospicio de Tintoreros. Los vendedores tienen a la vista, así mismo, la fruta que ha de rodear al muñequito en el azafate de compadrazgo y las décimas en que solicita la comadre serlo de tablas del caballero a quien se lo envía. Curiosos trozos de nuestra poesía popular, son estas versadas que van impresas en papel fino, orladas en tinta dorada, con cigüeñas, chinos pescadores, flore, mariposas y palomitas portadoras del olivo de la paz; aquí copiamos dos de las varias que tenemos:
“He deseado con anhelo
La llegada de este día,
En que llena de alegría
Mi proyecto te revelo;
Gracias mil le doy al cielo
Que permite esta elección
Nacida del corazón
Compadre por tu persona,
Y que mi dicha corona
Esta propicia ocasión”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "“Al cumplido caballero
Que me honra con su amistad
Con entera libertad
Hacerlo compadre quiero,
El honor que me permito
De llamaros compadrito
De toda mi estimación,
y con tan bella ocasión
Os envío un regalito”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "Sin duda como una defensa de su raza y de su color moreno tan apreciado por los chapetones de antaño y por los italianos de ogaño cada ”negrita” lleva prendida en las manos o en el pecho impresa de idéntica manera que las décimas citadas unos papelillos en que dicen su propio elogio. Vayan aquí dos cuartetas de las más saladísimas:
“Negrita soy,
Yo no niego mi color,
Pues de las “especerías”
La pimienta es la mejor”
“Como una y una son dos
Por las morenas me muero;
Lo blanco lo hizo un platero
Lo moreno lo hizo Dios”
y aqueste otro pareado tan sintético como profundo:
“La leche es pregonada
Y la canela buscada”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "La costumbre de sacar compadres de tablas está amenazada de desaparecer, pues generalmente se le atribuye por nuestros paisanos fines cundas y sacrones y se ha dado ya el caso de que un elegido, al siguiente jueves de comadres, en lugar del retorno usual que en regla debe ser más valioso que el objeto recibido ha enviado un paquete de té y un clavo que significan mudamente: ¡Te clavaste hija!...
No siempre los compadrazgos de tabla son efecto de una amistad sincera o del codeo que se expande en estas semiserias y pintorescas costumbres, que también el amor suele aprovechar de ellas. Ño Berna vende muy bien impresa en papel color rosa con su respectivo sobre esta otra que se apresuran a comprar los enamorados colegiales:
“Como gusta el escoger
En un jardín delicioso,
El ramito más precioso
Que de allí se pudiera ver"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "Así me gusta escoger
Por costumbre lo mejor
Esa eras tú, sin favor,
Comadre muy apreciada
Digna de todo mi amor”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" Va desapareciendo también de nuestra Lima actual con ínfulas de europeizarse el tipo de la lechera, chola, cuarentona, mulata o ”sacalagua” jinete en caballo de paso, sentada entre los grandes “porongos” dos o tres a cada lado de la montura, vestida de percal muy planchado, bien calzada con “botas de botones” compradas en el “centro” donde Bolívar o Frasinetti. sombrero alón de paja fina, grandes dormilonas de diamantes y perlas engastadas en plata, sortijas de oro con piedra “inga” y topacios y arrebozadas con espléndido paño de hilo del norte de grandes flecos. Estos paños tejidos en Cajamarca en blanco y azul son la admiración de los codiciosos extranjeros que vienen acá y “levantan” con cuanto huaco, tejido incaico, esculturas de madera y lienzos pueden rastrear en casas de préstamo: Alibert, Orueta, Guerzoni, Labrousse, etc., etc., en los callejones y los hospicios. Las lecheras contrastan con el resto de los vendedores limeños. Son limpias, respetuosas, serias e incapaces de jinetear sus cabalgaduras en Jueves y Viernes Santos, días en que llevan las cabezas descubiertas de la rienda a los animales
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" Terminamos la segunda parte de la bajada dividida en dos por la calle de Manteras con una visita a la capillita. Dudas hay entre los limeños de arriba del puente sobre la firme creencia de los bajapontinos en que ésta fue la primera iglesia edificada en Lima, dudas que estos no consienten, dique basándose en viejas tradiciones. La humilde capillita, puesta bajo la advocación de “mamita” del Rosario no ofrece a sus visitantes nada digno de admirarse. Una nave angosta, paredes sin adornos, tres pequeños altares, varias viejas imágenes de talla, sacristía en el interior, y en el exterior una portada con dos torrecillas que no se levantan doce varas del suelo, constituyen esta iglesia, una de las que más quiere nuestro pueblo después de Nazarenas, Santo Domingo y la Merced, quizá por estar rodeada del velo de la leyenda y la fantasía..
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "La calle de las Campanas no nos ofrece, tampoco, nada digno de mención, si se exceptúa las pastelería del mismo nombre, a cuyas puertas dieran atroz muerte dos oficiales chilenos al conocido y anciano sargento mayor llamado popularmente “El Cabo Cruzate”, visitada a todas del día por los golosos del barrio en busca de panes de yema, de Guatemala, “come y calla” y “chancayes”. De aquí salen “piononos”, encimadas, rosquetes, caramanducas y cuanta bizcochería van voceando los cholos vendedores que tan tremendamente odia por sus gritos don Pedro Paz Soldán y Unanue a quien una larga estadía en Europa ha hecho olvidar nuestras peculiaridades.
En la esquina de la “Condesa” y San Lázaro la botica de la Columna, propiedad del italiano don Félix Zoppi es el centro de reunión de algunos de la vecindad que celebran ahí una diaria tertulia bajo la presidencia del doctor Maúrtua asesorada por Zoppi y con asistencia infalible de algunos viejos indefinidos y algunos aficionados a los toros. Parece que este barrio es muy estimado por los viejos militares. El general Segura, el general Vidal, el general Albizuri, los coroneles Tafur, Murrieta, Garate, Velarde, (no don Manuel sino otro a quien sus vecinos han rebautizado no sabemos por qué con el nombre de “Pacae”), Eulogio Cavero, cacerista, Gómez, Bravo, los comandantes Felipe Santiago Crespo, y don Lorenzo Rondón y muchísimos otros subalternos viven en ellos, no caminamos una cuadra sin darnos manos a boca con un militar uniformado o con un ejemplar de indefinido arrancado “vivito y coleando” de las páginas escritas por ese otro militar y gran poeta que se llamó don Manuel Ascencio Segura.."
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "Desde luego que los aficionados y cuando se dice abajo el puente aficionados no tiene palabra sino una sola acepción: aficionados a toros tienen una abundante representación en las reuniones de la botica de la Columna. El mayor General Hipólito García furioso antipierolista y cacerista a muerte, es un aficionado de los más entusiastas. Más de una vez nos ha llevado a su casa para enseñarnos sus tesoros: capas de paseo y trabajo, banderillas de beneficio, enjalmas, una soberbia cabeza de toro disecada, un estoque con su roja bandola y por fin una interesantísima colección de listines. Hombre previsor, en cada corrida compró varios para poder obsequiar a sus amigos algún precioso ejemplar; a nosotros nos ha tocado uno digno de conservarse para lectura de los limeños en el siglo veinte, el de la corrida que la Bomba Lima dio en su beneficio el día 27 de abril de 1879, pocos días después de la funesta declaratoria de guerra con Chile, con “toros” obsequiados de las ganaderías más acreditadas, cuadrilla completa, banderillas de doble efecto, valiosos obsequios, circo engalanado y soberbio castillo en el Templador”... Poesías no mal escritas y sin dudas de escritores de verdad llenan las dos páginas, lástima que a excepción de una la única sin valor no llevan firma. En todas ellas la indignación contra Chile se resuelve airadamente con frases bélicas de sentido sarcástico, pleno de odio justo al invasor. Don Ricardo Palma a quien los redactores del listín llaman doctor contribuye con una tradición Juana la Marimacho” que cae en él, por supuesto, como anillo al dedo. Los toros jugados en esta corrida famosa fueron once y ellos y sus enjalmas obsequiados por lo más granado de la sociedad: Mercedes Canseco Irigoyen, Elvira Derteano de Kruger, Amelia Tirado, Rosa Orbegozo de Varela y Valle, Olimpia Concha de Fernández entre las damas; José Unanue, Felipe Varela y Valle, Manuel Maria del Valle, Pedro Altuna, Enrique Canaval, Gerónimo Sánchez (el querido y popular “Chombito”), Fernando Palacios, Lorenzo y Juan Arrieta, Domingo Olavegoya y Guillermo Shell entre los caballeros. Agradecemos al mayor su gentil obsequio y volvemos, recordándola “Canción del Bombero”:
“¡Bombero, arma al hombro
Resuena ya el clarín!
¡Hacer la patria escombro
Pretende Arauco ruin!”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" a San Lázaro, punto del que nos alejara el aficionado militar
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "No es la plazuelita de gran extensión ni está rodeada de edificios que valgan la pena. La parroquial con su modesto y sencillo frontis de portada, su torre y campanario es una de las iglesias menos vistosas de Lima. Esta iglesia goza entre los limeños de mayor celebridad por su mulato sacristán que por su antiquísima fundación. “Zamba pollera” es el apodo con que se conoce al patuleco y mal geniado don Ignacio. Cuando sale “Zamba pollera” luciendo una calva monda y lironda a pedir dinero para las animas o cualquier otro piadoso objeto, puede verlo bien la vecindad con sus anchos y almidonados calzones blancos, su saco de igual color nunca abrochado, y sus negros zapatones de elástico. En su larga foja de servicios consignaremos los muy eficientes que ha prestado a las madres que amenazan a sus hijos desobedientes con mandarlos a que se entiendan con él. Los muchachos de tres o cuatro generaciones han sentido algunas veces un coscorrón en la cabeza o un pellizco en las posaderas, que oportuno les aplicara “Zamba pollera”. Nada menos el otro día unas chiquillas le gritaban:
“No vayas a casa de Zamba pollera
Te recibe a palos y la chola yuquera”
las persiguió hasta la casa del general Albizuri en la calle Miranda, en cuyo traspatio les dio cabeza a cabeza en castigo de sus burlas. Siguió a esto un escandalo mayúsculo con intervención del calador, del señor cura García llamado por varios feligreses y de los respectivos padres ofendidos, que encontraron demasiado rudo el ejemplarizador castigo. Algo que tampoco perdona y que indigna sobremanera a este cascarrabias sacristán es que lo muchachos pidan “sebo”, después del bautismo cuando el cortejo parte en varios coches y la chiquillería grita al no ver “ipso facto” los relucientes cobres nuevecitos y los niqueles:
“¡Padrino sebo!
¡Pata e´ candao!
¡Bolsillo seco!
¡Calzón cagao!”
Zamba pollera, con no escaso egoísmo, pues él ya ha recibido de manos del padrino sus varias monedas, corretea a los pedigüeños, correa en mano, por toda la plazuela. Por el contrario a todas estas malas cualidades tiene la buena de ser muy honrado. Es absolutamente incapaz, por ejemplo, en seguir en la práctica aquello de:
“De la cera de nuestro amo
La mitad para mi, la mitad para el amo”"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "En sus ratos galantes no desdeña don Ignacio título que le plácele sobre manera servir de mandadero a ciertas personas, eso si gente por todo recomendable, yendo a comprar una onza de esencia de jazmín o de Bergamota en la tienda de misia Miquita Guido de Copacabana, o un buen plato de frejoles, pero de estos frejoles negros con papada de puerco y ají mirasol que hicieron exclamar a Félix Mora:
“Para mi no hay cosa
Mejor ¡cara... coles!
Que un plato bien hecho
De arroz con frejoles”
o de papas rellenas en la cocinería de ño Cerezo en la Condesa o en la chichería de Carranza en Matasiete"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "Misia Micaela Guido y misia Mercedes Arce, su hija, continúa abajo el puente la industria que sostenía arriba el sordo Taboada, famoso vendedor de “Pacholí” en la calle de Mantas. Misia Miquita, anciana, blanca, rosada, canosa, y embozada siempre con un pañolón de flecos o con una bufanda de lana tejida en casa, y Merceditas, así mismo no muy joven, amarcigadita, de baja estatura y muy amable persona, ponen a la venta en su mostrador en sentidos pomos de cristal esencias de jazmín, aroma, bergamota, almizcle y mistura, agua de la Banda y otros productos de perfumería como incienso (macho y hembra), zahumerio y “lo que se le aumenta”: cáscara seca de palillo, y humedades de cara o blanquimento de esas que “tantas vistas deben” según dice el pueblo, por tener mucho precipitado blanco.
En el centro de la plazuela existe una pila de taza redonda y baja, que más que pila resulta ser trampa para los borrachines, pues más de uno ha medido con su pobre humanidad las dimensiones de la taza"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" La finca fronteriza a la iglesia y que hace esquina con la calle de Miranda tiene en sus altos una “baranda”, tipo especial de casas de vecindad, formadas por departamentos de dos o tres piezas y corralito, con puerta y ventanas que dan sobre el balcón corrido y sin techo, propiamente dicho baranda, nombre que en un principio exclusivo del antepecho compuesto de balaustres se ha extendido, luego, a las casas que lo poseen. De ahí que encontremos a una persona que muy suelta de huesos nos dice que vive en la baranda del Noviciado o en la de Presa. La baranda, por ser de uso común, resulta un semillero de pleitos y discordias entre los vecinos, sobre todo en los días de procesiones en que cada inquilino invita a una porción de familiares y amigos para que desde allí “gocen” de su paso, pero como los invitados no caben en el espacio de que disponen surgen las disputas. Y ahí son las de dar codazos, repartir pellizcos y “sacar manteca”..
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" " La vida en esta plazuela, no obstante su cercanía a la principal calle bajopontina, es monótona. Sólo los estudiantes del colegio Barragán y los fruteros de las huertas La Muñoz y el Altillo que se detienen unas horas en las tardes, ponen sus notas bulliciosas en ella.
En el colegio del español don Pedro Barragán situado en Prevoste edúcase la flor y nata de la muchachada bajopontina: Los Rondón hijos del Comandante don Lorenzo, dos hermanos de cuento el uno rubio, de ojos azules, delgado y el otro grueso, moreno de ojos negros, Devoto, Mariño, los Garibotto de Copacabana, Castillo, Caballero, los Rueda y muchísimos otros más que representan el tipo varonil y resuelto de los de Abajo el Puente, trompeadores, buscapleitos, amigos de meter el codo y de sobar la barbilla y algo en contradicción con los de arriba con quienes no dejan de tener encuentros campales a puño y pedrada limpias cuando estos invaden sus dominios, los baños de Otero, y de la Piedra liza y la pampita del Medio Mundo"
"La Bajada del Puente y la Plazuela de San Lázaro
" "Las noches en la plazuela son tristes. La pila baja llena de agua quieta semeja un “miroir d´eau” en cuyo fondo titilan las estrellas; el doctor t
Tomás Salazar antes de recogerse, temprano siempre, a su casa de Copacabana, sentado delante del mostrador de mármol en el cual se alzan dos grandes tarros de cristal llenos de agua teñida de rosado y de verde (agua y colores que cada cierto tiempo se cuidan de cambiar para mayor elegancia del local), conversa con el boticario y en la esquina el celador ensaya muy despacio un pito de caña varavíes de su lejana Huancavelica.
Más esto varía mucho cuando el cuartel de matamoros está ocupado, pues entonces la banda da retreta o en el patio o en la puerta de calle y como los sones, por la corta distancia, llegan a la plazuela la gente sale a pasearse y la anima con sus voces. Hasta “Pollo” , mandadero, encendedor de velas en las iglesias e insultador de oficio, desafiando las chacotas de los burlones se presenta a oírla. Antes de las diez San Lázaro vuelve a la soledad: se cierran la botica y la pulpería, dejan de pasar tranvías y coches y el celador sentado al borde de la pila reanuda un poco más fuerte sus ensayos musicales esperando que pase el mayor de guardias Peñaloza para decirle: “Sen novedad, siñor Enspector”."
"La Plazuela de Monserrate
" "DESEOSOS DE “GOZAR” DEL MES DE MARIA, que durante las noches de mayo, en la iglesuca de Monserrate con inusitada pompa su capellán propio el presbítero Villón, subimos de las Mantas al tranvía imperial cuyos conductores cobran:
“Arriba medio
y abajo un real”
que nos ha de conducir hasta la plazuela que lleva el mismo nombre de la iglesia. El valor del pasaje podemos también pagarlo con una ficha de caucho roja o negra de esa emisión especialísima que acaba de hacer la empresa de Tranvías de Lima. Dos chicotazos a los escuálidos y mal alimentados caballos y el tranvía se pone en marcha. En el camino hasta nuestra plazuelita recorremos una serie de viejas calles cuyas construcciones son tanto menos lujosas cuanto más se alejan de la Plaza Mayor. Mantas es la primera de ellas y la más animada a estas horas por la concurrencia que va al afamado “Hotel del Globo”, favorecido por el público hasta el extremo de haberse hecho, por insuficiencia del amplio local altos y bajos, del balcón otro comedor. Siguen a esta calle Valladolid, Piedra y Gremios, conocidas las dos últimas antes de que “entrara la Patria” con los nombres de Mármol de Bronce (sic) y Lortua. Al fin de Gremios está la imprenta “La Opinión Nacional” en donde se edita el diario de igual nombre y que dirige desde su fundación el chispeante autor de Mentiras y Candideces, Andrés Avelino Aramburú, ayer iglesista y hoy en la oposición"
"La Plazuela de Monserrate
" Torciendo a la mano derecha como quien se va a Santa Rosa de los Padres, se encuentra la Manita, escenario según la consejas limeñas de una macabra y sobrenatural aparición, que se repite matemáticamente todas las noches cuando la esquila del Santuario vecino toca las doce, salen veloces brujas, los duendes y el coche Zavala y la manita llama desesperadamente a los retardados transeúntes que ignorantes de “las penas” pasan por la obscura callecita..
"La Plazuela de Monserrate
" La calle del Espiritu Santo tiene mucho de bienaventuranza, pues además del nombre que lleva, en ella está situado el vetusto y destruido caserón en que nació el Serafín de Lima Fray Martín de Porres, que fuera en los claustros dominicos del convento grande del Rosario, ejemplo viviente de unción y humildad. La enorme puerta, cerrada siempre, estuvo en un tiempo pintada de verde, pero ahora se descascara como una serpiente que va dejando a trozos la piel vieja; por los agujeros que en ella hizo la polilla al correr de los años no faltan nunca dos o tres muchachos aguaitando, con la cara asustada en espera de alguna terrorífica visión
"La Plazuela de Monserrate
" Pasamos aún tres calles más Arco, Milla y Monserrate para encontrarnos en el término del viaje. Monserrate es una de las mentiras más gordas que poseemos, de plazuela tiene solamente el nombre: vasto pampón en forma de triángulo con piso de tierra suelta que el viento se encarga de levantar a cada instante y cortado en línea recta por una acequia presuntuosa llamada por las gentes del barrio “el rio”. Al rio, terror de las madres y atracción de los chicuelos que ignoran el peligro que existe cayéndose por él, no ha habido hasta hoy comisario, ni intendente, ni prefecto, ni ministro, ni honorable municipalidad que haya ordenado taparlo o rodearlo de algún murito que impida desgracias. Viejos paredones y la fachada de la estación rodean esta plazuela armonizando con la tierra pintada de sus paredes la tierra sin pintar desde luego del pavimento
"La Plazuela de Monserrate
" A mano izquierda bajando y casi al terminar la calle, pero dando frente a la llamada plazuela, se halla la iglesita de nuestra señora de Monserrate que se nos presenta a la vista magníficamente iluminada por varias arañas de cristal veneciano con luces de gas por cirios colocados en valiosos candelabros de plata. Reconozcamos también la presunción que existe en el delicioso eufemismo de llamar iglesia a la humilde capillita cercana al conventillo, fábricas ambas que construyeron dos frailes benitos que a fines del siglo XVI vinieron a recolectar limosnas para su convento en Madrid
"La Plazuela de Monserrate
" "Al pie de la sencilla reja que rodea el cementerio dos escasas varas de ancho se ha instalado el gringo del “titilimundi” rodeado de chiquillos bulliciosos. Los que no poseen su “mediazo” se contentan ¡pobrecillos! en comentar las frases admirativas que van saliendo de los labios de los ricos. Un cajón iluminado interiormente y provisto de un par de gruesos lentes, que su dueño coloca sobre un banco de tijera, constituye todo el teatro maravilloso. Su propietario un viejo alto alto, de barba blanca cerrada y acento extranjero tal vez un marinero desertor de una barca que vino el 60 y tantos a cargar huano, mientras cambia las fotografías va anunciando a media voz casi al oido del feliz veedor: el Palacio de las Tullerías, el Panteón de los inválidos, las Pirámides de Egipto, el Escorial, la Torre de Londres, Jerusalén y así hasta llegar a las veinte visitas que forman la función. Las fijas cuestan un gordo, no así las animadas, es decir aquellas en que un molino manchego voltea sus aspas, cuatro remeros bogan lentamente, un ferrocarril pasa por un elevado puente, que cuestan medio: son las funciones de gala... Los pequeñuelos felices compran así al viejo de la barba blanca sus sueños de media noche; en esos botes navegan, por esos puentes pasan y en esos palacios viven !cuán poco! Hasta que la madre viene despertarlos para ir a la escuelita de misia Braulia y misia Santitos Posada en la Amargura u otra parecida en donde los aguarda el cartón con grandes letras rojas y negras, el silabario de don Santiago Rosas y el “Catón Cristiano”:
“Todo fiel cristiano
Está obligado...¨
la oración y el sonsonete, la palmeta y las orejas de burro.."
"La Plazuela de Monserrate
" Delante del mamparón, sentadas en derredor de una mesa se halla la presidenta de las “Hijas de María” acompañada por otras socias que procuran ostentar lo más visiblemente que se pueda la medalla de plata y la ancha cinta de seda azul, insignias de la sociedad que llevan colgadas al cuello, encargadas de “limosnear” las estampas, las medallas, las pastillas ricamente vestidas, los peritos y manzanitas de olor claveteados. La presentación de estos objetos da lugar a un continuado contrapunteo entre las devotas socias, es entonces cuando salen de la despensa y desde el fondo de esos viejos baúles de baqueta, fabricados hace un siglo o dos de Chachapoyas o Moyobamba, claveteados simétricamente con gruesos clavos de redonda cabeza dorada, una serie de piezas de plata antiguas también ellas azafates, plantos y platones, o de moderno plaqué alemán llamadas pilas en las cuales colocan las pastillas multicolores, los peritos claveteados con clavitos de color y las canastitas de capulíes. La fabricación de algunos objetos y el adorno de otros se hace generalmente en la casa de la directora. En el amplio comedor amoblado en estilo Luis XVI aparador con talladuras, dos auxiliares, juego de espejos dorados, oleografías colgadas simétricamente a exactísimas distancias una de otras, representado las cuatro estaciones, las épocas de la vida, naturaleza muerta, tipos de belleza clásicos , cuadros en boga de los que está inundada la ciudad rodeando la mesa alargada para la ocasión con todos sus tableros está la señora y las niñas que se han repartido previamente la tarea. Una corta las barritas de azúcar con canela, otra se encarga de envolverlas en papel de seda y por fin la más artista las “viste”, ata con dos cintillos sus extremidades, pega las estrellas, lunas y medias lunas engomadas y pica sus bordes. A las destinadas al capellán, a otras personas de consideración y a la rumbosa gente que da “de un sol de plata para arriba” se les viste con briscado en mil caprichosas formas. En una silla reposan, olvidados por la faena de las pastillas, varios libros, novelas cuya lectura hoy por hoy la favorita de las niñas románticas y sensibleras: El Cocinero de Su Majestad por Fernández y González, María o la hija de un jornalero o la hija de una trapera por Pérez Escrish, Jaime el Barbudo y El monaguillo de las Salesas
"La Plazuela de Monserrate
" La chiquillería de la casa, que si lo hicieran desaparecerían sin vestirse la mitad de las pastillas, ha traído de la sala y e la cuadra los taburetes de los sofás y los ha colocado al pie de un viejo sillón de baqueta cordobesa tachonado con clavos de bronce muestra única del moblaje usado en otras épocas para escuchar los cuentos de la tía Joaquina: quien les relata cómo hace más de diez años fastidiaban las muchachas casaderas del barrio a Rosita Encalada hasta hacerla “tirar piedras”
"La Plazuela de Monserrate
" ¿Saben ustedes? Había aquí en la estación un peón de la sección carga llamado José Calderón. Era el tal un español borrachín, enamoradizo y amigo de piropear las muchachas decentes que pasaban a su lado cuando las traían del colegio. Gordo, brusco, con una cachimba de yeso entre su bocaza eso cuando no mascaba tabaco de Virginia que partía a trocitos con su navajaza de cacha negra labrada en cuerno, vicios que conservaba como recuerdos de su vida marinera, si, porque don José había servido mucho tiempo en la escuadra española de contramaestre. Por eso también usaba calzones de tapabalazo. Venía, pues, Rosita un día por la calle del Arco, muy emperejilada del colegio, acertando a pesar de Calderón y soltarle un “¡Cómo me casara con usted, princesa mía!” que la hizo ponerse cereza de cólera. Parece que un piquín de Rosa a quien ella no hacía caso, se enteró del asunto y despechado como estaba compuso un versecito que circuló por el barrio fastidiándole a más y mejor..
"La Plazuela de Monserrate
" "¿Cómo era? ¿Cómo era tiíta? gritaban los sobrinos y entonces tía Joaquina recita con limeña gracia:
Se llamaba... no recuerdo bien ¡picaros años estos! Real Orden o Pragmática algo así, bien se ve, como su mamamama era tan gorda y decía así:
“Opulenta y con pendón
Noble casa de Encalada:
Rosita será casada
Con don José Calderón,
Borracho, bien oliscón
Y sombrero a la pedrada”"
"La Plazuela de Monserrate
" Las carcajadas remecen la cristalería del aparador..
"La Plazuela de Monserrate
" "(La tiendecita de la calle de Judíos n. 98, cuyos propietarios son excelentes personas: don Mariano Lazo y su mujer doña María Manuela, provee a los monasterios y otras gentes como a la directora de la Hijas de María de briscado, oropel, papel de plata, polvos de ámbar, oro en canutillo, conchitas de algalia, zahumerio, incienso, pebetes, hilos de colores, papel de cometa y de seda, figuritas recortadas y de todo el material necesario para la fabricación de pastillas, dulces, “detentes”, escapularios, muñequitos y ángeles para el adorno de una urna familiar. Además es el sitio de venta de las novenas; en una de sus obritas hemos leído, en la primera página posterior, amén de trecenarios, setenas, quinarios, triduos, trisagios, y ofrecimientos, una lista de medio centenar de novenas, algunas de ellas rarísimas y advocaciones casi olvidadas. La tiendecita de Judíos es una guardiana de las tradiciones el pasado religioso limeño. Comerciantes llanos, honrados, sin engaños, los ancianos Lao, ojalá que su recuerdo perfume los cuentos que nuestros nietos han de contar sus madres para hacerles dormir tranquilos, pues representan algo que las nuevas ideas van dejando sólo para eso: cuentos para niños, leyendas amables para jóvenes, añoranzas para viejo...)
Entramos en la capilla y después de santiguarnos dirigimos la vista al púlpito en el que está leyendo la meditación correspondiente al día el señor Villón mestizo, bajito, risueño, sobreviviente del 2 de Mayo y de la Breña, ardiente cacerista, antiguo capellán militar, y paisano de Atusparia, el indio alzado hoy en rebeldía. Luego ocupa la cátedra Fray Gregorio Valenzuela hombre de regular tamaño, gordo y de buena prestanza que hoy 25 por ser el día de su santo ha estado acertadísimo en su alocución. Acabado el sermón en el viejo órgano se entona el Tantum Ergo que es cantado por el maestro panizo y se reserva el Santísimo con la bendición general, después de la se que retiran los fieles rumbo a los domicilios alejándose por las calles tranquilas bajo la luz parpadeante de los faroles de gas.."
"La Plazuela de Monserrate
" "RUDO CONTRASTE CON LA PIEDAD y la devoción de la noche, el día se presenta obsceno y deslenguado. Desde las siete de la mañana comienzan a llegar y a estacionarse en hilera delante de las puertas de la vieja estación las carretas, tanto las de “cartucho” como las de plataforma, encargadas de trasladar las mercaderías que el tren trasandino trae del Callao a Lima. Los carreteros, negros en su mayor parte, usan un pintoresco pero sucio lenguaje, al cual sólo opaca y humilla el célebre por su crudeza de las placeras pescadoras y verduleras del Mercado Central. Los “ajos” y “cebollas”, Las mentadas de madre”, “las requintadas” y toda esa interminable legión de dichos criollos despectivos, hirientes, lúbricos, pues tanto tienen de modismo quechua como de expresión Mozambique o china, rebotan en las paredes de la plazuela: el blanco es un “caga leche”; el cholo un “chuto” o un “rabo verde”; el negro un “mojino” un “gallinazo”; el zambo, un “sin rey” o un “boñiga de mula”; y así los demás... Parten las carretas llenas de cajones marcados con grandes letreros negros y la plazuela queda un rato en paz mientras ésas van a los almacenes de Theodore Harth, Scott y Chambis, Delpy Vandelosky y Pigmalión.
De cuando en cuando un fuerte golpe de viento llena la plazuela de un olor a viandas criollas, extraño para los que ignoran que dos cuadras más abajo, rodeando todo el Camal General, un centenar de mujeres sentadas cada una en un banquito de madera, vestidas con anchas polleras y polcas de percal almidonadas y pendientes de las orejas “dormilonas” o “caravana” con perlas y diamantes engastados en plata, ante un brasero de fierro fríen los sabrosos choncholíes, los anticuchos ensartados en largas cañitas, las malayas de barriga de vaca, y el negro relleno de sangre de cerdo que forman el almuerzo de los matanceros de cuyo grupo siempre sale un torero negro, ídolo de la multitud y contra parte del chapetón, mondongueros y todo ese pequeño mundo que atiende diariamente al sustento carnívoro de la capital"
"La Plazuela de Monserrate
" "Desde las doce se va convirtiendo el barrio en una sucursal de ciudad china. Todos carniceros de Lima desembarcan el tranvía frente a la iglesia de Monserrate y se dirigen al Matadero General: chinos magros, esmirriados, vestidos de amotape azul igual al uniforme reservista en San y Miraflores:
“De amarillo se visten
los alca... buces
y los de la Reserva
de azul celeste”
las cabezas rapadas y en el colodrillo una larga trenza a veces enrollada a manera de moño y en la flaca muñeca la pulsera de jade verde o blanco, van en hilera de uno en fondo sosteniendo animada conversación el primero con el último. Pocos van en coche los sibaritas acomodados hasta la puerta el Camal. También esta es la hora de los enfermos del pulmón y la gente débil (pero sencilla) que van a tomar sangre caliente de toro, asqueroso remedio con el que es fama se sana como con la mano, se fortalece y se engorda"
"La Plazuela de Monserrate
" Más o menos como a las tres comienza el interminable desfile de las grandes carretas de carne pintadas de rojo, siempre sucias que conducen por toda la población los cuartos de res. El carretero y su ayudante ríen a carcajadas, chicolean a las mozas que encuentran en su camino, azuzan a las mulas y contentos cumplen su cotidiana labor
"La Plazuela de Monserrate
" "El otro día salió de esta plazuela ”El Carnavalón de Venecia” que pretenden las colonias extranjeras, la italiana sobre todo, introducir en Lima para matar nuestro juego a “baldazo de agua”, a cascaronazo limpio y azul en polvo. Más tarde vendrá un Alcalde también de apellido extranjero que quiere hacer de ella como se dice ahora un parque inglés, más nosotros si ello se realizara, murmuraremos siempre un versito que gusta mucho de recitar el negro Soriano, esclavo liberto enamorado eterno de Lima de sus patrones que dice así:
“Unos van de más a menos
Y otros de menos a más;
Y dejan por más lo menos
Valiendo lo menos más”."
"La Plazuela de las Nazarenas
" CADA UNA DE LAS PLAZUELAS LIMEÑAS está caracterizada por alguna de sus sobresalientes cualidades. Asó como San Catalina es populachera, militar y jaranista; la Recoleta, varía y abigarrada; San Carlos, alegre y cómica; San Pedro, comercial, abogadil y leguleya; las Nazarenas es una plazuela eminentemente religiosa y monástica
"La Plazuela de las Nazarenas
" La modesta plazuela de las Nazarenas está rodeada de edificios cuyas fábricas no llaman la atención y aún la misma iglesia no tiene valor arquitectónico alguno. Su celebridad le viene de poseer el más preciado tesoro religioso de nuestra ciudad: la venerada imagen de nuestro amo y señor de los Milagros
"La Plazuela de las Nazarenas
" "El monasterio en sus principios beaterio de nazarenas carmelitas descalzas de San Joaquín, se inauguró a principios del siglo XVII sacando, para el efecto, a tres religiosas el convento del Carmen, encargadas de ocupar las principales autoridades de la nueva comunidad, que hasta hoy cuida de fomentar el culto del Santo Cristo de los Milagros, cuya nadie ignora, motivo por el cual nos ahorramos de referirla.
La portería del monasterio, situada frente al pilón de cantarinas y verdosas aguas, está adornado por varios cuadros al óleo, entre los que se destaca el retrato de la guayaquileña sor Antonia Lucía el Espiritu Santo, fundadora del instituto nazareno, que se presenta con amplio hábito morado, cuerdas en el cuello y la cintura, ceñida la cabeza con una corona de espinas y llevando en sus manos una cruz, vestimenta aquella que aún hoy llevan las buenas monjitas de uno de los conventos más estrictos que hay en Lima. El templo que es de forma elíptica posee un espacioso vestíbulo, buenos retablos y soberbios enrejados en los coros bajos. La imagen del crucificado está en el altar mayor inmejorablemente conservada a despecho de los años y el observador que la mire de cerca puede comprobarlo"
"La Plazuela de las Nazarenas
" "Detrás de la iglesia se levanta el monasterio, cuyo interior apacible y recogido no es dado ver a los profanos, excepción hecha del médico y el confesor que penetran en él cuando alguna religiosa se halla cerca del trance supremo. Amplios corredores perfumados por madreselvas, aromos y jazmineros, asoleados patios en los cuales crecen añosos arboles frutales, cerezos, lúcumos y chirimoyos, sencillísimas celdas, amobladas por una tarima y una mesa en la que descansan una calavera, una disciplina y varios devotos libros, que reciben luz del día a través de ventanas de talladas columnitas de madera, y dos capillas interiores para los ejercicios espirituales constituyen el recinto en donde varias santas mujeres, ancianas en su mayoría, esperan su liberación de la cárcel de la carne. En ese ambiente propicio a la meditación y al rezo se han perfeccionado muchas almas hasta alcanzar la máxima virtud de la santidad. Sor Antonia Lucía del Espiritu Santo, la madre providencia y otras más, son conocidas por siervas de Dios. María de los Santos el Santísimo Sacramento alias Zambrano pasó parte de su vida en éxtasis y contemplaciones en este convento, vida que su confesor el fraile mercedario Fray Pedro Loayza narró brevemente en un pequeño manuscrito, que constituye una preciada muestra de nuestra literatura hagiográfica colonial XVII. Difícilmente se encontrará una relación en que se pueda estudiar mejor esas vidas pasadas en deliquio continuo, separadas en todo del siglo mundano en el cual al fin y al cabo alguna como la B. María vivieron y tan diferentes de todas las demás que a su rededor van de la cuna a la tumba...
He aquí transcrita íntegramente esa desconocida relación manuscrita:
“Ave María. Yo Fray Pedro Loayza Religioso del Real y Militar orden de Nuestra Señora de las Mercedes, á mayor gloria de Dios y haliento de las almas, paso á hacer esta breve relación de lo que el Señor se digno obrar en la devota Virgen María de los Santos del Santísimo Sacramento, alías Zambrano, Beata Nazarena y digno que = Habiendo Su Majestad adornado con bellísimas inclinaciones esta alma desde sus primeros años, quiso algún día hacerme el bien de ponerla á mi cuydado: Para mi feliz desempeño traté de inducirla al exercicio de la vida interior y oración mental. Fue tan exacta y fiel en su práctica , que constituida desde entonces en una oración continua, atrajo sobre sí con ella, como el imán más efectivo todas las bendiciones del Cielo. Se solidó y fundó primeramente en una humildad tan entrañable y profunda, que á pesar de su inocencia, de sus virtudes, de las luces, y enseñanzas continuas, con que enriqueció y ennobleció al Altísimo, se tubo siempre por muy mala, muy inferior a todas y sumamente necesitada de recibir documento (¿sacramentos?) De cualquiera fuese el que fuese con tal cuydado sus buenas obras, y los divinos favores que recibía, que solo el temor de errar y la sencillez columbina, que fue como su divisa, abrían el candado de sus labios con imponderables tormentos: Al paso que era elocuente y prontísima en hablar cuando trataba de acusarse y decir mal de sí, tenía formado de sí tal mal concepto que cuando se le hacía alguna falsa acusación aun contra el testimonio favorable de su buena conciencia, se iba con el pensamiento ageno, y decía sin duda que yo no soy la que me engaño y mi amor propio me ciega”.
“Su prudencia y sabiduría eran tales que desde que logró aprehenderlas del Divino Maestro en las continuas comunicaciones y repetidas lecciones cuydó de obrar siempre según ellas habiendo sido su mayor prudencia y sabiduría el haber ocultado que las tenía"
"La Plazuela de las Nazarenas
" “Su justicia y rectitud están más que manifiestas en haberse dado toda enteramente al Señor buscando sin intermisión su gloria en haber escogido la humillación y abatimiento para sí, y la gloria, honra y estimación para sus próximos
"La Plazuela de las Nazarenas
" "“Su fortaleza, paciencia y templanza, pedían ciertamente más extensión que la de este pequeño apunte, por esto solo diré que esta caña débil en lo visible, fue un cedro el Líbano en lo invisible, pues supo tenerse firme en medio de la ceguedades, obscuridades, repugnancias, amarguras, tedios y desamparados de espiritu: A todo esto solo oponía la paciencia, la humildad y la mayor felicidad, asida a solo la fe en la obscuridad de la noche, que duró casi todo el tiempo de su vida. Las tentaciones en toda la materia, principalmente en la de la pureza, fueron mas que terribles: pero solo sirvieron de dar nuevo realce a sus virtudes y llenarlas de coronas. Parece que las constante y pasifica firmeza en tales penas de espiritu denotan bien su fortaleza y paciencia; mas tampoco dejan de indicarla sobradamente sus padecimientos corporales, así de enfermedades, como de la penitencia. Las enfermedades que casi nunca la desampararon, fueron varias, y gravísimas, sangre por la boca, calenturas continuas, pecho, pulmón, cabeza, estómago, todo en ella estaba dañado haciéndole particular tormento. Cualesquiera de estos males por sí solo habría abrumado enteramente a otra alma menos fuerte y paciente, pero en ella solo sirvieron para materia de estas virtudes, sin haberse jamás disgustado o exasperado por tenerlas ni por ahijones de su agudeza ni por la prolongación de su duración.
“Parece que el divino maestro por otra parte queriendo como evocar el filo de su espada en sangre y maceraciones de esta victima inocente no contento con padecimientos dichos, quiso que ella exercitase la penitencia que por nuestros pecados debíamos: Así aunque siempre por su templanza en la comida y bebida podía decirse que su ayuno era continuo, le ordenó el señor mismo muchas vigilias sobre las de la iglesia universal, mandándole que en tales días ayunase con toda ceveridad. La cantidad de pan era bien corta y la de agua tenía por medida una xicarita pequeña que el mismo Señor le señalo siendo que su sed era qual se deja entender por las enfermedades dichas. El régimen que le impuso para la cuarentena fue que ayunase un día a pan y agua y otro al traspaso. En los mismos días por expreso mandato de Su Majestad tenía disciplina muy sangrienta, trahía rayos de hoja de lata hasta verter su sangre de sus delicadas plantas, de las cuales plantillas fue preciso hacer varias por haberlas quebrado por el continuo uso, lo que no pudo haber sido sin dejarle las plantas las plantas de los pies llagadas. Rajo también por muchos tiempos una túnica áspera de lana a raíz de las carnes como también los cilicios, todo por el Señor el qual parece renovó el milagro de los quatro Hebreos, Daniel, Azarias, Misael y Ananias, en esta su sierva poniéndola rosagante y de mejor semblante, en los días que sobre sus enfermedades, y continuos desvelos, se añadían todas las dichas maceraciones"
"La Plazuela de las Nazarenas
" “En medio de estas espinas era su alma como una rosa fragante de amor y blanca azucena de pureza; pues mantuvo intacta su virginidad habiéndose consagrado al Señor en voto de perpetua castidad, firmando este con la sangre de sus venas. Trayendo ese dichoso papel colgado al cuello en un relicario, como feliz instrumento de los castos desposorios que en una comunión celebró con el Señor llamándola este desde entonces su amada Esposa, y encargándola que les diese el titulo de padre, y Esposo cuando en sus trabajos quisiese obligarle á que la oyese
"La Plazuela de las Nazarenas
" “La que es Virgen por excelencia y la Madre de la Pureza es decir la Santísima Virgen, mi Señora le dio repetidas veces á gustar el néctar dulcísimo de sus castísimos pechos, nombrándola también su amada hija. Los Angeles Santos, y en una palabra todos los cortesanos del cielo la consolaron muchas veces, mostrándosele muy propicios, en particular ya se ve las Santas y Santos mas conocidos, los Patriarcas de las Religiones la acariciaban como á muy querida del Señor, varios Santos otras veces, y entre ellos mas especialmente el Patriarca San Juan de Dios, y San Ramón Nonnato la traxeron en la calidad de obsequio por el amor que les tenía una corona de espinas que le causó cruelísimos dolores de caveza
"La Plazuela de las Nazarenas
" “ Asi, ennoblecida esta vella alma alma logró en una Pascua de Pentecóstes recibir al Espiritu Santo en figura de paloma: en otro tales días al postrarse á los pies de nuestro dulce Redentor la tomó en sus brazos, levantándola, y dándola á beber de su Sacratisimo costado; algunas veces no contento con agasajarla él la mostró á su Eterno Padre, el qual la miraba mostrando una gran complacencia. Su pasión dominante fue el amor a Nuestro Señor Sacramentado; sin duda para refrigerar el ardor que le causaba este amor la mandó el mismo Señor muchos años antes de su muerte, que en cada día hiciese ciento cincuenta comuniones espirituales
"La Plazuela de las Nazarenas
" “Al año siguiente á este orden le añadió, otras cinquenta y como iba en aumento, en los subcesivos, era su vida casi una comunión incesante, muchas veces recibió de manos de los Santos, y la del mismo Señor, principalmente después que sus enfermedades la embarazaron la salida á la iglesia privándola de la Comunión Sacramental; mas como el Señor es la liberalidad, y magnificencia misma, la recompensaba esta privación ya del modo dicho, ya dignándose el mismo en la imagen de un niño que ella veneraba en su habitación y e quien recibió innumerables favores, celebrar para su consuelo muy frecuentemente el Santo Sacrificio de la Misa que nunca dexó de oir aun estando en su cas enferma yendo a los Templos en Espiritu y hecha industriosa aveja y entrando en los sagrarios, como en otras tantas colmenas á labrar la miel de su devoción, que siempre iba en aumento
"La Plazuela de las Nazarenas
" "“De esto y de todo lo dicho no podían menos que encenderse en su corazón, unas ancias tales de morir y salir de la estrecha cárcel del cuerpo que para contenerlas, y moderarlas, necesitaba apelar a su conformidad, que juntamente con la obediencia fueron para ella virtudes muy amadas. Trabajó tanto en efecto a fin de extinguir aun esta Santa pasión, que consiguió aun antes de su muerte, ponerse en una tal conformidad e indiferencia que desnudándose del deseo de morir que le inspiraba su amor, triunfó el amor de si mismo haciendo que en adelante todo su querer fuese no tener ya propio querer aunque en verdad que cuando los Médicos la mandaron Sacramentar no pudo por ma que quiso ocultar el regocijo que le causaba la proximidad de la dichosa hora que tanto había anhelado; pues entonces tuvieron su gran ver la feé viva, la esperanza firme, la caridad ardiente con que el Señor la adornó avivándole las muchas y encarecidas promesas que le hizo enquanto a la felicidad de su tráncito después haberla antes honrado con mucha comunicaciones, favores, manifestaciones de sus secretos como el estado de varias Almas del Purgatorio á quienes alivio mucho, ya para la total donación que les hizo de quanto podía tener de mérito ya rociarlas con la sangre del Señor en un devotísimo exercicio que acostumbraba.
“Omito otras muchas cosas por lo inhábil que me tienen mis enfermedades para poder extenderme mas, y concluyo protestando que mi intento en esta relación no es prevenir el juicio de la Santa Iglesia según los decretos Apostólicos del Señor Urbano Octavo, y de la Santa inquisición de Roma y que quanto he dicho solo merece un ascenso de feé puramente humana"
"La Plazuela de las Nazarenas
" “Baxo la misma protestación añado habiendo aumentado esta devota Virgen su fervor en los últimos días de su vida me edificaba demasiado con la firmeza de su confiadísima esperanza que quanto a su salud eterna, hasta el punto de llegar á decir, que si se le apareciera un Ángel y tratara de intimidarla, de ningún modo vacilaría, pues la bondad de su creador y la sangre de su Redentor le tenían firme á toda prueba. En los siguientes días se veía muy frecuentemente escoltada de Ángeles y Cortesanos del cielo que no cesaban de dar creces a su cristiana esperanza. Asi estuvo hata el día veinte y dos de Diciembre del presente año en a qual puesta en gran debilidad hablaba poco, aunque interiormente, obraba mucho y decia de quando en quando. Nada se puede dexar por hacer para esta hora porque aun la costumbre anticuada de obrar bien casi no tiene lugar en este lance. Y nada haría si el Señor no lo hiciera todo en mi, y si mi Ángel no supliera mis defectos. Otras veces, ay de aquel, que dilata su confesión para esta hora principalmente si no tiene muy aligerada su conciencia, pues si lo que antes se hacia bien no se puede hacer en este lance, cómo saldrá lo que nunca bien se hizo? Luego muy a menudo decía Gracias te doy ó Dios mío, de mi corazón porque muy de antemano me diste lúz, gracia y proporción, para participar quanto necesito en esta hora. Pero oh? Ya esta hora tarda mi buen Jesús. En estos efectos y otros semejantes se matubo hasta la noche en la qual teniendo presente á un Señor Eclesiástico hermano suyo, aunque con el mas profundo rendimiento le habló sobre la alteza de su estado, y los cargos de su parroquial Ministerio con más palabras dignas de gravarse en un mármol, y para no faltar a su humanidad amadísima concluyó diciendo. Que no ocupaba otro sentimiento fuera de no haber sido fiel en el servicio de su dueño. El día siguiente yendo su debilidad en aumento; pero sin cesar en su interior exercicio volviéndose á una hermana de espiritu le dixo Oh? Ahora es tiempo de toda la fortaleza y recogiéndose en si misma escuchaba atenta con la mayor modestia, cerraba los ojos entre unas tranquilas agonías, y perceverando de la manera dicha con su caveza dulcemente inclinaba al lado del Sacerdote y Crucifijo sin movimiento alguno extraña entregó su alma al Señor á cerca de las dos de la tarde del día veinte y tres de diciembre de mil siete cientos noventa y cinco á los cuarenta y un años, un mes y veinte días de su edad, acaso como lo esperamos de la vondad del Señor para empezar á celebrar en el Cielo la Natividad de su amado Niño desde las vísperas de la vigilia. Antes y después de su muerte estuvo rodeada de seis o siete sacerdotes y muchas Personas seculares, y con los ojos llenos de lagrimas tal vez con una santa enbidia de no acompañarla con iguales señales oraban, y le venían de ito contra el horror natural de los Moribundos y Muertos
"La Plazuela de las Nazarenas
" Dios sea bendito
"La Plazuela de las Nazarenas
" "Fr. Pedro Loayza Mercedario
Acojamos con la fe humana que pedía el autor Padre Loayza esta sencilla relación llena de prodigios y pasemos a la vida misma de nuestra religiosa plazuela que por contraste, muy humano también, se halla cerca de dos lugares propensos al mal: un teatro y cancha de gallos. Veamos algunos de sus tipos populares:
En la esquina formada por las calles de Nazarenas y Pileta de Nazarenas s encuentra la peluquería flebótomo “Papa Rellena”, quien ha adquirido en buna ley tal apodo a causa de su excesiva gordura que le ha dado aquella redondez golloría criolla. “Papa Rellena” como su rival de la calle de la Moneda es uno de los pocos barberos antiguos que todavía sacan dientes y muelas, afeitan las barbas y sangran a los vecinos de esta ciudad. Si alguno le ocupa aun en practicar sangrías y en aplicar sanguijuelas y ventosas sajantes, métodos curanderiles contemporáneos d aquí, a pesar de todo hábil cirujano, “doctor” Santitos que:
“Recentado está
Emplasto de malvas
Con unto sin sal”
será, sin duda alguna, el doctor Palma, a quien acabamos de ver atravesar la Plaza de Armas, rumbo a su domicilio de la calle de Zamudio, caballero en un escuálido jamelgo digna imagen del celebérrimo Rocinante llevando colgada en la parte delantera de la montura una portaviandas de loza blanca que, seguramente, contiene su almuerzo y en la traerá dos o tres tercios de alfalfa que forman la alimentación diaria del caballo. A tal flebótomo tal cirujano.."
"La Plazuela de las Nazarenas
" “Papa Rellena” tiene en el lugar principal del estacionamiento como él llama hiperbólicamente a su tenducho colgada, la consabida oleografía del individuo que se afeita solo y del que se hace afeitar por un barbero, compañera de esa otra que representa a los comerciantes, uno que vendió al crédito y otro al contado. Su redonda cara de luna llena se anima con una sonrisa de satisfacción cada vez que un parroquiano hace referencia al cuadro, dándole así ocasión para ponderar las excelencias de su oficio: “Si señor, el barbero diplomado le deja a usted la cara limpia, sin pelo, sin un tajo, fresca y empolvada con “Flores de Plata”, legítimos y olorosos polvos, si señor. Si usted decide afeitarse, en su casa, con una navaja, mal asentada, desde luego, pues usted no tendrá piedra ni práctica en hacerlo, la cara le quedará como un mapamundi”. Tal es el sermón que se tiene aprendido de memoria para asombro del paciente que acude a dejarse sus diez “centavazos” por afeitada
"La Plazuela de las Nazarenas
" " De igual manera que la Salud es la plazuela que en nuestra colonial ciudad de los Reyes, ha visto y oido toser más y mejor, las Nazarenas se lleva la supremacía en haber visto y olido el mayor número de negros, negras y negrillos, amén de las pintorescas y complicadas castas de mulatos, zambos cuarterones, quinterones, chinos, rechinos, saltaatrás, tente en el aire y zambohigos, producto de los innumerables cruces que con blancos e indios han tenido los primitivos chalas, mandingas, angolas, y mozambiques traídos desde la lejana África “alma en boca, costal de huesos, a usanza de feria” para servir los intereses a veces sin nombre de la agricultura nacional. La máxima devoción al Señor de los Milagros ha reunido en la plazuela y en la iglesia de las Nazarenas a todos los morenos y pardos e Lima y sus aledaños, más todos aquellos que desde Mala y Cañete, han podido obtener de sus amos dinero y permiso para hacerlo. Venida la libertad y con menos obstáculos la reunión se ha efectuado con más ardor... ¿A cuántas procesiones de Nuestro Amo y Señor de los Milagros asistirían aquellos negros cuyas vidas apenas recuerdan algunos de nuestros contemporáneos?
La raza negra no ha tenido entre nosotros su poeta ni su pintor que trasladen al campo de la literatura y al del arte ciertas características esenciales muy dignas de perdurar. En efecto, no es posible olvidar a tantos negros (sin pizca de duda todos ellos devoto del Señor) asiduos visitantes en otra épocas de nuestra plazuelita:
Los dos Médicos Utrilla Perote y Perotito que a principios de siglo XVIII lucían por todo Lima sus grandes sortijas y su escaso saber, antecesores de los célebres “doctores” Ramoncito y Román, menos prietos, pero no menos palangana que ellos"
"La Plazuela de las Nazarenas
" Los guaragüeros y quimbosos zambos amansadores de potros al servicio, antes, de los orgullosos nobles coloniales, y ahora, al de los propietarios de las haciendas costeñas
"La Plazuela de las Nazarenas
" Los terribles bandoleros que en la Tablada de Lurín y en Piedras gordas y hasta cerca de las murallas constituían el espanto de los honrados viajeros, tales como el negro León, que siendo esclavo comenzó su agitada carrera al dar muerte a su amo, y consumado este acto huyó dedicándose por varios años al robo en la entera provincia de Lima. Tal era su atrevimiento y arrojo que, mientras su cabeza era puesta el precio de dos mil pesos, entraba a dormir en Lima todas las noches. Viéndose la inutilidad de la oferta se dio un bando por el que se ofrecía mil pesos al bandolero de su cuadrilla que le diera muerte, quedando también libre de toda persecución. Un compañero suyo como diría el mismo por “más señas” compadre espiritual lo estranguló o degolló, según otras versiones, y su cadáver con el fin de escarmentar fue expuesto al público durante tres días en el atrio de la iglesia Catedral. No le iba en zaga José Rayo, héroe de una vida no menos curiosa y accidentada. Por los servicios prestados a nuestros caudillos políticos y presidentes llegó a ser teniente de una “partida montada de campo” policía rural y encargado de esta de manera perseguir a sus antiguos compañeros de robos y asesinatos. Siempre que lograba coger a alguno de éstos le prometía la libertad en cambio de que le descubriera el sitio en donde se hallaban ocultos los tesoros robados y cuando el iluso bandido aceptaba y descubría el entierro del robo lo fusilaba, sin más trámites, dándole por sepultura el mismo hoyo excavado por su victima. Rayo, vuelto así inflexible castigador del crimen que antes practicaba, era tenido en mucha estima por las autoridades y llamado por éstas su mejor amigo. El negro Roso Arte, bandolero también, adquirió celebridad por fechoría y media que cometió en los campos lo mismo que aquel negro legendario Mogollón quién, según dicen, legó su nombre a la calle en que viviera después de retirarse la vida privada. La leyenda cuenta que entrar en su casa era entrar a la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones. Más gentes tan despiadadas y crueles, como estos salteadores no dejaron de sentir en sus almas devoción por alguna imagen del Señor o de la Virgen, expresión de una fe supersticiosa y sin obras, propia de su raza idólatra y fetichista, que quizá hasta los llevó a formar parte de la cofradía del Señor de los Milagros, en la por otra parte figuraban negros de costumbres sanas, muchos de ellos libertos como el simpático y risueño José Luis Cano, antiguo esclavo de las señoras Mispireta. La fidelidad de estos negros a sus amos de los que la libertad dependía los había desprendido se puso de manifiesto en los angustiosos días de la ocupación chilena, en los que las casas estuvieron cerradas a piedra y lodo como señal de estricto luto y sus moradores no salieron de ellas, mientras no se retiró el último invasor. Devoto tuvo que ser por fuerza de su color el coronel Pachas, valiente partidario de iglesias en la guerra civil que acaba de terminar y en la que encontró su muerte, Apenas desaparecido ya comienza la leyenda a tejer sus velos en rededor de la azarosa vida del moreno coronel..
"La Plazuela de las Nazarenas
" "“Ya vienen los montoneros
Que en Lima quieren entrar
Y aquí está el valiente Pachas
Que los hará recular”"
"La Plazuela de las Nazarenas
" La tranquila vida de Nazarenas se ve turbada un tanto en las mañanas por la concurrencia de gritones chinos y negras cocineras de “casas grandes” al vecino Mercado de la Aurora
"La Plazuela de las Nazarenas
" "En las tardes vienen al monasterio con mayor insistencia en el mes de octubre a “cambiar” o “lismonear” (éstas son palabras escrupulosas que quieren expresar la no existencia del negocio en el expendio de objetos religiosos) escapularios y cordones del Señor de los Milagros. Abunda la concurrencia igualmente, cuando hay locutorio y los familiares de las monjitas acuden a conversar con aquí fenómeno de la asociación de ideas quiere cantar y sólo mal entona, afición de todos los que están en su estado, esta coplita referente a la negrería:
“Que bonita es una negra
Cuando pare dos negritos:
Uno se prende´ e la teta
Y el otro se mata a gritos”"
"La Plazuela de las Nazarenas
" A las once en punto de la noche don Juan Solari, cierra cuidadosamente su baratillo “El Mesías de los Pobres”, abierto desde la madrugada, y la plazuela duerme en paz...
"La Plazuela de Santa Ana
" ASI COMO PARA IR A MONSERRATE tomamos hace días el tranvía “MonserrateCercado” de bajada, hoy para dirigirnos a Santa Ana empleamos el de subida. Sigue éste du ruta “derechito” por plateros, Villalta, San Pedro, Estudios, Zavala y Capón. Luego tuerce a mano derecha por hoyos y vuelve a torcer a la izquierda por siete Geringas. Aquí nos apeamos y después de recorrer Sacramentos presentase a nuestra vista la amplia y florida plazuela de Santa Ana. A fe que ésta sí es plazuela y muy principal, tanto que sus vecinos pueden vivir vanagloriados de ella y de los edificios que la rodean: parroquia y hospital muy antiguos, monasterio observante de religiosas descalzas y Escuela de Medicina ilustrada por las luces de Unanue y un Heredia. El camino que hemos escogido para llegar a ella no es el más agradable, daban las nueve en el reloj de los teatinos cuando pasábamos por las calles de Zavala y de Capón, sucias, mal olientes, llena de carros y centro de reunión de todos los chinos de Lima, a quienes ya hemos descrito en otras ocasiones. La música de sus cafetuchos (algo hay que llamarlos) y el olor de sus comidas exóticas, a opio, a humedad, nos persigue tenazmente hasta que el aire fresco y perfumado de Santa Ana nos lo ahuyenta y nos vuelve a nuestra vida limeña criolla, en buen parte aun colonial
"La Plazuela de Santa Ana
" La plazuela de Santa Ana posee en derredor de la pila central, una antigua pila con taza de ladrillo y cuerpo de hierro en el cual cuatro tritones, deformados por la fantasía del artífice, arrojan el agua soplando por anchos cuernos, un hermoso jardín en donde ponen violenta nota roja las cucardas y su suave nota blanca y penetrante las magnolias, rodeado por una valiosa reja de hierro que en los cinco lustros que lleva de colocada aquí no debe haber sido pintada sino una sola vez. Felizmente para nosotros limeños por entero, no se ha convertido en parque inglés nuestro jardincito: en agradable libertad sin simétricas líneas que guardan respetuosos, crecen libres en él, el sauco blanco y oloroso, el aromo con sus bolitas amarillas (que según las viejas debemos oler de lejos, pues de cerca se daña la nariz con el gusanito que tienen, los floripondios (tan estimados por las ancianas insomnes que los ponen bajo la almohada como excelente adormidera), rosales, jazmineros de la India, el misterioso galán de noche, amante de la luna ante la cual solamente abre sus flores, enredaderas de pajarito y gracias a las supersticiones del jardinero no faltan la mal oliente ruda, ni el verde, espinoso y rayado “mojón de gigante” (por otro opuesto nombre San Pedro) precisamente de cinco, siete o nueve rayas que son los que traen la suerte a las casas en donde están y que advierten a sus poseedores por medio de leve y extraño silbido que deja boca en el trono cuando gentes de mala intención se presentan en ella
"La Plazuela de Santa Ana
" Es en este jardín en donde las limeñas viejas pueden aún encontrar plantas preferidas: la esencia de rosa, la congona, las diamelas y las ambarinas, que siendo desterradas de la ciudad por los jazmines del Cabo de Lombardo y los sobrecitos de semillas extranjeras mandados traer por los gringos que se están adueñando de todos los ranchos miraflorinos. No falta por aquí alguna viejecita ochentona de pañolón que al ir a recoger estas flores para ponérselas a su mamita del Carmen, dedique una Ave María al alma del gringo Jeremías, o a la del argentino Mendizábal, a quienes fusilaron en medio de la plazuela ¡pobrecitos! Por orden de Monteagudo, ejecuciones que tanto la impresionaran en su juventud. Y no deja de exclamar si alguien la puede oir, la fidelidad de las palabras del Espiritu Santo “Con la vara que mides, medido serás” pues Monteagudo murió trágicamente en otra plazuela. “Castigo patente de Dios”
"La Plazuela de Santa Ana
" "La pulpería de la esquina de San Andrés y Sacramentos ha encontrado una manera original de llamar la atención de los habitantes de la ciudad. En la pared grandes letreros “Al Mundo al revés” coronan diversos frescos que justifican este dictado: Encaramados en unos árboles varios hombres sirven de blanco a algunas aves que armadas de escopetas se ejercitan en cazarlos; más allá son pescados por peces que en la ribera de un rio hacen de pacientes pescadores de caña y finalmente un coche halado por seres humanos conduce en su interior sentados con grave prosopopeya una pareja de equinos. Todo esto se realiza bajo la clara y ardiente luz de la luna que obscurece y humilla a la del Sol. Un rotulo que dice:
“A despecho del jocundo
Sol la luna resplandece”
Sintetiza la obra original, no firmada, de Dios sabe qué “pintamonas” que no será por cierto discípulo de Palas, Astudillo o cualquier otro de los quiteños que vinieran años atrás a reunir “utili et dolci” en sus manos la pintura de retratos y la confección de carteles. Pero un acto de capital importancia para el público lo devuelve violentamente a la realidad, pues el pulpero no paga a los compradores para que se lleven las mercaderías, como en honrada consecuencia con el título de la tienda debería hacerlo.."
"La Plazuela de Santa Ana
" La segunda iglesia parroquial que existió en Lima segregada de la jurisdicción de la iglesia mayor fue ésta de Nuestra Señora de Santa Ana y la fundó el Arzobispo Loayza en el año de 1542. Es de regular construcción y de una sola nave que se encargó de hacer componer con su peculio el hoy viejo Arzobispo de Bérito ilustrísimo Monseñor Valle
"La Plazuela de Santa Ana
" La ciudad de aquel prelado, que apoyó y dirigió la erección de un hospital en que se recogieran indios hombres y mujeres a curarse, llegó hasta el extremo de vender sus alhajas para sostenerlo con toda eficiencia. El señor Loayza fundador del hospital en sus últimos días quiso dar ejemplo de verdadero espiritu cristiano muriendo en una de sus camas y disponiendo que sepultasen su cadáver en ese lugar tan caro a sus sentimientos religiosos
"La Plazuela de Santa Ana
" Al otro extremo de la plazuela haciendo esquina con la calle delas cruces, se encuentra el monasterio de recoletas descalzas de la Concepción que tiene por titular a San José. La austeridad y penitencia en que se ejercitan estas monjas han llegado a ser de fama y sorprende el número de siervas de Dios que han florecido en sus claustros. Cuando la comunidad asiste a la misa conventual se corren las cortinas y el público puede ver el coro bajo en grande obscuridad, detalle que impresiona a todos sus visitantes. La iglesia es limpia y está bien cuidada; las monjitas han colocado en ella con profusión escupideras de madera llenas de ceniza, como una lección muda de la buena crianza a las viejecitas beatas que frecuentan tosedoras, carraspeadoras y lo demás... Desconocemos la razón por las cual las monjas descalzas siguiendo el mal ejemplo de los cuidadores de la iglesia de San Carlos, de suprimir sin razón las puertas, han hecho desaparecer la principal de esa iglesia con grave mengua de su aspecto exterior
"La Plazuela de Santa Ana
" Vecina la convento calle de por medio la casa solariega de los Carrillo de Albornoz luce su sencilla fachada pintada al temple y sin pretensiones arquitectónicas. Con grande puerta colonial, amplio zaguán, enorme patio con callejones a fin de que las calesas del amo que se guardan dentro de la casa pueden dar la vuelta por los patios interiores, esta casona es la mejor de las pocas de su clase que restan en Lima. Sus jardines y sus huertas son el orgullo del barrio y proveen de remedios caseros a toda la vecindad. Ya es una vieja que va a la portería a pedir hojitas de “llantén” para una llaguita que le atormenta el dedo mayor del pie izquierdo, ya es otra que va por un ramito de ruda para sembrarlo en una macetita que tiene “ahí arrumada” (la ruda una vez prendida y lozana la preservará de maleficios y del mal aire) y una tercera pedirá unas hojitas de culén para tomarlas como té y combatir esos flatos que le dan después de comer... Cuando se escriban en el Perú novelas limeñas la primera de todas deberá tener su escenario en esta casona cuyos muros han presenciado tantos y tan diversos acontecimientos: bailes fastuosos, cenas galantes, rudos e incansables pleitos de familia
"La Plazuela de Santa Ana
" "“Si sus paredes hablaran
Cuantas cosas se sabrían...”
La aristocrática mansión vive ahora una vida venida a menos, grande para sus actuales moradores, se alquila en parte. En el huerto interior regado por el río Huática las mismas avecillas de ayer ignorantes de las cosas de los hombres siguen como ayer cantando"
"La Plazuela de Santa Ana
" Para acabar de “echarle pan” a las demás plazuelas y en especial a la Carolina que tan orgullosa se siente con su aula universitaria, Santa Ana también posee su escuela de altos estudios: San Fernando, asiento de la facultad de Medicina, un amplio edificio de dos pisos, con fachada de regular trazo. Dos boticas Lcortejo obligado de la facultad lucen en altos escaparates los grandes frascos de porcelana blanca, en cuyo centro con letras doradas, que rodean al escudo peruano o el español, se destaca el nombre de su contenido v.gr. así: “AguScorsonera”. Sin duda, en mejores épocas la del guano y salitre o la de la Consolación se encargó la frasquería completa de las boticas de Lima a Faenza en Romaña o a Savona en Liguria o más atrás en la época colonial el mismísimo BUEN RETIRO; proveedor de los dijes y floreros de todas las cuadras y salas de las mansiones limeñas
"La Plazuela de Santa Ana
" Con una nota trágica y sombría comienza muy temprano la vida de la plazuela. Al rayar del alba rompe un rumor sordo y continuado que va aproximándose rápidamente, es la “carroza de las cuatro”, como la llaman las gentes, que viene al hospital a recoger los cadáveres de aquellos que por la triste situación económica de los suyos no merecen los honores de un nicho y un cajón en que dormir el último sueño y que van del mortuorio a la carroza y de ésta a la zanja común, ante la prisa de un carrocero indiferente y el responso del capellán del Cementerio según el decir de algunos cáusticos observadores dicho de prisa, sin unción cristiana y entre dos descomunales bostezos
"La Plazuela de Santa Ana
" Pasada la carroza la plazuela animase con el trajín de las placeras que se dirigen a la cercana plaza del mercadoLI. Las ceroneras hacen su aparición, jinetes en mansos borricos, trayendo desde Santiago de Surco los atados de blancas y perfumadas margaritas que las devotas de San Antonio tanto han menester
"La Plazuela de Santa Ana
" "Entre tanto suenan las seis en el reloj de la torre del hospital “San Bartolomé”, los celadores de la vecina comisaría del Cuartel Tercero pasan al relevo (el relevo tiene cuatro turnos de seis horas cada uno). Altos, cerriles, hablando mal el castellano con lo que dan motivo a que el pueblo los remede y se burle de ellos, lo único que aprenden bien es a manejar el pito; aparte de las llamadas a “inspector”, a “reunión”, “alerta” e “incendio” en los ratos desocupados por las noches, añorando las alturas de donde vienen, importunan el sueño del vecindario llenando de aire de “yaravíes” y de “huainitos”. La mayoría de ellos son ayacuchanos “Tuna saiqui” como les dice cada vez que los encuentra el doctor Villar; paisanos de “taita Cáceres” conservan fresco todavía el orgullo de sus recientes triunfos sobre los iglesistas:
“General Cáceres
Vamos a la guerra
Con dos lemeñitas
En la cartochera”"
"La Plazuela de Santa Ana
" Fieles hasta la muerte a su caudillo son los celadores; más fieles aún a no hablar debidamente el castellano y de ahí que jamás pronuncian Cáceres
"La Plazuela de Santa Ana
" "Las Hermanas de la CaridadLII , frescas francesas en su mayor parte, de albo color y mejillas de manzana, tranquilas y sonrientes van saliendo aunque no mucho del hospital con anchas polleras tableadas, chaquetas bien entalladas, cometas blancas planchadas cada día, zapatones negros de gruesa suela que sin embargo no hacen ruido al andar sus dueños y rosarios de grandes cuentas y cruz de hierro. Este atavío dales aspecto apacible y peculiar. Venidas al Perú hace ya largos años, a pesar de toda su abnegación y todo su heroísmo no gozan aún en el alma popular las consideraciones que debieran gozar. No es raro el caso de que uno de sus enfermitos sanos y bueno ya, antes de abandonar el “2 de Mayo” o la “loquería” escriba con tiza en una de las paredes:
“Es una temeridad
Que habiendo beatas en tropa
Nos hagan traer de Europa
Hermanas de la Caridad”"
"La Plazuela de Santa Ana
" cuartetas que acabamos de leer, no precisamente aquí sino en una de las columnas de madera del portalito de la Recoleta cercana a la casa de huérfanos dirigida por las hermanas y a la iglesia que se reconstruye ahí por sus compatriotas los padres franceses de los Sagrados Corazones. Las hijas de San Vicente de Paul han venido a Lima a reemplazar a los antiguos y cómicos flebótomos que con diploma y “todo” egresaban hasta cuarenta años de los claustros de San Marcos: sacan gratuitamente muelas en Santa Teresa y otras casas suyas. Y según dicen las malas lenguas, se las extraen a los pacientes nada menos que con llave inglesa
"La Plazuela de Santa Ana
" Después de la salida de las hermanas, tal vez a la Beneficencia o comercio de chez Remy o chez Bignon las boticas francesas ambas comienzan a llegar los estudiantes de Medicina fernandinos y sus catedráticos. Mucho más serios que los carolinos no forman grupos para piropear a las muchachas ni para hacer “chacota” de los hombres, e ingresan directamente en su local y a estudiar “se ha dicho”..
"La Plazuela de Santa Ana
" Encontramos muchos conocidos entre la corriente de alumnos: El gordo Muñiz, a quien ayer por cacerista maltrata un intendente bárbaro de iglesias; David Matto, joven cuzqueño bien plantado y elegante; Leonidas Avendaño, amigo del chiste y de la anécdota criolla y picante, aunque no lo parezca a primera vista; Pablo Patrón,LIII bajito, gordo, feo, gesticulador, con una biblioteca bajo el brazo pero cosa rara sin ningún libro de medicina en ella pues Patrón nacido para historiador y para cultivar lenguas muertas y por lo tanto enterradas; y así mil otros... Quizá por aquellos de que los extremos se tocan encontramos casi siempre juntos y muy amigos, a los catedráticos Don Leonardo Villar la cabeza inclinada a un lado y cubierta por un “tongo” grandazo, liberal, curioso de todas las ciencias, y a don Tomás Salazar, cristiano rancio de conocidas ideas ortodojas, que procura igualar sus pasos inciertos por una pequeña cojera con los rápidos de Villar. Los celadores, los fruteros, los mayordomos no dejan pasar a Villar sin saludarlo cariñosamente en quechua o en aimara. Villar conoce todas las lenguas indígenas del Perú, las habla todas y le basta oir dos silabas en cualquiera de ellas encasillar al hablador en su provincia y hasta en su caserío: Otro descentrado de su profesión como Patrón
"La Plazuela de Santa Ana
" Para vanagloriarse de todo y no deber nada a nadie tiene también nuestra plazuela su tradición cómica en el rocinante del Doctor CerveraLIV reputado médico morador de la calle Sacramentos montado en el cual hace sus diarias visitas. Se necesitará estudiar mucho el caso para juzgar si el caballo del doctor Palma o el doctor Cervera merecen ser la exacta representación de aquel en que nuestro Señor Don Quijote, Caballero de la triste Figura, saliera a sus andanzas y malandanzas por los campos de la mancha
"La Plazuela de Santa Ana
" "El día de la plazuela se extingue entre los gritos e los muchachos, ya “maltoncitos” que después de comer dejan sus padres ir a jugar. Además del “Mundo”, “El Pan quemado” reina, dueño y señor. Un pañuelo bien enrollado que sirve de chicote y el juego comienza con la búsqueda del chicote, el chico que lo encuentra reparte una azotaina general. Desde lejos nos ponemos a oir los conocidos gritos:
“Frio, frio
Como el agua´ el rio
Tibio, tibio
Se va entibiando
Que se quema, que se abraza
La cocina de mi casa
Caliente, caliente
Se calentó...”
El reloj de San Bartolomé da las once de la noche, abandonamos la plazuela y bajamos por la Moneda a nuestro domicilio"
"La Plazuela de Santa Ana
" NOTA Como podía dejar de ser, San Fernando fue saqueado escandalosamente por el ejercito chileno de ocupación. La Biblioteca con sus armazones y estanterías. Los gabinetes de Física y Anatomía fueron enviados a Santiago y las demás cosas vendiéronlas en Lima. Poco a poco va reponiéndose lo hurtado.
"La Plazuela de Santa Clara
" PARA LLEGAR EN LOS BARRIOS ALTOS a la plazuela de Santa Clara, es necesario, bien por un lado o bien por otro, atravesar una serie de calles cuyos nombres parecen arrancados de un cuento de esos que las viejas abuelas relatan a sus netezuelos antes de dormir, cuentos en que se vuelcan entre una y otra verdad cientos de mentirosas fantasías: “El Colmillo”, “El Pejerrey”, “El Suspiro”, “Las Carrozas”, “Siete Pecados”, “Barranca”, “Barranquita”, “La Penitencia” y “El Molino Quebrado” están pidiendo a gritos el cronista conventual prolijo y detallista como el agustiniano Calancha o al cronista moderno volteriano, liso y zumbón como don Ricardo Palma que ahora con celo sin igual se ha dado a la tarea de pedir libros al mundo entero para su hija predilecta, la Biblioteca Nacional que descifren y aclaren estos nombrecitos para el entretenimiento de los limeños legos. Nosotros anotamos el hecho y pasamos de frente incapaces como somos de emprender esa obra Apenas si en el “Suspiro” nos detenemos ante el pilón para contemplar al negro aguador llenando las dos pipitas de madera que carga su borrico y que va a vender lejos, cobrando medio real de níquel por pipa; igual a ño José Santos el aguador del barrio bajo recoletano, éste de los barrios altos visto de lejos semeja un caballero con armadura. El peto y las rodilleras hechas de cuero que usa para resguardar su ropa azul de amotape danle tal aspecto. El gremio de aguadores día a día mengua en número y prestigio, por la abundancia de caños y por la existencia de las compañías de bomberos, respectivamente. Y hoy apenas se dedica al negocio uno que otro negro “mojino” de aquellos a quienes se llama ”raya de clavos”, pues según cantan sus detractores que la raza negra siempre los tiene necesitan calentar al rojo (¡!) un clavo para separarse el cabello en bandos, cosa que los demás mortales efectúan suavemente con un peine de marfil, comprado en Mercaderes en la Antigua Casa Guillón, sucesora de los gabachos “Déhors, Pierre y Cia.”, que los vende magnifico para el caso
"La Plazuela de Santa Clara
" "La plazuela de Santa Clara no tiene jardines como la de Santa Ana, ni pilón como la de San Lázaro, ni siquiera un pedestal de granito que espere pacientemente a su estatua que no viene nunca como la de San Carlos y Santa Ana. Apenas si puede presentar en su modesto haber un malísimo pavimento de piedra rodada y una acequia que la atraviesa totalmente, la llamada pomposamente por los vecinos, rio. Cuando los chicuelos ven algún sujeto en sus orillas cantan que se las pelan:
“Ahí está don Simón Pacheco
Con la mano en la cintura,
Cogiendo los camarones
Que pasan con la basura”"
"La Plazuela de Santa Clara
" "Dos edificios llaman la atención de los transeúntes : el molino y la iglesia. Veámoslos con despacio. El molino es uno de los edificios mejor construidos de la ciudad y su magnificencia no “cuadra” al uso a que se le destina. Su propietario fundador, ignorante de los nombres del primer sembrador de trigo y del que por primera vez moliéndolo lo convirtió en harina, para adornar su molino con estatuas no le quedó otro recurso que emplear las de cosmógrafos, políticos y altísimos poetas, cuyas relaciones con la harina de trigo excepción del pan que comieron no podríamos precisar. Bellísimas estatuas de mármol de Carrara de un tamaño mayor que el natural a las cuales las balas de nuestras revoluciones militares y las pedradas de los chicos mataperros deben no pocas heridas y mutilaciones. Preciosas esculturas florentinas, obra las más bellas del artista Casoni a juzgar por la firma que ostentan “CasoniFirenze1865” merecen estar colocadas en otro lugar de la ciudad más aparente para ello que este molino perdido en la parte menos visitada por los viajeros. Superiores, quizá, a las doce que representan los doce meses del año, traídas en 1858 por don Felipe Barreda para la Alameda de los Descalzos, y a otras menudas desparramadas aquí o allá, tales como las cuatro que personifican las estaciones del año, colocadas hoy entre una mísera rejita tras los pilones de piedra, esquinero de nuestra Plaza Mayor, están adosadas al muro y a ambos lados de puertas y ventanas sobre pedestales adecuados. Don Miguel de Cervantes Saavedra debido a la inclinación del terreno es quien está más cerca de la muchedumbre, motivo por el cual es quien ha sufrido más, perdiendo en esta otra jornada de guerra los dedos de la gloriosa mano con que escribiera el Quijote. Siguen Alejandro Volta, el célebre físico inventor de la pila eléctrica que en su honor lleva el nombre de voltaica; Andrés Doria, genovés restaurador de la libertad de su paria en el siglo XVI; Rafael el Divino, favorito de León X y el mayor de los modernos pintores; Dante Alighieri, “el Homero cristiano autor de la inmortal Divina Comedia. Casoni, al pie de la estatua ha esculpido unas líneas que de pronto no podemos leer perfectamente, pero con la ayuda de un espejito logramos copiarlas y son:
“O voi che avete gl´ inteletti
Mirate la dottrina che s´ asconde
Sotto il velame degli versi strani”"
"La Plazuela de Santa Clara
" "La necesidad de que el Dante mire de frente a la plazuela ha hecho que el terceto se oculte a las miradas de los transeúntes. Don Emilio Seguí, el fiero autor de Almanacco Civile Italiano, vapuleado y duro, por el ministro de Piérola, doctor Panizo, y la única persona que, en Lima, entiende de estos achaques puede explicar la razón que tuvo el escultor para dejar al pie de la estatua del florentino este terceto de la Divina Comedia (Inferno, canto IX 6163).
Y sigamos adelante. El florentino Miguel Ángel Buonarroni, digno rival de Rafael y pintor del Juicio Final; el también florentino Nicolás Maquiavelo, maestro de tiranos; Victorio Alfieri, célebre poeta trágico natural del Piamonte y Galileo Galilei, el inventor de la filosofía experimental y el primero que puso en claro las doctrinas astronómicas de Nicolás Copérnico. A cada estatua de la parte baja corresponde otra en la alta. Figuras históricas modernas alternan, sin más ni más, con alegorías mitológicas. Cinco de aquellas representan el Conde de Cavour, creador de la idea unitaria italiana, al “regalantuomo” Víctor Manuel, a Diógenes, a Marco Polo el incansable viajero y geógrafo veneciano y al célebre navegante Genovés Cristóbal Colón descubridor del mundo en que vivimos"
"La Plazuela de Santa Clara
" Tras la puerta de entrada que como las ventanas coronan grandes letreros “se muelen trigos”, “se venden todas clases de harinas” hay todavía otras dos bellísimas estatuas, una de América, representada por la india semi desnuda de rigor, y otra de Italia con cota de escamas. Ignoramos si en el interior existen otras más. Las estatuas de los altos, menos al alcance de los mata perros, se conservan mejor. Lastima y grande que entre bellísimos mármoles desentonen como dice nuestra pintoresca locución que desentona Cristo con pistoleras los grandes letreros que acabamos de citar
"La Plazuela de Santa Clara
" Don Felipe Diego Schiattino, antiguo huésped de nuestra nación, abrió en esta molino, con permiso de su legación, un refugio para las familias no beligerantes, durante los luctuosos días de las batallas del 13 y 15 de Enero del 81 y la consiguiente entrada en Lima del ejercito enemigo. A las familias asiladas, en su mayor parte italianas, se unieron después algunas peruanas, cuyos padres y hermanos reservistas defendían la ciudad en San Juan y Miraflores. Horas angustiosas transcurrieron para estas personas que abandonaron sus hogares sin llevar nada de lo necesario para el sustento, hasta el extremo que don Diego les repartía, como en campamento militar, las raciones que podía conseguirse. Por fin el día dieciséis salió Schiattino a la ciudad con 250 italianos a incorporarse a la Guardia urbana que impedía que continuasen los saqueos
"La Plazuela de Santa Clara
" Así como en este molino encontraron asilo las familias extranjeras, las peruanas lo tuvieron en el Hospicio Manrique, que en la casa de Huérfanos de la plazuelita recoletana, en el colegio de Belén y en el molino de don Pedro Serdio en Presa, situado en una mansión de recreo, que según versión popular, fue célebre en la vida galante de la colonia
"La Plazuela de Santa Clara
" Al otro lado del molino, dando frente a la subida, se levanta un principal monasterio de Lima, el de las clarisas de Nuestra Señora de la Peña de Francia, cuya titular es Santa Clara, nombre por el que comúnmente se le conoce. La extensión de él es bastante considerable y tiene amén de varios claustros y huerto cinco capillas interiores. Una de ellas llamada el Santuario, de milagrosa fundación, es la más elegante y en su altar recibe culto a una efigie del Cristo de Burgos. Es famosa la sólida y elegante construcción de este santuario, más nosotros no podemos dar fe de ello, ya que una visita sólo se podría hacer con permiso archiepiscopal y consentimiento de la comunidad, supuesta la curiosidad como causa insuficiente. Las monjas clarisas son afamadas bordadoras de “detentes”, bastante solicitados por las limeñas para llevarlos como “cariños” a los santos o para prendérselos, con un buen imperdible, en el forro interior del chaleco del novio a fin de que Dios lo preserve de todo mal y el matrimonio pueda realizarse en breve. Tanto para conseguir estos milagroso objetos como para obtener el sin par “mana” es necesario tomar la callejuela del lado e ir a llamar al torno de la portería conventual sala cuadrada, vasta, obscura y en cuyas paredes léense grandes rótulos que dicen: “Casa de Dios y Puerta del Cielo” mientras otros más pequeños recomiendan “Oración y trabajo”, “Modestia y Silencio”. Sin embargo para tratar precios con la hermana tornera fuerza es romper el silencio aconsejado, comenzando con el sacramental “Ave María Purísima”. Al torno acércanse también los sedientos a pedir un poquito de agua la que jamás es negada como tampoco como lo deben ser la candela y la sal pero como el buen cristiano está obligado a evitar tentaciones, las monjas se las evitan a los pedigüeños sujetando una cadena el jarrio de hojalata. Aquí también se consiguen los libritos del evangelio, curiosas manifestaciones del culto externo que se usan para colgarlos del cuello a los niños enfermos. Un librito de estos está constituido por trozos muy pequeños de hojas arrancadas a los evangelios que forman un bodoque de tamaño como una pulgada de largo por otra de ancho. (¿Cuántos preciosos y antiguos libros y breviarios, joyas apreciadas, tanto como deben serlo por los bibliógrafos habrán desaparecido mutilados por los irreverentes tijeretazos de las monjitas?) La pasta está simulada por un cartoncito que aforra las hojas bien dobladitas; a su vez el cartón está forrado en seda sobre la que van bordados hábilmente diversos signos religiosos como cruces, corazones, etc. La minuciosidad monjil va hasta cerrar el librito con broches de hilo dorado, resguardarlo con cartoneras y bordar en el lomo varias letras. En su parte superior lleva un cordoncillo de color suave rosa o celeste por el que se cuelga el cuello. Expliquemos la génesis de esta manifestación del culto externo: la iglesia impone sobre la cabeza de los niños enfermos los Santos Evangelios con una fórmula especial, y entre nosotros ignoramos si hay algo parecido en el extranjero se coloca como recuerdo de la imposición, el librito. El vulgo supersticioso ha ignorado, en muchos casos, la ceremonia ritual y solo tiene presente el recuerdo material y llamativo, dándose así el caso de que algunas personas sin previa ceremonia para salvar a sus hijos les colocan el librito. Los serranos tienen singular afición a “echar” evangelio según como ellos se expresan y los mucho que viven en el tambo y casas de San Idelfonso acuden a Santa Clara y a veces al capellán para que lo “eche”. Nos hemos admirado bastante de que los cholos y los indios enconados de ordinario con los negros los solicitan como padrinos de evangelio por considerarlos como de buen agüero
"La Plazuela de Santa Clara
" Y ya que de serranos hablamos, no pasaremos sobre los hueveros y hueveras que han formado de la calle de San Idelfonso su principal reducto, con el privilegio de tener por vecino nada menos que al hoy Presidente de la República Andrés Avelino (sic) Cáceres, quien vive en su espaciosa casa con su esposa doña Antonia Moreno y sus tres hijas, niñas muy simpáticas. La “Ayudantina” selecta agrupación de jóvenes militares que acompañaron al General durante todas sus campañas, como no se vio antes otra igual en calidad rodeando a su caudillo, da en veces animación a la casa de San Idelfonso
"La Plazuela de Santa Clara
" Una de las principales negociantes en huevos es misia Catalina Gastelú, fornida ayacuchana, propietaria de una casa en la acera izquierda, en donde deposita la mercadería que recibe continuamente de las provincias de Jauja y Huancayo. En los espaciosos cuartos se pueden ver los rimeros de los típicos cajoncitos en que son traídos los huevos a lomo de peludos burros serranos. La operación de clasificarlos es bastante curiosa, casi a obscuras, alrededor de un “cerro” de huevos, cuatro o cinco mujeres sentadas en el suelo los hacen pasar por delante de la luz que da una vela de esperma colocad en su palmatoria de cobre y los van separando en distintos balayes de caña según sean: buenos, regulares o rajados. Estos últimos al día siguiente los venden en la plaza a las cocineras que hacen uso de ellos para torrejas, tortillas y otros batidos, y se van encantadas de que las protejan la sisa, pues ellas los pasaran a sus patrones, comprados como buenos. Cuatro o cinco perros chinos tanto como mujeres pues es inconcebible serrana sin perro chino están acurrucados entre los pliegues de las anchas polleras con que visten sus amas. El perro chino calato, friolento, poco agradable a la vista y al tacto goza de reputación terapéutica especialmente para la fatiga, aconsejándose a los que padecen este mal duerman con un uno que al día siguiente debe ser bañado. La semiobscuridad de la estancia, las sombras chinescas proyectadas en la pared por las separadoras, la postura en que están, el hablar quechua de doña “Cata” y sus operarias polleronas embozadas en “llicllas” de tintes violentos, sujetas con prendedores de labrada plata huamanguina dan a la tarea un raro y típico aspecto. “Doña Cata” tiene en el tambero vecino y en otros del oficio fuertes competidores, pero por hora ella triunfa en toda la línea
"La Plazuela de Santa Clara
" "Otro aspecto de la calle el religioso lo podemos contemplar en la casa de doña María Manrique de Lara, devota de una imagen de Jesús Nazareno con la cruz a cuestas, que es conservada cuidadosamente en el precioso oratorio que posee en el interior de su solariega mansión. El culto que rinde al Nazareno su devota tiene más de público que de privado con la serie de novenas, triduos y otras funciones religiosas que celebra en su honor, a las cuales acuden las familias decentes del barrio, con ganas, muchas de ellas, de conocer personalmente y oírle tocar el piano a la cieguecita Amalia Rueda, encargada de acompañar a las cantantes de las siete caídas del maestro Salvador. Las novenas de la señora doña María, rezadas en las noches anteriores al Domingo de Ramos, son especialmente favorecidas por las niñas solteras y sus mamás y los versos de las caídas se elevan cantados sencilla y armoniosamente por ellas. Helos aquí:
“Dulce Jesús, que postrado
Sangre sudas por mi amor,
Concédeme, que a tus pies
Derrame Alma y corazón"
"La Plazuela de Santa Clara
" "Con el tropel de mis culpas
Te he derribado Señor,
Lloren mis ojos más agua
Que la que llevó el Cedrón"
"La Plazuela de Santa Clara
" "
Si de la cruel bofetada
Caes, mi Jesús al rigor,
Levántate el ruido de estas
Que me dan mi contrición"
"La Plazuela de Santa Clara
" "Venid, almas de Jesús,
A morir de compasión,
Que para verle en su sangre
Desmayado, no hay valor.
Después de azotes y espinas,
Cruz y clavos, ¡qué dolor!
Viva mi Jesús y muera
Quien ingrato le ofendió
Nazareno hermoso, dame
Esa cruz que no es razón
Que a ti te postre su peso
Cuando hice el pecado yo"
"La Plazuela de Santa Clara
" "¡Que habrá hecho el pecado en mi
Si tanto ha causado en Dios!
Pequé contra ti, atrevido;
Perdón mi Jesús, perdón"
"La Plazuela de Santa Clara
" "Mi Jesús danos tus manos
Y por tus siete caídas
No permitas que caigamos"
"La Plazuela de Santa Clara
" Al terminarse la novena misia María, cariñosa y galante acompaña a sus invitados hasta el zaguán, mientras en la breve conversación con sus viejas amigas extraña las unciosas platicas que les dirigía en años anteriores su pariente el clérigo Manrique de Lara, hoy finado. Tres morenos que pasan, ante la rara figura de la señora Manrique, sueltan una franca carcajada. Son los hermanos Ignacio, Juan y Manuel Santana, los tres cuyucos guardaespaldas del General Cáceres; negros retintos de surco, bien plantados y vestidos elegantemente. La gente dice que solamente usan ropa mandada a hacer donde don Carlos Haencke en Villalba o en “Las cuatro Naciones” las dos aristocráticas sastrerías de la ciudad, una vez desaparecidas las de don Juan Guevara y don Carlos Bar de tanta nombradía antaño
"La Plazuela de Santa Clara
" "El pejerrey es calle jaranera por excelencia y competidora en este barrio, de Malambo, Barraganes y los Borricos, abajo el puente y la “Chicha de Corral”, por las chacritas. Antes de retirarnos de la plazuela no hemos querido quedarnos sin hacer aquí un alto. Vive por este sector bastante gente negra que conserva tradición jocunda de su raza, sus cantos y sus bailes, desde muchos antes que don Ramón Castilla les diera la libertad, hasta estos desdichados tiempos. Aún no es raro encontrar un chiquillo que al pie de la puerta de un tenducho cante con regular afinación:
“El señor Baquero
¡Underejá!
En un caballazo
¡Underejá!
Me tiró un balazo
Yo me resbalé
Me cayo en el pie...”
y para vivir con la imaginación un rato más en los tiempos idos, su abuelo un negro viejo liberto que conociera los horrores de las panaderías del Ancla y Santa Ana, el cepo volador de las comisarías rurales y la triste vida que llevaban sus hermanos al margen de la ley en los primeros días de la República nos recita una espinela perteneciente a una serie que comenzaban con los dos primeros versos iguales, muy en boga allá por el 50:
“Acabando de cenar
Y de tomar aguardiente
Cuando cayó la patrulla
Con el señor intendente"
"La Plazuela de Santa Clara
" "Yo como mozo valiente
Me engolillé como gallo,
Tiré las tablas en seco,
Pensando sembrar zapallo
y por mozo divertido
Hoy en las cadenas me hallo...”
Ponemos en manos del amable moreno una cajetilla de cigarros “El General Cáceres” de los que elabora Antonio Pauchán, que tiene su fábrica en Espiritu Santo, y nos despedimos del “macuito” con un apretón de manos"
"La Plazuela de Santa Clara
" La vida de la plazuela de Santa Clara es todo momento del día animada; desde temprano las carretas del molino la llenan de muchos ruidos especiales. Los carreteros gustan de restallar fuertemente sus chicotes, mientras a grandes gritos, salpicados de juramentos, azuzan a sus bestias. Un poco más tarde aparecen las largas recuas de burros serranos cargados con cajoncitos en los que traen huevos, pasan lentamente, cuidados por dos o tres indios calzados con “ojotas” o “shucuyes”, abrigados con multicolores ponchos listados y tupidos “shullos”, que van “chachando” coca, camino de los tambos del lechugal y San Idelfonso. Algunas veces, acompañando a su padre, un indiezuelo menudo va por delante azorado y curioso. Increíble paree que viniera a pie desde tan lejos... Pasan los niños del barrio al “Colegio” de la O” dirigido por el severo maestro don Pedro Drinot, emparentado con “don Nico” por su matrimonio con Pascuala de Piérola
"La Plazuela de Santa Clara
" Desde las diez de la mañana a las cinco de la tarde los vecinos de Santa Clara presencian un fúnebre e ininterrumpido desfile. Todos los entierros de Lima tienen forzosamente que tomar este camino. Para ir al “pepinal de Ansieta” no existe otro. Las carrozas de primera clase, tiradas con cuatro mulas con caparazones de paño negro, cochero vestido de gala y paje sentados en altísimo asiento, las más modestas de segunda y tercera, las comunes cuarta y quinta y la de sexta que conduce los muertos de hospitales y pobres de solemnidad, suben lentamente hasta llegar al frente a la estatua de don Miguel de Cervantes. El chiquillo ayudante abre el banquillo de tijera junto a la de las mulas para llegar pronto al Panteón de Lima, diseñado y construido por el clérigo Matías Maestro. Al paso de los cortejos, la gente se descubre respetuosa y las viejas se santiguan, unciosas, rezando un padre nuestro por el alma del finado. Después el regreso del último coche, a las seis de la tarde, la plazuela entra en una calma relativa hasta las siete de la noche en que empiezan a llegar a sus esquinas los pianitos ambulantes. El chiquillo ayudante abre el banquillo de tijera junto a la vereda, el cargador coloca el piano encima y la manizuela diestramente manejada entra en funciones. “La Marsellesa”, el valse que está en boga, suena alegremente frente a la iglesia dormida y en sombras. Comienza luego un “contrapunteo” de polcas y mazurcas: “La bella Elena”, “Oasis de la Vida”, “Tin tin tin”, “Suspiro de un hambriento”, “El Si de amor”, “Una dulce mirada”... Uno a uno los pianitos dejan el campo. Han venido a llamarlos para que alegren una reunión. Un estribillo perenne acompaña hasta casi el alba el sueño de la plazuela, es el ha, ha, ha monótono de los sudorosos amasadores de la panadería, situada en la esquina de las “Carrozas”, con el que acompañan su nocturna faena
"La Plazuela de Santa Clara
" "Solo una vez al año cambia de aspecto su vida: la noche del II de agosto, víspera de la fiesta de San Clara, titular del monasterio. Desde las lejanas calles de Esplana y Minas abajo el puente vienen los coheteros a armar el castillo de fuegos artificiales de dos o tres cuerpos. El coronel Perea, jefe de Huamachuco, manda el cuartel situado en el Colegio Real, la banda del batallón a dar retreta. A lo largo orillita del rio bajo una larga fila de farolitos se improvisa una noche buena con picarones, champuz, chicha, butifarras y todas las de regla. Los pobres chinos son los únicos que no pueden gozar de la fiesta pues si los muchachos encuentran a alguno de ellos se la hacen abandonar a cañazo limpio. A las doce todo ha terminado. En una que otra mesita los clientes han bebido un poco más de lo regular, se ha traído una buena vihuela y el canto criollo rasga la noche:
“El pájaro que bien canta
Con la edad pierde lo “gueno”
Que al golpe de un buen barreno
Cualquier peña quebranta”."
"La Plazuela de las Cabezas
" LA PLAZUELAS DE LAS CABEZAS, una de las más apartadas de Lima, situada al fondo del largo trapezoide que forman el Tajamar hasta el puente de palo del “malcriado Arana”, la bajad del puente, el jirón Piura y las calles del Boquerón y Camaroneros, lejos del bullicio de la ciudad, alejada del centro, no es conocida ni buscada, ni citada por los escritores que de Lima tratan; no la visitan los turistas ni los provincianos, y aún su nombre suscita entre los buenos limeños mazamorreros de arriba el puente un sentimiento de extrañeza, como si de algo desconocido se tratara... La vecindad de malambo la perjudica; pocos curiosos dejan la calle ancha, con arboleda y doble línea de tranvía para internarse por el Boquerón e ir a caer en la retirada plazoleta. El paseante limita su visita hasta la capilla de San Francisco de Paula el viejo, tal vez hasta la portada de Guía, y de estos lugares se regresan al carro que ha de volverlo al centro de la ciudad. Malambo tampoco presenta un sitio en que pueda distraerse un rato. Solares viejos, callejones menos viejos, casas de vecindad, uno que otro destartalado “tambo”, se alternan en ambos de la calle sin atraer al paseante. Muy pocos saben de la existencia de la quinta que Micaela Villegas poseyó en Presa, a pesar de lo tanto suena el nombre de la liviana huanuqueña cuando se habla de Lima colonial, y poquísimos, también, saben algo de la iglesia construida hará más o menos unos doscientos años, destruida una vez por una de esas raras salidas de nuestro escaso Rímac, y reedificada por un devoto inquisidor..
"La Plazuela de las Cabezas
" "Una pilita baja al estilo de aquella que se ve en San Lázaro siete u ocho ficus coposos, un silencio interrumpido solamente por los gritos de las negritas y zambitas que van a la escuela que hace apenas cuatro años ha fundado el jesuita Garcés en el rincón de la callejuela del costado de la iglesia y los cholos capacheros que van y vienen a la huerta inmediata dl colegito, dan a la plazuela de las Cabezas un aire enteramente rural. De cuando en cuando una negra lavandera viene a sacar de la pila agua para llenar su batea o un negro en mangas de camisa asoma a la puerta de una tienda para respirar aire un poco más puro que el del interior.
Las Cabezas es una de las pocas iglesias limeñas que conserva su cementerio. Una pared larga de más de quince varas, bien alta y con torreoncito particular en el lado derecho separa la plazuela de la iglesia; entre ellas queda el cementerio, desde luego en desuso. Vasto patio cuadrilongo con un pasadizo central de ladrillos pasteleros que los divide exactamente en dos lados y en uno de los cuales, el izquierdo, se levanta una de esas cruces tan usadas en los pueblos serranos, pero que en Lima van desapareciendo rápidamente, al punto que fuera de ésta se conozcan muy pocas más: una en Cocharcas, en el modesto cementerio de su iglesia y ante una estupenda fachada colonial que Dios quiera conservar para cuando haya verdadero gusto artístico ahora eclipsado por razones que no son de decir y restauradores de verdad; otra en la del Cercado, eso arriba del puente, y aquí abajo tres más, las del Paseo de Aguas, la del Limoncillo y la más modesta de todas y sin calvario de San Francisco de Paula el viejo"
"La Plazuela de las Cabezas
" Sobre una peana de más de una vara de altura elévase una cruz de madera pintada de verde, alta de cinco o más varas. Trátase de una cruz, por decirlo así, historial. Desde la peana al Inri unas pequeñas figuras de madera, clavadas sólidamente, simbolizan los diversos pasos de la pasión y muerte de Nuestro Señor: el clavo que uniera los pies al madero, el látigo que restallara sobre el divino cuerpo, el grueso garrote de los sayones, la espada (que este caso, quizá como una concesión a los devotos peones de hacienda, tiene forma de machete) con que Pedro cortara la oreja del criado, la misma cortada oreja, la túnica y los dados que sobre ella se echaron, el cáliz amargo invocado en el huerto, el paño de la verónica y sobre todo esto la sarcástica leyenda Inri. Luego en el brazo derecho, la mano sacrílega de Malco, el clavo, el martillo, la esponja empapada en hiel y vinagre; en el otro brazo el izquierdo la lanza que abrió el costado de Nuestro Señor, la escalera, la bolsa con los treinta malditos dineros, el sol y el último clavo, cuentan de una manera primitiva y “entrando por la vista” la pasión y muerte de Cristo. Encargado su cuidado a la piedad de los devotos un largo sudario con preciosas blondas de malla rodea en los alto la cruz y así movidas sus blondas a impulsos del viento vesperal semejan una enorme mariposa blanca que aletea sobre el verde madero
"La Plazuela de las Cabezas
" Los devotos acostumbran en determinados días, especialmente los lunes, días de animas, poner sobre la peana una calavera y alumbrarla con velitas de sebo recordando así a los despreocupados que pasan ante la iglesia la fragilidad de la vida humana
"La Plazuela de las Cabezas
" "La pintoresca historia de las cruces por otro nombre calvarios no está escrita aún. Saliendo de la ciudad bien sea por la portada de Guía o bien por la de Barbones, ya por la estación del ferrocarril de la Magdalena o por el bosque de Boloña no se tarda mucho tiempo encontrarlas abriendo sus brazos, refugio de caminantes. Hay algunas de ellas célebres, aun cuando no sea por causas religiosas. La cruz de Yerbateros, lugar terrible en donde los ladrones de camino, cubiertas las caras con grandes pañuelos payacate y trabuco en mano, detienen a las lecheras, a las floristas surcanas, montadas en mansos burros, que vienen trayendo para vender en Lima las varas de blanquísimas y perfumadas margaritas, y a todo pasajero que por ahí trafica para calatearle como se dice en el pintoresco lenguaje popular. Otra cruz famosa es la de Limatambo cercana a la casa hacienda del mismo nombre, propiedad dominica en la cual, en otra época, viviera Fray Martin de Porres:
“La sotana del cura
De Limatambo
Siete mulas tiran
Y van sudando”"
"La Plazuela de las Cabezas
" cantarcillo popular, debe tener alguna relación, que no se ha podido encontrar, con la citada cruz
"La Plazuela de las Cabezas
" Finalmente en los terrenos de la hacienda “Ansieta” pasado el Panteón, tienen los hueveros de San Idelfonso y los paperos del tambo del “Lechugal” su cruz que venerar, por cierto que superior a la de esa plazuela, pues demás de todos los símbolos de ella que traducen la pasión y muerte de Jesús, ostenta el gallo que recordó a Pedro su negación, las tenazas, la trompeta, el corazón sangriento y por último la corona de espinas que ciñera la divina cabeza
"La Plazuela de las Cabezas
" La iglesia de las Cabezas no tiene fuera de su destino otra hermandad espiritual con las restantes iglesias que hay en la ciudad. Una muy sencilla portada, sin columnas salomónicas y con sólo una pobre hornacina y una torrecilla a la cual se sube por una escalera de madera, vieja, apolillada, de escalones inseguros y gastados, adosada simplemente al muro; algo de capilla de hacienda o de iglesia aldeana, no puede ser hermana de la fachada monumental de San Pedro con sus redondas y macizas torres, de las fachadas de arte barroco de La Merced y de San Agustín dignas de conservarse si se pudiera bajo inmensas guardabrisas de cristal como monumentos históricos representativos de la época colonial
"La Plazuela de las Cabezas
" " La iglesita, en su única nave, luce altares laterales y en su fondo el mayor, en donde recibe veneración una imagen de Nuestra Señora del Carmen que anualmente sale en procesión en las viejas andas guardadas en un rincón de la sacristía. Deberían existir en esta iglesia primorosos encajes flamencos que a esta imagen donó en el siglo XVIII la señora Lobatón esposa del mayorazgo de Castro Iázaga, pero desgraciadamente nadie hoy da razón de ellos. Viniendo la dicha señora de España a América cogió al navío, en que viajaba, un furioso temporal y en este terrible trance hizo voto de donar sus encajes y joyas la principal efigie de esta iglesia. (Fama tuvieron estos encajes de maravillosos.) Amainó el temporal, el resto de la navegación fue feliz y ya en Lima la piadosa señora pudo cumplir religiosamente su promesa. En el presbiterio existen, bastante descuidada su conservación, una serie de pequeños cuadros murales ennegrecidos por el humo de las velas encendidas en la distribución nocturna que diariamente reza el clérigo capellán. El piso es de ladrillos pasteleros; el púlpito, sencillo, las imágenes de talla no van vestidas no telas, excepción hecha de la principal; su depósito no contiene vasos sagrados ni ornamentos de valor y en general la modestia de esa iglesia corre pareja con la pobreza del barrio. Las arracadas, los colgantes, los brazaletes y collares de la piadosa dama fueron sin duda a poder de la “Junta Central Administradora de los donativos para la guerra de Chile” y algún día sabremos el fin a que se destinó su valor.
Más importante aun que la plazuela e iglesia de las Cabezas, son las calles que la rodean: Malambo, Barraganes, Camaroneros, Minas, el Tajamar... Nombres comparables tan sólo a los de las calles que rodean a la plazuela de Santa Clara. Malambo que parece más ancho y descampado por la poca altura de sus casas y por la ausencia casi completa de altos, es una sucesión de callejones, tiendas y solares habitados casi exclusivamente por negros; uno que otro tambo verbigratia el de Huamantanga permite que la nota morena general se matice de amarillo bronceado, color de los cholos arrieros de Santa Rosa de Quives, de Canta y de Huarochirí. Cholos arrieros en los cuales la devoción al Señor de Huamantanga, a las cruces rurales, a las yunzas y a las pallas constituyen las más fuertes pasiones de su vida"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Las yunzas tienen por teatro un espacioso solar, al centro del que se planta un frondoso sauce adornado todo él de aves vivas y muertas, botellas de licores, cadenetas de papel de cometa, quitasueños, fanales, farolitos chinos y mil otros objetos algunos de ellos completamente anacrónicos para el acto. Cuando la reunión está en su apogeo comienza la ceremonia de tumbar el árbol, dando vueltas alrededor y provistas cada una de las personas que toman parte en la diversión de una filuda hacha, deben dar un fuerte hachazo en la parte baja del tronco. El hachazo final que derriba el sauce otorga al que lo dio el titulo de mayordomo para el siguiente año. Las parejas cantan monótonamente:
“Yuncita, yuncita
¿Quién te tumbará?
Y que te tumbare
Te renovará”"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Caído el árbol comienza el baile. Huainitos y cachaspares desenvuelven su música original. Giran los hombres, botella en mano repitiendo:
“Con usted mi amor se va"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Correspondido será”
o las socorridas frases:
“De allá venga
y el que la seca la llena”
“Una sin otra no vale"
"La Plazuela de las Cabezas
" ¡Hasta verte Cristo mío!”
"La Plazuela de las Cabezas
" aprendidas por los cholitos mayordomos en las casas de sus patrones los blancos “pinganillas”, cuyos niños “maltones” suelen escaparse cuando duermen sus padres a alguna jarana de por el Cercado
"La Plazuela de las Cabezas
" "Como espectáculo y como finalidad las pallas son superiores a las yunzas. Precisamente los lomeros y los lecheros organizan para navidad una procesión de pallas cuyo término está en la iglesia de las Cabezas. Búscanse para dicha procesión a las cholitas de mejor físico que sean “maltoncitas”, chapudas y buenas bailarinas, para que encabezadas por el Diablo figurón feísimo vayan haciendo mil cabriolas al compás de su música especial. Las pallas atavíanse elegantemente: sombreros de jipe con blonda, riquísimas llicllas ribeteadas de pana y prendidas con tope de plata, pollerones de bayeta de Castilla de colores fuertes, diminutos mandiles blancos, el cabello recogido en dos trenzas traídas sobre el pecho y adornadas con huairuros y cintillas, llevando cogidas con ambas manos la azucena que es una vara de cascabeles, sonajas, flores y banderitas. Llegadas a la iglesia en presencia del nacimiento cantan diversos villancicos:
“Niño Manuelito,
¿Qué quieres comer?
¿Torrejitas fritas
Sopeadas en miel?”
“Cholitos pastores
En este gran día
Bailemos, cantemos
Con mucha alegría”
“Repiquen, repiquen,
Repiquen campanas,
Que el niño ha nacido
Junto a las montañas”"
"La Plazuela de las Cabezas
" A la salida de las Cabezas regresan las pallas al tambo de su procedencia pidiendo la limosna que sufrague los gastos del entrante año de una manera original. Cateado el dadivoso limosnero arrójanle encima un pañuelo que debe devolver a su dueño con la limosna envuelto en él. Y luego el cortejo termina con holgorio general
"La Plazuela de las Cabezas
" "Aparte de la devoción al Señor de los Milagros, que los hace desfilar en su tiempo vistiendo el tradicional hábito morado, calzados con blancas zapatillas, sin sombrero y luciendo las pasas, por el puente de Palma rumbo a Nazarenas, los morenos de Malambo no tienen más devoción que uno que otro nacimiento de fama en todo el barrio. El callejón de Ingunza, propiedad de la señora Matilde Olivera de Ingunza, la portera ña Conce no deja jamás de entrar el suyo, ayudada por su Manuelito, zapatero tiracuero de primera calidad, como lo demuestra cuidando en una esquina de su cuarto un hermoso gallogallina y en la opuesta un gallo ajiseco, ambos entrabados y ambos también de navaja (no se concibe un buen zapatero sin gallo), quien es el encargado de encolar el cerro, adornar el techo con cadenetas de papel de todos los colores, colgar el sol, la luna y las estrellas, rajar la leña empleada en el cocimiento de los orines del Niño y adelantar un paso cada día a las comitivas reales que vienen guiadas por la estrella de papel plateado. Ña Conce prepara para el día de la bajada de los Reyes, una jarana de piquete y manganzúa, que se prolonga luego dos días más. Después de la bajada en que los padrinos elegidos colocan delante del pesebre los reyes hincados y hacen desaparecer a los que venían jineteando por el cerro. (El próximo año cada padrino tiene que ataviar su rey; si es al blanco capa roja con vueltas de armiño hechizo y corona dorada; si al cholo (sic), poncho a rayas y corona plateada y si al negro, turbante y vestido claros. Estas distinciones étnicas son metamorfosis criollas de los personajes bíblicos, circunstancias que no son contempladas en los misterios que nos vienen del extranjero), comienza el jaleo y no acaba sino con la correspondiente desaparición del “agua” para la compra de licores, butifarras, chicharrones, tamales, y “todo”. A la jarana asisten, sin distinción de edad, los vecinos del callejón de Ingunza y aun bajan algunos cocharquinos y otros guadalupanos de los callejones de flores y la lata, especialmente invitados por los dueños. La concurrencia, por supuesto, es toda pierolista. El buen malambino faltaría a su barrio no siendo politiquero. En Malambo nació el anticivilismo y allí tuvo origen la leyenda aquella que una vez que elegido, se sentara en la silla el “rojo” don Manuel Pardo., antiguo administrador de Villa, hacienda chorrillana, se prohibiría a la gente de color andar por las veredas y vestirse de otra tela que no fuera amotape azul. La filiación pierolista de Malambo data de Yacango, Los Ángeles, la expedición del Talismán y la sublevación del Huáscar. Se suele encontrar en algunos cuartos de callejón retratos del Califa, cuya figura con ocasión de sus correrías revolucionarias tan popularizadas por la fotografías limeñas (de) Richardson, Negretti, Courret... Desgraciado el imprudente que por aquí repita aquello de:
“Con el bigote y la pera
Que adornan a Nicolás,
Se gana la mamadera
Por delante y por detrás”
pues se expone a recibir pateadura que lo haga “chichirimico”. Fue malambino el negro que triunfante la revolución de Arguedas abrazo a don “Nico” diciéndole: Zambo, aquí tienes a tu negro”. El cabello naturalmente rizado de Piérola induce a la negrería a creer que existe con él un parentesco racial y es motivo para que más le quieran. Y vaya que habría contraste entre el atildado revolucionario blanco y de fina raza, vestido con pantalón de fantasía, saco cruzado de color azul, calzado con botines de charol, guantes y bastón y el albañil en mangas de camisa con pantalones parchados, zapatos de tres soles comprados en casa de Gagliardo en Desamparados y ladeado sombrero de pacotilla; simbolizando en este gesto la democracia por la cual combate el aguerrido califa"
"La Plazuela de las Cabezas
" "La jarana de Malambo es clásica en Lima. Guitarra, cajón y canto son las tres divinidades que forman el misterio completo. Una sin otro no vale. Las viejas abuelas que no pudiendo bailar la chilena (a pesar de todo no se acostumbran a su nuevo nombre marinera) sentadas al lado de la única mesa o sobre la cama cubierta con una colcha de retazos, recuerdan los tiempos y cosas pasados, tiempos en los cuales fueron maestras en el escobilleo y la sandunga, en manejar el pañuelo y en echarle pan a su pareja. El canto es lo más interesante de la jarana, él traduce exactamente el estado espiritual de esta gente, buena a pesar de todo:
“¡Aguardiente y vino
Cerveza y coñá!
Que buena jarana
Vamos a formar”
“Que dulce es la vida
Meciéndose va,
Cual se mece la hamaca tendida
De aquí para allá, de allá para acá”"
"La Plazuela de las Cabezas
" "En efecto, un poco de aguardiente, de vino y de cerveza el “coñá” es el verso un recurso retórico y palangana que lo acaba de llenar) hacen dulce la vida de esta gente: tamaleras, lavanderas, amas de leche, y de peones de hacienda, aguadores y cocheros de punto y particulares que forman las jaranas malambinas. Uno que otro faite suele, en veces, acabarla a capazos, pero eso es la excepción y no la regla. Cada oficio de los señalados tiene su cantor que en lenguaje vulgar hace elogio. Canta uno:
“Ya se va la tamalera
Sobre su borrico va,
Pregonando los tamales
A cuartillo y medio real"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Esta si que es noche buena
Noche de Navidad"
"La Plazuela de las Cabezas
" "¡Francisquito con Francisca
De su plata a disfrutar!
¡Ay mi amita! Salga y compre
Los tamales singulá
Que le gusta al señorito
Y a todos en generá"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Ya se va la tamalera
Sobre su borrico va,
Va vendiendo los tamales
Que hay de medio y hay de real”"
"La Plazuela de las Cabezas
" versos que no cuadrarían, por cierto, a la feísima y popular “Patitta de Muerto” ya que es ella única tamalera chola de la capital
"La Plazuela de las Cabezas
" En estas jaranas se bebe escasa chicha. La chicha es legítimamente bebida de cholos. Los negros y los zambos beben, más bien, en ciertas ocasiones guarapo y chinchiví y en otras muy contadas enseñados por algún norteño que trabajó antes de la guerra en la hacienda “Palo Seco” de don Dionisio Derteano, arruinada bárbaramente por los rotos, claro del Norte. Tampoco asisten a ellas indios. El contraste entre ambas razas es demasiado fuerte para que se diviertan juntas, el indio es por lo común frío, reservado, e hipócrita; el negro es ardiente, franco y hablador, el indio es ingrato, no agradece los favores que recibe de un blanco; el negro guardaespaldas se hace matar por su amo un político caldo en desgracia; la negra ama de leche de los niños de casa grande no los abandona cuando la casa se ha vendido a un gringo comerciante del portal y la familia se ha reducido a vivir en departamento de los barrios altos. Las señoronas limeñas han tenido siempre en su calvario una negra cirenea que les ayudó a llevar su cruz. Los negros se jactan de su fidelidad, son pierolistas y lo serán siempre y cuando alguno de ellos ha servido a otro caudillo, como el coronel Pachas sirvió a don Miguel Iglesias, sabe defenderlo hasta morir
"La Plazuela de las Cabezas
" Barraganes tiene mucha menor importancia que Malambo. Lastima que el mal olor que le dan constantemente los sebos de res que se usan en jabonería del señor Stevenson (hermano del canónigo) hagan nada grata la estadía en dicha calle aunque sea por poco tiempo. Sin embargo es más politiquera que Malambo y según dicen sus vecinos alabanciosos no se puede ser candidato a la diputación y senaduría por Lima o la Presidencia de la República, sin darles antes una buen pachamanca en el vecino jardín del rincón de las Cabezas, a los que se debe invitar a todos los del Boquerón, su baranda y tiendecitas, a los capituleros, tomadores de mesa, guardaespaldas y hombres de pelo en pecho que se amarran los pantalones a la cintura con rieles de ferrocarril
"La Plazuela de las Cabezas
" "“Soy el baranbay de Lima
Que a todos guarda respeto"
"La Plazuela de las Cabezas
" "“Nadie se me meta conmigo
Que yo con nadie me meto...”
Lo mejorcito de Barraganes es el callejón de la Cruz, especie de campo neutral en este emporio de negros, desde que la predominante devoción es el Santo Madero, que como ya se ha dicho, es muy propio de serranos. El 3 de mayo, conmemora la invención de la Santísima Cruz, se celebran grandes fiestas en honor de los maderos públicos, como el de las Cabezas, y privados como éste del callejón, con cohetes, chicha, picantes y con el baile de los negritos y el diablo costeados por algún devoto mayordomo que no resiste al codeo de la vecindad insaciable. Un abrazo de prima abre el día y lo cierra un buen castillo de fuego artificiales, casi siempre obsequiados por los coheteros criollos de la cercana callejuela de Minas, que se puede quemar delante de la puerta del callejón"
"La Plazuela de las Cabezas
" Camaroneros tiene una fisonomía especial. Último refugio del gremio de su nombre que viene achicándose día a día y que está hoy reducido a un número de cuarenta a cincuenta entre hombres y mujeres, luce en todos sus callejones secándose al sol, las canastas (descendientes degeneradas de la isangas), que le sirven de redes para perseguir a los camarones y a veces a algún pequeño bagre a lo largo del rio desde la PiedraLisa y Cantagallo hasta detrás del Camal Central. Las personas que atraviesan los cuatro puentes los tienen ya conocidos al verlos agachados al medio del rio, descalzos, con los pantalones subidos hasta la rodilla y en mangas de camisa, removiendo los pedrones bajo cuyas anfractuosidades lo camarones suelen esconderse de sus perseguidores. Para fastidiarles las gentes les recuerda que en sus tareas son ayudados por los gallinazos, camaroneros también. Nadie paga bien la labor de estos incansables proveedores de la cocina criolla que gracias a ella puede presentar el famoso chupe de camarones y el famoso seviche mismo
"La Plazuela de las Cabezas
" "A golpe de seis y media conjuntamente con el pasaje de los faroleros comiénzase a colgar en todas las calles del barrio los farolitos de las champucerías. La champucera, por fuerza, tiene que ser de la raza negra y desde luego anciana. No se concibe una champucera joven y de otra raza. Por tradición de padres a hijos se trasmiten la manera de hacer el champuz de reciento, poniendo a fermentar tres días con sus noches las harinas de trigo, de maíz blanco, y de maíz amarillo, añadiéndole después de la coladura bastantes guanábanas y al bajarlo al final una buena cucharada de agua de azahar, pero eso sí de la buena que vende misia Miquita en Copacabana, También se trasmite, más raramente, la receta de los frejoles terranovos con miel de chancaca (que traen de Infantas o Puente Piedras), nuez moscada y vino tinto. Por especial contraste conservan algunas de estas champuceras otras tradiciones que no merecen perdón de Dios. Una de ellas es la de conocer siempre el domicilio de los brujos del barrio y ser sus más ardientes panegiristas entre la clientela de la champucería. El brujo del barrio es ahora ño Bilique, negro, alto, viejo y tuerto, sucesor, amigo fiel y discípulo de ño Valdivieso. Además de oficio de titiritero, cuyos campos de acción son chorrillos en el día de su patrón San Pedro Pescador y alguno que otro corralón vacío en el que improvisa su pequeño tinglado, cancha sus medios como brujo embaucador. Los vecinos entre satisfechos y admirados relatan su curiosidad para arreglar huesos zafados, achaque en que según ellos no entienden nada los médicos y para hacer frotaciones. Con estudiado sigilo ño Bilique vende a los maleteros y a gente sospechosa de caminos la oración del “Santo Justo Juez y la Magnifica”, plegaria apócrifa usada supersticiosamente por los criminales quienes le atribuyen poder milagroso para huir de la justicia. Cópiase aquí, a fin de que se vea claramente, que es obra de embusteros ignorantes de los dogmas católicos y aún de la gramática, una retahíla e necedades y blasfemias:
Esta oración del Santo Justo Juez Divino Señor y autor de la fe y la Santísima Trinidad, que fue hallada en el sepulcro, San Cipriano la encontró y la usó:
“Santo Justo Juez, Rey de los Reyes y Señor que siempre reina con el Padre, el hijo y el Espiritu Santo, divino Señor, ayúdame, sírveme y favoréceme en mar y tierra, líbrame de todos los que me puedan ofender, así como libraste al apóstol San Pablo y al profeta Jonán, que salieron libres del vientre de la ballena, así gran Santo, favoréceme como que soy tu devoto, en todas mis empresas; líbrame de los sufrimientos del fuego y del infierno. Valiéndome del Santo Justo Juez, divino autor de la Santísima Trinidad y de las grandes potencias celestiales, esta Santa reliquia me sirva de gran ayuda para poderme defender de las balas y de toda arma blanca y de fuego y queden mis enemigos magnetizados por mi señor Jesucristo. Rómpanse las prisiones, los grillos, las cadenas y puñales, y queden indefensas a mis pies. Así como los judíos cayeron en las entrañas del fuego, así como se abrieron las puertas del limbo del océano, concédeme toda clase de seguridades contra candados, esposas, rejas, calabozos, sogas y cordeles, abriéndome los brazos de nuestro Señor, y siempre sean conmigo las llaves de San Pedro, la espada del Arcángel San Gabriel para que no caiga ni en fuego quemado, ni ahogado, ni en batalla fusilado, antes bien salvado de todo peligro, ni en suplicio de ninguna clase, ni en prisiones, y tenido por tu liberal misericordia y por tus grandes méritos y tu intersección, que en el mar tempestuoso de este mundo sea yo dirigido con tu luz, de tu inspiración divina, y me libres de caer en la eterna cárcel del infierno y si es para tu mayor gloria y bien de mi alma concédeme lo que especialmente te pido en tu santo nombre. Amén, Jesús, María y José"
"La Plazuela de las Cabezas
" “San Miguel Arcángel defiéndenos en el combate, sed nuestro amparo contra las maldades y asechanzas del demonio, mándale Dios mío, te lo pedimos humildemente y tú que eres el príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con tu divina fortaleza a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan por el mundo perdiendo a las almas buenas Amén, Jesús, María y José
"La Plazuela de las Cabezas
" "(Esta oración se repite por tres veces y santiguándose con ella poniendo muchísima fe en esta oración se consigue lo que se desea.)
“Mi Jesús Sacramentado, enemigos veo venir: la sangre de tu divino costado de ellos me ha de librar. Amén, Jesús, María y José"
"La Plazuela de las Cabezas
" "(Con esta santa jaculatoria se santiguará tres veces al acostarse y levantarse y es suficiente; pues válida para hombres y mujeres y cargándola en el pecho como reliquia y poniéndose fe en ella se ganan muchas indulgencias plenarias, remisión de los pecados, etc., etc.)
Aunque no se sepa la jaculatoria cargándola en el pecho y poniéndose fe en ella se consigue lo que se desea alcanzar”"
"La Plazuela de las Cabezas
" Es por estos últimos consejos, la de cargarla en el pecho como reliquia, que ño Bilique ha mandado a imprimirla en unos pequeños libritos, sin pie de imprenta, que por su menor tamaño pueden efectivamente llevarse pendientes de un cordón cualquiera. Para disfrazar la superchería que contiene la sui generis oración ño Bilique ha hecho agregarle en seguida una verdadera a Jesús Sacramentado con ochenta días de indulgencia concedidos por el Arzobispo señor Bartolomé de la Heras, por cada vez que se rece y que se santigüen tres veces y recomienda se lleve consigo en el pecho
"La Plazuela de las Cabezas
" "Sin embargo, más desembozadamente que ño Belique, otro negro brujo tamalero, en las Carrozas, muy conocido en Lima por llevar en una de las canastas un tremendo muñeco de maleficio vende una variante que es la que sigue:
“Hay leones que vienen contra mi. Deténganse en sí propio como se detuvo Mi Señor Jesucristo y le dijo al Justo Juez: ¡Ea Señor! A mis enemigos veo venir y tres veces repito, no me vean; boca tengan, no me hablen; manos tengan, no me toquen; pies tengan, no me alcancen. La sangre les beba y el corazón les parta. Por aquella camisa en que su Santísimo Hijo fue envuelto, me he de ver libre de malas lenguas, prisiones, de hechicerías y maleficios, para lo cual me encomiendo para todo lo angélico y sacrosanto, y me han de amparar los santos Evangelios. Y llegareis derribados a mi como el Señor derribó el día de Pascua a sus enemigos. Y por la Virgen María y (la) Hostia consagrada que me he ver libre de prisiones, ni seré libre, ni atropellado, ni mi sangre derramad, ni moriré de muerte repentina. Dios conmigo, yo con él. Dios delante, yo tras él"
"La Plazuela de las Cabezas
" Amen, Jesús, María y José”
"La Plazuela de las Cabezas
" "También ño Belique es prestidigitador y quisiera tener para él el poder de repetir las fechorías del aquel otro infernal hechicero, que según el decir de las beatitas, hizo bailar contra su voluntad, ¡el muy lisísimo! Al padre Gual en pleno puente de piedra un muy aceptable rigodón. Vende así mismo trocitos de piedra imán para conseguir ganancias en los negocios. Los coloca en uno de esos pañuelos de seda carmesí, en que vienen dentro de sus cajas de laca roja y negra con figurillas, las mantas bordadas chinas, les agrega varias agujas, huairuros, cintas de variados colores, moneditas, arenilla, limallas y otras cosas para mantenerlas pues comen mucho (sic) y de contera alguna joya con su piedra preciosa, ya que suelen decir:
“Plata llama plata
Perlas llaman perlas”"
"La Plazuela de las Cabezas
" "Más lo mejor del caso es que si al cabo de algún tiempo se rompe el pañuelo se da el supersticioso comprador con la ingrata nueva de no encontrar la plata ni la joyitas. Hace tiempo que de ellas dispuso el pícaro prestidigitador. Ño Bilique ejerce sobre la pobre gente una fascinación en razón directa con su ignorancia. A mayor ignorancia, mayor temor a sus maleficios y brujerías. Las mismas beatitas de hábito del Carmen y correa al cinto, concurrentes a los Descalzos, el Baratillo, San Lorenzo y Copacabana, pese a los buenos consejos y prédicas de los sacerdotes, cuando se encuentran en la calle frente a frente con él, se persignan y no dejan de rezar en seguida la oración a San Cipriano, que libra a sus devotas de yoda demoniaca hechicería: